Andresito Guacurari y Artigas
Gobernó la llamada “Provincia Grande de las Misiones Guaraníes” y propició, entre otras medidas, una reforma agraria y dictando legislación tendiente a liberar a esclavos aborígenes y negros.
Imposible usar su nombre Andrés sin ofender a los pueblos misionero y correntino que lo han consagrado su prócer nombrándolo, por afecto, con su diminutivo, recordándolo en su habitualidad como el “Comandante Andresito”.
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De hecho, este originario guaraní, natural de la de la reducción jesuítica de Santo Tomé, hoy Corrientes, en ese entonces perteneciente a la Gobernación de Misiones, donde naciera el 30 de noviembre de 1778, fue declarado por ley VI número 155 de la provincia de Misiones del 5 de julio de 2012 “prócer misionero al comandante general Andrés Guacurarí y Artigas”, para, por ley nacional 27.116 del 17 de diciembre de 2014, intitulada de “Héroes Nacionales”, “Declárese héroe nacional al general post mórtem don Andrés Guacurarí, también conocido como comandante Andresito o Andresito Artigas, como tributo y reparación histórica por su contribución a la epopeya de la emancipación del continente americano” -artículo primero-, a la vez que “se designa sede nacional para la conmemoración de la batalla de Apóstoles el sitio histórico, ubicado en la ciudad de Apóstoles, provincia de Misiones, e institúyase el día 2 de julio de cada año como Día de la Conmemoración y Recuerdo de don Andrés Guacurarí” -artículo segundo-.
A ello se le agrega una curiosidad, puesto que el Congreso Nacional por ley 27.117 del 17 de diciembre de 2014, en su artículo inicial establece “que se toma la fecha 30 de noviembre el “Día Nacional del Mate” en conmemoración del nacimiento de Andrés Guacurarí y Artigas, a fin de promover el reconocimiento permanente de las costumbres de Argentina.”
Por todo lo expuesto, tanto la provincia de Misiones cuanto la de Corrientes erigieron sendas y destacadas estatuas alusivas en sus territorio, a la vez que su nombre es recordado en un sinnúmero de espacios e instituciones públicas. Me apresuro a aclarar que su apellido natal era Guacurarí y el agregado “y Artigas” obedece a su estrecha relación con José Gervasio de Artigas quien lo apadrinó y lo adoptó como hijo, permitiéndole agregar al suyo el del caudillo oriental.
Su vida militar inició a fines de 1810 al formar parte de la Expedición político-militar al Paraguay encabezada por Manuel Belgrano, acompañándolo incluso hasta que aquél fuera desplazado de la dirección de ese mando militar y, así, se sumó a las tropas federales de Artigas, del que fue uno de sus más fervientes seguidores.
A su lado se convirtió en uno de los más destacados caudillos federales, logrando, en 1812, desalojar al invasor paraguayo de gran parte del territorio misionero, liberando Candelaria, capital histórica de tal provincia, gobernando entre 1815 y 1819 la llamada “Provincia Grande de las Misiones Guaraníes”, durante cuyo gobierno propició, entre otras medidas, una reforma agraria y dictando legislación tendiente a liberar a esclavos aborígenes y negros.
Repitió su épica en el marco del ataque luso-brasileño, conflicto bélico en el que descolló por su valentía y su agudeza en la estrategia militar, a la vez de su reconocida capacidad de conducción para con sus tropas, don seguramente madurado de su relación militar con Belgrano y Artigas.
En marzo de 1817 fundó e instaló la capital del territorio misionero en la ciudad de Nuestra Señora de la Asunción del Cambay.
En ese mismo año 1817, ya en el mes de mayo, recuperó todo el territorio abandonado por portugueses y paraguayos y luego logró derrotar en Apóstoles, el 2 de julio de 1817 a las tropas de das Chagas Santos, quien había vuelto a invadir Misiones, batalla crucial para la integralidad de la tierra misionera y fecha elegida por la ley 21.116 para honrarlo, como lo explicamos renglones arriba.
Volvió a enfrentar a la agresión luso-brasileña a mediados de 1919, siendo apresado y enviado en condiciones deplorables primero a San Pablo y luego a Río de Janeiro, donde, en medio de tormentos e insalubridad falleció, se presume, en 1820 en la infame prisión asentada en Isla de las Cobras.
Hasta acá, en prieta síntesis la vida de un compatriota ejemplar, quien puso su existencia al servicio de los intereses nacionales.
Honrémoslo con nuestra respetuosa memoria y nuestro vívido recuerdo.
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