Djokovic: cuando el N° 1 también es una persona
Por Marcelo Angriman
Novak Djokovic es un tipo que me cae bien. No sé cómo explicarlo, pero su espíritu guerrero y su resiliencia para superar adversidades son virtudes que me resultan atractivas.
También, cuando está de humor, es un hombre divertido, con reacciones nobles que desdramatizan a un deporte en el que la mentalidad juega un rol desencadenante.
En tal orden, estar discutiéndole el cetro del más ganador de Grandes Slams a Roger Federer y Rafael Nadal, habla a las claras de su extraordinario nivel como deportista.
Ahora bien, siempre he sostenido que a un deportista se lo debe evaluar como a un todo, una integridad de cuerpo y de mente y por lo que hace dentro y fuera del rectángulo de juego.
Pues bien, el culebrón que por tierras australianas ha debido atravesar el serbio por su tosudez, ha terminado por hartar a propios y extraños.
El hecho de que el gobierno australiano haya concretado su deportación luego de once días de idas y vueltas, en los que fue detenido y juzgado por dos tribunales de diferente grado, ha llevado el caso a un plano de máxima exposición. Así la imagen de un país y del actual n° 1 del Tenis Mundial ha sido tema de las más variadas polémicas a lo largo y a lo ancho del planeta.
Hay, a mi entender, varias cuestiones a analizar sobre el discutido tema:
1. Sabido es que los derechos de las personas son relativos. Esto es que deben ceder ante las leyes de orden público.
2. Por cuestiones de salud pública, un país tiene la potestad de decidir si deja o no ingresar a una persona extranjera dentro de su territorio.
3. No hay una sola evidencia científica que indique que una persona saludable por ser vacunada empeore su condición respecto del coronavirus, mientras que sí existen infinidad de casos en los que los no vacunados corren mayores riesgos de enfermedad severa y hasta de muerte.
4. La pandemia ha sido el acontecimiento que más sufrimiento y trastornos económicos ha generado a personas de todo el mundo en los últimos dos años.
5. Las leyes están para ser cumplidas y todo país serio que se precie de tal, debe intervenir en caso de que se pida una exención que no reúne las condiciones establecidas por la legislación local o se falsee documentación.
Es por ello que toda esta novela se podría haber evitado si se hubiera cumplido con la ley o si Nole se hubiera vacunado.
Y si Djokovic no está dispuesto a hacerlo por sus convicciones personales y ello forma parte de las exigencias dispuestas por un país -privilegiando el interés común de sus habitantes- tendrá que esperar a un nuevo torneo en el que se encuentre en condiciones de participar.
Que un n° 1 no tenga derechos absolutos, en países como el nuestro, es una extrañeza. Que no se le haya facilitado su intervención cuando su presencia favorece al negocio, también. Por ello, más allá de lo lamentable que es la pérdida de un deportista de este calibre en un certamen tan importante, el mensaje que da la resolución adoptada, tiene un eco educativo significativo. Las cuestiones de salud pública deben prevalecer sobre las de índole personal. Es el costo de vivir en comunidad.
Es la resignación a la libertad individual que cada uno debe ofrendar para ser parte de una sociedad ordenada. La misma sociedad que quiere verlo como un privilegiado, solo en la cancha, con una raqueta en sus manos.
* Abogado. Prof. Nac. De Educación Física. Docente Universitario.
angrimanmarcelo@gmail.com
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