Barro de internas y contradicciones

PANORAMA POLITICO NACIONAL


Las dos fuerzas políticas mayoritarias estuvieron enredados esta semana en sus propias diferencias para evitar el debate sobre las propuestas electorales.


La campaña carece todavía de los elementos que serán determinantes en las próximas contiendas electorales, que la grieta política vuelve a presentar como instancias bisagra para la inestable e impredecible Argentina.


En esa incipiente carrera proselitista predomina lo que parece ser un denominador común, por supuesto con matices, entre la coalición oficialista Frente de Todos (FdT) y la opositora Juntos por el Cambio (JxC): ambos sectores permanecen en el complejo e incómodo barro de las internas y de las contradicciones.
Esos conflictos que la política aún no puede resolver son los que impiden conocer cuáles serán los planes de futuro más allá de las generalidades que de un lado y del otro se reproducen a los cuatro vientos.


Episodios recientes abonan esa percepción. Por caso, la narrativa a la que recurrió el FdT para que la militancia no sufra el peso de las paradojas en la búsqueda de adeptos quedó trunca cuando Alberto Fernández intentó darle vuelo regional.


Al encabezar la cumbre de la Celac, el Presidente habló de una democracia en riesgo y apuntó contra la “derecha recalcitrante y fascista”, al tiempo que minimizó los cuestionamientos contra las violaciones de los derechos humanos en Venezuela, Nicaragua y Cuba.


Su mensaje se diluyó cuando Luis Lacalle Pou, el presidente de Uruguay, le recordó que en varios de los países miembros de la Celac “no se respetan ni la democracia, ni las instituciones, ni los derechos humanos”.


El evento también expuso la incapacidad de quienes integran el seno del FdT para dirimir sus diferencias, o tal vez, la vocación por someterlas a la consideración de la opinión pública con la esperanza de darle forma a la impredecible interna.


A saber, Cristina Kirchner encaró una agenda paralela en su despacho del Senado, en la que no logró incluir a Lula da Silva, pero la nota la dio su fiel representante en el Gabinete Eduardo “Wado” De Pedro cuando salió al ataque de Alberto Fernández por no haberlo sumado a una reunión con el brasileño y referentes de derechos humanos.


El drama de las internas encendió las alarmas también en la cúpula de JxC. Los titulares del Pro, la UCR, la Coalición Cívica y Encuentro Republicano Federal se reunieron de urgencia ante las posibles rupturas en algunas provincias claves, como Mendoza, y acordaron sancionar a aquellos que pongan en riesgo la unidad. En rigor, no los dejarán usar el sello partidario.


Luego de la cumbre de la Celac, en el gobierno volvieron las diferencias entre los albertistas y los kirchneristas. JxC vive las consecuencias de la pelea Macri-Larreta.



Aunque los intereses que promueven las disputas se ajustan a las particularidades de cada territorio, una de las grandes causas radica en la pelea por la candidatura presidencial entre la titular del Pro, Patricia Bullrich (¿o directamente Mauricio Macri?), y el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.


Con las ecuaciones para dar batalla en las urnas irresueltas, en el FdT y en JxC recurren al ya conocido modus operandi de la confrontación que les permite ganar visibilidad sin la necesidad de adentrarse en cuestiones más complejas, o incómodas para contar, como lo es la receta que se usará para tratar de revertir la carrera inflacionaria.


El arranque en la Cámara de Diputados del juicio político que promovió el gobierno nacional contra la Corte Suprema de Justicia se transformó en terreno fértil para darle continuidad a ese espectáculo de cruces y chicanas. Alimenta la marea antipolítica que encuentra sentido en el agobio social y que personaliza el lobo estepario libertario Javier Milei.


El gran misterio de la campaña tiene que ver con los planes que cada uno de los bandos implementará, si es que esa es la intención, para darle cierta previsibilidad a la economía argentina y resolver problemas crónicos como los que repasó el papa Francisco ya sin preocuparse por medir sus palabras.


El Papa se quejó por el nivel de la pobreza y por la “impresionante inflación”. En el Gobierno recurrieron al trillado argumento sobre la herencia macrista y en la oposición se llamaron a silencio.


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