El Dalái Massa intenta convencer
Sergio Massa se juega un pleno por la persuasión política para convencer y dar vuelta las expectativas, con el riesgo siempre latente de defraudar a todos.
La crisis política del Frente de Todos reconfiguró al Gobierno. El presidente Alberto Fernández pasó a un rol casi protocolar. Ahora, la lapicera la tiene Sergio Massa. Y Cristina se retiró del primer plano para no poner el rostro al ajuste fiscal en marcha.
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Por orden de ella, La Cámpora y otros fieles guardan silencio. El ministro les dijo que el ajuste golpeará arriba y un poco en el medio, pero habrá mayor asistencia social para los pobres.
Massa también le aseguró a la Mesa de Enlace que no pretende ser candidato a presidente en 2023. Ni él pone las manos en el fuego por esa afirmación. Faltan ocho meses para que se largue la campaña.
La sentencia de la causa Vialidad abre interrogantes. Una eventual condena a CFK sacudirá el escenario político.
El poder económico tiene la mirada repartida. Escucha a Massa, pero le observan con lupa los movimientos. Quedó claro esta semana en el Consejo de las Américas. Su discurso generó algo de tranquilidad, falta mucho para el optimismo.
Massa fue al Hotel Alvear con el compendio de sus primeras decisiones, algunas amenazas y un llamado al consenso político. A los empresarios les hace ruido que el kirchnerismo le haya vetado a Massa el nombramiento de Gabriel Rubinstein como vice de Economía. La pregunta recurrente: ¿Hasta dónde dejará hacer Cristina?
Por eso, la clave estuvo en la noche previa: 60 dueños y CEOs de grandes compañías tuvieron una cena. El único invitado y orador fue De Pedro, ministro del Interior y el hombre de Cristina en la Rosada. Habló del Plan Federal de Desarrollo, de exportaciones, de los gobernadores, de la relación con EE.UU, y de la necesidad de “tranquilizar y estabilizar” la macroeconomía. Y se mostró confiado en Massa.
La falta de optimismo de los empresarios no es porque les va mal. Los balances del primer trimestre que ingresan a la CNV muestran recuperación acelerada y ganancias. Lo que lamentan es la falta de medidas de fondo, como la reforma laboral y la impositiva.
A los empresarios les hace ruido que el kirchnerismo le haya vetado a Massa el nombramiento del vice de Economía. ¿Hasta dónde dejará hacer Cristina?, preguntan.
Mientras, crece la presión social y política para que esa rentabilidad tras la pandemia derrame en mejores paritarias. Massa sabe que el kirchnerismo está en silencio, pero sabe que eso no quita que esté tomando carrera.
Por eso, el ministro fue enfático: “El ingreso de los hogares cayó 23 puntos en los últimos seis años en Argentina, tenemos que poner también en nuestra agenda una mejora en la distribución del ingreso”.
El sindicalismo tiene la certeza de que hay empresas alimenticias y de otros rubros que intentan recuperar rápido lo perdido con la recesión generada entre 2018 y 2019 y en 2020 por la extensa cuarentena que decretó Fernández.
Lo expresó la CGT en la marcha de esta semana. Los dirigentes y miles de trabajadores enviaron mensajes a todos: a los “especuladores” por las remarcaciones; al Gobierno, por su impotencia ante la inflación; y a la oposición, como advertencia de la calle que le espera si gana en 2023.
En Economía tienen la misma idea sobre las remarcaciones. E incluso señalan que -al calor de la emisión monetaria- eso también está alimentando la inflación.
Por eso Massa dejó un mensaje en el Alvear: “No habrá orden macro si no hay paz social”. Y advirtió que eso es responsabilidad de todos.
Cual Dalái Lama, defensor de la necesidad de cooperación para la causa de la paz social, Massa se juega un pleno por la persuasión política para convencer y dar vuelta las expectativas, con el riesgo siempre latente de defraudar a todos.
Por lo pronto, el dólar volvió a subir a 300 pesos en la Bolsa.
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