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Comandos celestiales contra fuerzas del cielo

Además de "motosierra", Milei quiere batalla cultural; Marco Rubio, futuro artífice de la política exterior con Trump, combate la "cleptocracia" de Kirchner; Cristina chatea con su condena. 

Como en ningún caso desde la restauración democrática, la Argentina está en el centro de un cambio geopolítico de primer orden. Se sabe cómo entró al ojo del ciclón: por la cercanía ideológica de Javier Milei con Donald Trump y Elon Musk. Se ignora todavía los beneficios y los riesgos de esa posición umbilical. Nadie en verdad lo sabe, porque la tormenta global está en plena gestación.

El cambio que implica el retorno triunfal de Trump ha sido vinculado con los efectos deletéreos de la inflación post pandémica. Pero crece en Estados Unidos y Europa la convicción de que tan potente como el factor económico fue la idea de Trump de una revolución contracultural, enfrentada a los dogmas del pensamiento progresista.

Un informe del diario Financial Times recordó el dibujo del biólogo Colin Wright que se viralizó hace tiempo en redes sociales. Wright se considera un típico liberal estadounidense. Pero el progresismo se desplazó tanto hacia la izquierda que lo dejó más cercano a la derecha, aunque su ideología nunca cambió.

“El cambio comenzó en 2016 -dice el informe- lo que sugiere que la elección de Trump radicalizó a la izquierda, no a la derecha”. Trump rompió el termostato de los demócratas. Financial Times evaluó datos estadísticos sobre las posiciones promedio de los norteamericanos que se identifican como demócratas o republicanos convencidos, en relación con el votante medio. Midió cómo evolucionaron en cuestiones como la inclusión de minorías, el incremento de la inmigración o las demandas sobre cambio climático. Los demócratas se ubicaron como partido de las minorías.

La campaña reciente no registró estos matices. Los contendientes se trataron entre sí de comunistas o fascistas, con una retórica anticuada y excesiva. Pero es un dato que la bipolaridad política se expresó así. El resultado fue contundente. Quedarán dos partidos, no necesariamente dos polos.

En esa contracción de parto de la principal democracia de Occidente, Javier Milei logró insertar su imagen como un referente discursivo: el nuevo gobierno de Trump está hablando en el lenguaje de la motosierra. La sintonía con el presidente argentino es evidente. Alude en especial al recorte drástico del déficit fiscal como instrumento de estabilización inflacionaria. Milei la extiende a la “batalla cultural”. En el lanzamiento de la Fundación Faro, que conduce el cordobés Agustín Laje Arrigoni (a quien algunos imaginan como candidato el año que viene), el Presidente insistió con la idea de “hacer Gramsci al revés”: disputar la hegemonía del sentido común.

Más relevante que esas disputas intelectuales será en lo inmediato el papel que cumpla en las relaciones con Argentina y la región el primer secretario de Estado norteamericano de origen latino, Marco Rubio. El senador Rubio es el mismo que hace un año, junto a otros cuatro senadores republicanos, le envió al presidente Joe Biden una carta en la que pedían la cancelación de la visa de Cristina Kirchner, en estos términos: “Es una cleptócrata convicta que robó miles de millones de las arcas del Estado y permitió a actores malignos como China e Irán profundizar su influencia corrupta en un aliado fundamental de Estados Unidos, Argentina”.

Canasta o solitario


La viuda de Kirchner tuvo que enfrentar en estos días la confirmación del fallo que la condenó por administración fraudulenta en la causa Vialidad. En realidad, quedó interpelada por una situación peor: a dos décadas de que comenzaran las primeras sospechas sobre el rol de Lázaro Báez como contratista privilegiado del Estado nacional, Cristina todavía no puede explicar su vínculo con él. Subido a esa percepción mayoritaria, el Gobierno la despojó con astucia del privilegio previsional que le abonaba la Anses.

La reacción de Cristina fue sólo retórica; la acompañó un séquito cada vez más raleado de fieles, entre los que no estuvo Axel Kicillof. La estrategia de defensa de la expresidenta se ha venido debilitando. Pasó de la resonante “Comisión Beraldi” y el ambicioso proyecto de juicio político a toda la Corte Suprema de Justicia, hasta el precario ejercicio del control jurídico con el modelo de lenguaje y eco algorítmico de ChatGPT. Del té canasta en Versalles, a la baraja del solitario.

Ese desgajamiento político, cuya escala más reciente es la presidencia por expediente del Partido Justicialista, explica que Milei haya obtenido el triunfo parlamentario más consistente de los que consiguió en materia de decretos de necesidad y urgencia. A Cristina se le cayeron de su propio bloque los diputados necesarios para cambiar la regla de juego sobre veto cruzado entre la Casa Rosada y el Parlamento. Si lo conseguía, quedaba a sólo cuatro votos en el Senado de cambiar la ley que ella supo impulsar para los DNU. Hubiese sido un golpe fatal a la gobernabilidad de Milei.

Ese dato se explica porque crece en el peronismo distante de Cristina la convicción de que Milei se encamina hacia una escena electoral favorable el año que viene. La hipótesis confrontativa del kirchnerismo requiere que el plan de estabilización económica estalle con una devaluación inesperada durante el año electoral. O que la recesión se extienda, desmintiendo el pronóstico del FMI: un crecimiento de cinco puntos del PIB para 2025.

Los gobernadores peronistas descreen de esa estrategia kirchnerista. No están seguros de que haya que fogonear una escena de implosión económica. Porque si ocurriese estarían en la primera línea de fuego. Entre la maniobra de Cristina por los DNU y la negociación de beneficios en el Presupuesto optaron por lo más práctico.

Milei cree que la creciente percepción de decrepitud política que azota al kirchnerismo en la sociedad le conviene para ordenar en su favor toda la escena política. Cristina se aferra a esa opción política de Milei para sobrevivir. Entre las muchas cosas que dijo en su nueva semana de condena, la expresidenta convocó a ampararse en los “comandos celestiales”, en la ayuda de los próceres del panteón peronista que “junto a Dios, la virgen y el pueblo” ayudarán a resistir a Milei.

Imagina un clásico místico contras las fuerzas del cielo.


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