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Constitucionalismo y populismo mesiánico

Hasta los republicanos votaron a Trump con miedo a que se vuelva un autócrata y una amenaza a sus libertades. Respuestas mesiánicas al malestar de la política.

“Una nación bajo Dios” - Jon McNaughton - (2009).

Fuerzas celestes para el gobierno terrestre:

1. Fuentes históricas y sintonías mesiánicas


La sintonía actual de los EE.UU. con Argentina nos obliga a repasar su estructura constitucional: sistema representativo, federalismo, presidencialismo, legislativo bicameral, revisión judicial de las leyes y hasta el siempre relegado juicio por jurado. Diseños institucionales de la Constitución de los EE.UU. de 1787 que trasplantamos con modificaciones a nuestras pampas.

El texto constitucional de 1787 siempre tuvo una lectura bíblica a pesar de haber sido redactado por varios líderes anticlericales. Ha sido incluso un catecismo laico para liberales y demócratas que solían idealizar una Corte activista posterior a 1945.

Es raro ver a los especialistas recordar que en la Constitución sigue presente que “los que presten servicios obligatorios” (sic), los esclavos, se contarán como “3/5 de una persona“ para calcular el número de Diputados (Art. 1 Sección 2).

En la misma línea, nuestra Constitución de 1853 en su primer capítulo, a pesar de la reforma de 1994, mantiene ciertos resabios religiosos que pueden ser manipulados.

La sintonía en la fundación constitucional, con sus excepciones y distorsiones autóctonas, se complementa hoy con la sintonía mesiánica, la inflación como fuente de angustia de mayorías, polarización política y violencia en el horizonte, las guerras culturales de fragmentación profunda, una Corte deferente y con la esperada ayuda dolarizante de Trump a Milei.

Trump ejercerá una presidencia imperial en expansión con derechos constitucionales en restricción. Sin crecimiento económico no hay recursos para derechos y por eso la faceta religiosa y las guerras culturales se profundizarán.

Aunque EE.UU. crezca, la economía global está en contracción. Los panes no se multiplicarán, los profetas del odio sí.

Una presidencia imperial con una Corte y un Senado afín asegura a Trump luz verde para transformaciones de largo alcance. Las guerras judiciales contra Trump han sido contraproducentes teniendo una Corte alineada y se temen persecuciones políticas.

Una de las certezas es que la Corte Suprema será republicana por varias décadas. Algunos estiman hasta el 2060. Ese desequilibrio de poderes, después de concederle la inmunidad presidencial, no puede ser alentador para una república, sus libertades y garantías.

Los conceptos de “Presidencia Imperial” (1973) de Arthur Schlesinger, de “democracia delegativa” de Guillermo O’Donnell y de “hiperpresidencialismo” de Carlos Nino, tan criticado por celebridades del análisis político de clara filiación radical, serán vitales para pensar la política de EE.UU. y de un mundo con democracias cada vez más frágiles.

Fue anunciada una “desregulación estructural” y despidos de funcionarios ineficientes. Deportaciones masivas, reforma inmigratoria, proteccionismo económico, un Estado penal expandido, reformas a agencias de control y corporaciones tecnológicas fusionándose con un Estado en retirada parecen ser las principales tendencias. El federalismo norteamericano es mucho más fuerte que el argentino por lo que son esperables resistencias institucionales.

2 Una nación bajo Dios


Las obras del pintor republicano Jon McNaughton han sido llamadas realismo trumpista. También “pura propaganda”, “memes con forma de arte”, entre otras calificaciones. Más allá de los contrapuntos, en varios sentidos expresan un malestar con las elites políticas demócratas y republicanas que Trump canalizó exitosamente desde 2016.

Vemos a Jesús con la Constitución en el centro. Un juez llorando próximo a una mujer embarazada, una periodista y un financista contando dinero. En la democracia real, los sincretismos, las mezclas entre lo popular, lo religioso y lo político siempre han sido un elemento central de la política de mayorías.

El voto a Trump expresa miedo y enojo de una sociedad que también está dispuesta a lo sacrificial, escuchando con atención a profetas hablar de regeneración y refundación. Una política mayoritaria que se vive como un acto de fe, con sus mesías que se pueden transformar en populistas distópicos y dictadores constitucionales.

* Abogado, profesor de Derecho Constitucional y Estudios Críticos del Derecho.


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