Bibliotecarios, más necesarios que nunca
Sin la mediación de estos profesionales, hay un riesgo semejante a lo que empieza a revelarse con la IA: las respuestas son inmediatas, pero sometidas a evaluación, resultan ineficaces, o en ocasiones, falsas
De la consulta vía mail, al contacto de mensajería instantánea; del mostrador en Biblioteca a la celda del Zoom; de la consulta presencial y personalizada al profesional de la información, a la consulta virtual y directa a los exploradores web y a los chats de Inteligencia Artificial.
De todas las tendencias de la técnica asociadas al avance social de la virtualidad, y potenciadas por el contexto de confinamiento de la reciente pandemia mundial de Covid 19, muchas han afectado al rol tradicional del Bibliotecario.
Pongamos por caso un aspecto relevante de la función bibliotecaria que se ve disminuida por el comportamiento actual del usuario en la demanda de información: la de mediador entre la necesidad de información y las fuentes bibliográficas genuinas, autorizadas.
En las prácticas actuales de búsqueda de información, la tendencia es a que no exista mediación. A la experiencia directa de búsqueda online en los exploradores web, y en el mejor de los casos, en algunas bases de datos especializadas.
Pero sin esta mediación que aporta el Bibliotecario, hay un riesgo semejante a lo que empieza a revelarse con el uso reciente y generalizado de los chats de IA: las respuestas son inmediatas y aparentemente totalizadoras, pero sometidas a evaluación, resultan ineficaces, o en ocasiones, directamente falsas. Y el usuario no posee en general el criterio o la formación necesaria para juzgar la fidelidad de estas respuestas, ni mínimamente la veracidad de las fuentes utilizadas.
Por lo tanto hay una genealogía de la información que se pierde cuando no puede cotejarse con criterios de análisis (¿De dónde viene esta respuesta? ¿Quién la autoriza?).
Lo que nos dirige a otro aspecto que también se hace evidente con la disminución de la mediación: el empobrecimiento de la autoridad, bibliográfica y editorial. Autoridad genuina, representada por las producciones derivadas de la formación y la experiencia académica, institucional, educativa.
Lo podemos comprobar diariamente en la calidad de las fuentes bibliográficas utilizadas -muchas veces, en trabajos académicos y universitarios-, donde se citan y referencian con regularidad textos extraídos de la web sin ninguna noticia de edición, ni de pertenencia, ni de procedencia. ¿Quién edita? ¿Quién escribe? ¿Con qué afiliación y formación? No parece ser importante. Sin embargo, las conclusiones se basan en fuentes de esta categoría.
Y en un contexto de virtualidad desmedida, representantes de esta clase de autoridad como la Institución, la Editorial, la Biblioteca, aparentemente se diluyen. ¿Qué lugar los aloja actualmente? Un sitio web, una red social institucional, un enlace semanal de Zoom, no parecen ser recursos suficientes para recomponerlos. El cuerpo presencial y comunitario que los realizaba, comienza de a poco a disgregarse. Habrá que reinventarlo.
El libro-al decir de Umberto Eco- es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras.
Una vez que se han inventado, no se puede hacer nada mejor. Por eso superan la prueba del tiempo.
Sin aspiraciones semejantes de eternidad, pero también contradiciendo muchas declaraciones agoreras hasta la fecha, la profesión Bibliotecaria goza de buena salud.
Pero sí podría decirse que es -entre otras- una profesión de otro tiempo. Esto es, una profesión que para poder responder con autoridad, criterio y eficacia a la demanda de información, requiere de una elaboración, de un proceso y de una temporalidad que no se avienen con la exigencia de inmediatez directa y sin mediaciones de algunas de las prácticas actuales potenciadas por la virtualidad.
Ni extemporánea, ni inactual; una profesión de otro tiempo.
Del tiempo necesario.
Ayer fue su día, felicidades a todos.
* Bibliotecario de APdeBA-IUSAM Secretario de Publicaciones de APdeBA
Comentarios