El cambio es imprevisible
El futuro lo crean aquellos que inventan “otra forma” de hacer las cosas. Pero esa “otra forma” cambia todo. No solo viajamos de otras formas, sino que actuamos de otras formas.
En el siglo XX era común ubicar temporalmente “el futuro” en el año 2000, incluso cuando ya no quedaba tan lejos, por ejemplo en 1980. Varias revistas populares hicieron notas “anticipando” qué cosas nos traería el futuro. ¡Al fin llegarían los autos voladores! En todas las predicciones de futuro se imagina que lo único que cambia es la técnica, pero la mayoría no imagina que las costumbres y la vida cotidiana va a cambiar más y de maneras más imprevisibles que los artefactos. Nadie imaginó hace 20 años que sería normal el matrimonio igualitario.
La casta internacional está bajo ataque
Los cambios sociales y los cambios en las costumbres existenciales no son previstos por nadie. Nos causa gracia ver los desatinos en la previsión del futuro que tenían los anticipos futuristas de 1900 o 1940, pero en 2005 muy pocos expertos en tecnología anticipaban que el celular se convertiría -apenas dos años más tarde- en el centro de la vida de la gente en todo el planeta. Aún a comienzos de 2007 -el año en que apareció el iPhone y cambió todo- la principal empresa fabricante de celulares era Nokia. La revista Forbes -y cualquiera de las otras expertas en empresas y economía global- veían a Nokia como la empresa del futuro, la más avanzada en tecnología de comunicación. Todas esas fallidas visiones a futuro se debían al error típico de proyectar el presente en los años por venir.
El iPhone arrasó con Nokia e impuso el nuevo modelo de celular: una central computacional manual, basada en internet móvil, con una cámara fotográfica (cada vez de mejor calidad, y que también filma) y miles de aplicaciones que permiten hacer cualquier cosa.
Ese cambio produjo muchos otros cambios. Cambió la rutina urbana: la gente camina por la calle mirando su celular. Nos reunimos en un bar y pasamos más tiempo interactuando con la pantalla que con las personas que tenemos enfrente. Nos hemos acostumbrado a que todo debe resolverse al instante. La vida que ha creado el celular ha exacerbado la ansiedad: queremos todo ya y nada nos satisface. Miles de personas han muerto en la última década por intentar sacarse selfies en lugares muy peligrosos para ganar con esas fotos imposibles unos cuantos “me gusta” más en su cuenta de Instagram.
En 2005 nadie previó que sucedería nada de eso que comenzó a pasar pocos meses más tarde y que hoy es nuestra realidad cotidiana. A partir del celular actual surgieron muchas aplicaciones que también cambiaron nuestras vidas: desde el alquiler temporario en Airbnb al delivery masivo de aplicaciones como Rappi o Pedidos Ya. No solo ha cambiado la forma en la que los consumidores acceden a los productos y servicios, sino que ha cambiado la forma en la que hoy se trabaja y se busca pareja.
La vida hoy es muy diferente a como era en 1980 o incluso en 2000. Hay apps financieras sin sede material: uno pone su dinero, lo mueve, recibe intereses, etc, y no hay un solo cajero humano que nos entregue dinero en efectivo. En 1989, en plena hiperinflación, había colas de varias cuadras en cada banco para hacer plazos fijos de una semana, tratando de que el dinero se desvalorice un poco menos. Todo eso hoy puede hacerse en dos clics.
Hoy sábado 11 de enero de 2025, en apenas 24 horas, se tomarán en todo el mundo más del doble de fotografías con celulares que el total de fotos que se tomaron en los 170 años que duró la historia de la fotografía analógica, esa que se registraba en negativos de celuloide y se ampliaba en papel. Pero mientras que aquellas viejas fotos eran atesoradas y pasaban de generación en generación (en muchas casas aun están las fotos de nuestros abuelos cuando eran niños), las nuevas fotos digitales no son vistas más que una sola vez y olvidadas para siempre.
Todo lo que para nosotros hoy es la normalidad de lo cotidiano hace apenas 20 años era “lo impensable”. Como bien dijo Henry Ford cuando lanzó el primer auto de consumo masivo: “si le hubiera preguntado a la gente qué quería para desplazarse mejor me hubieran dicho que inventara caballos más rápidos; no imaginaban que había otra forma de viajar”.
El futuro lo crean aquellos que inventan “otra forma” de hacer las cosas. Pero esa “otra forma” cambia todo. No solo viajamos de otras formas, sino que actuamos de otras formas. Vivimos experiencias que nuestros abuelos ni imaginaron.
Solo sabemos que el futuro será muy diferente a nuestra vida actual y que no solo habrá distintos aparatos tecnológicos, sino costumbres distintas. Aquellos de nosotros que vivamos en 2050 miraremos al 2025 con algo de nostálgica extrañeza, como cuando miramos hoy al 2000, esa época en la que ni pensábamos que se iba a acabar la convertibilidad y nadie sabía que vendría todo lo que vino en este primer cuarto del siglo XXI.
En el siglo XX era común ubicar temporalmente “el futuro” en el año 2000, incluso cuando ya no quedaba tan lejos, por ejemplo en 1980. Varias revistas populares hicieron notas “anticipando” qué cosas nos traería el futuro. ¡Al fin llegarían los autos voladores! En todas las predicciones de futuro se imagina que lo único que cambia es la técnica, pero la mayoría no imagina que las costumbres y la vida cotidiana va a cambiar más y de maneras más imprevisibles que los artefactos. Nadie imaginó hace 20 años que sería normal el matrimonio igualitario.
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