¿El año más caluroso de la historia?

Cristian Frers*


Expertos creen que se acerca el final de los tres años consecutivos con el estado de ‘La Niña’. Es probable que este cambio conduzca a que la temperatura global en 2023 sea más cálida que en 2022.


La sequía azota a buena parte del país.

Dejamos atrás al 2022, un año que ha sido particularmente complejo y ha estado lleno de desafíos desde múltiples perspectivas, incluida la hídrica y la medioambiental, y nos adentraremos en el que, por muchas razones, será el año del agua.

El año que termina nos ha dejado bien clara la importancia y la fragilidad de este recurso. Hemos vivido uno de los veranos más secos registrados en Sudamérica. En Argentina esto se ha traducido como el tercer año hidrológico más seco desde que se tienen registros fiables.

Esta sucesión de sequía y fenómenos meteorológicos extremos es una de las consecuencias más claras del cambio climático, que sigue avanzando imparable. La emergencia climática supone una crisis hídrica, que tiene una clara vertiente social: las dificultades de acceso a agua potable en cantidad y calidad suficientes conllevan importantes efectos sobre la salud y la situación económica de las personas.

Esperamos que este nuevo año se convierta de verdad en el año del agua, que marque un antes y un después en el cuidado de este preciado recurso y sirva para apuntalar su futuro, que es en realidad el de todo el planeta.

Conceptos de mi autoría con respecto al cambio climático vertidos en un medio de comunicación en el año 2006: Cristian Frers, técnico en gestión ambiental, subió la apuesta al decir que “el cambio climático es la mayor amenaza ambiental del siglo XXI, con consecuencias económicas, sociales y ambientales de gran magnitud”. Y remarcó un dato difundido: “La temperatura mundial aumentó a un promedio de 0.6 grados centígrado por encima de los registros de los últimos siglos”. Parece poco, no obstante, para el frágil equilibrio natural, es demasiado. “El calentamiento del planeta es un riesgo que no podemos permitirnos el lujo de seguir desconociendo”, concluyó Frers.

En la actualidad, esa temperatura ya es aproximadamente 1.1°C más alta que a fines del siglo XIX, y las emisiones continúan aumentando.

Es cierto que es el Estado quien debería asumir la crisis energética, que no se trata solo de saber si poseo suministro eléctrico sino también asegurar la calidad y la sustentabilidad de la fuente. Falta planificar una política energética de largo plazo Sigue siendo tiempo de que el gobierno cumpla la promesa de que el ambiente es una política prioritaria.

La ciudadanía debe comprender que no se puede detener el cambio climático, aunque interrumpamos todas las emisiones, pero sí que podemos adaptarnos con transformaciones profundas del modelo socioeconómico y cultural para evitar que se agrave. Para ello es necesario forzar a los poderes económicos y políticos a que actúen de inmediato.

“La temperatura global en los últimos tres años ha sido influenciada por el efecto de una prolongada ‘La Niña’, donde se producen temperaturas de la superficie del mar más frías que el promedio en el Pacífico tropical. ‘La Niña’ tiene un efecto de enfriamiento temporal en la temperatura promedio global”, explica Nick Dunstone.

Dunstone añadió: “Para el próximo año, nuestro modelo climático indica el final de los tres años consecutivos con el estado de ‘La Niña’ con un retorno a condiciones relativamente más cálidas en partes del Pacífico tropical. Es probable que este cambio conduzca a que la temperatura global en 2023 sea más cálida que en 2022”.

Por otro lado, están las emisiones de gases causantes del efecto invernadero. Este año continuarán aumentando, superando los récords de 2022. Acercándonos cada vez más a un desastre climático inevitable… Aunque, en algún momento también ya lo he dicho “la línea de cambio climático del no regreso, ya se ha cruzado”.

Para limitar el calentamiento global a no más de 1.5°C, como se exige en el Acuerdo de París, las emisiones globales deben reducirse en un 45 por ciento para 2030 y deben llegar a ser netas cero para 2050.

Cada vez tendremos menos y tendremos que aprender a vivir con menos. La respuesta, activa y preventiva, está en manos de los ciudadanos. Nosotros decidimos si nos sometemos o si nos organizamos y actuamos antes de que sea demasiado tarde. He aquí la magnitud del desafío.

* Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (periodista).


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