Anarquía, anomia, indefensión
La violencia en el sur argentino nos lleva a recordar, con similitudes y disparidades contextuales, los comienzos de aquello tan aciago que se vivió y sufrió en Tucumán en los ’70
Ostentando impunidad, reiteradas emboscadas y violentas ocupaciones se vienen sucediendo en el sur del país. Esos alzamientos pseudomapuches a la Constitución, a la ley y a la república, cuestionan y desafían la propia soberanía nacional sobre la ruta 40, El Bolsón, Villa Mascardi y región.
Semejantes desmanes guerrilleros suceden con violencia aterradora, extraño poder e infame protección por ausencias, entredichos, excusas u omisiones oficiales, siempre tan burdas, tan inexcusables como inaceptables, puntualmente cuando ante sus propios ojos y con toda violencia se incendian propiedades, se toman y ocupan casillas de gendarmería del gobierno nacional, cabañas o se usurpan tierras privadas; alterando y suprimiendo “con la Constitución Nacional bajo la mesa”, el clima normal de tradicional convivencia, trabajo, productividad y hospitalidad en esa bellísima y prestigiosa región meridional argentina.
Lo dicho alcanza y sobra para acreditar indubitablemente la orfandad y el desamparo institucional de la ciudadanía en la zona del conflicto seudo mapuche, la inacción judicial, así como la impune profanación, coacción, agresión y arrebato de derechos, de paz, de posibilidades y oportunidades a que ya se encuentra sometida demasiadas veces la sociedad civil argentina en su conjunto y en amplios espacios urbanos y rurales de su vasta, rica, bella y diversa geografía.
La violencia que impera en esa zona del sur argentina nos lleva a recordar, con similitudes y disparidades contextuales, los comienzos de aquello tan aciago que se vivió y sufrió en Tucumán, con el fallido intento guerrillero del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) junto al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y los Montoneros, hacia mediados de los años 70´
Con temerarios y desafiantes desfiles de su poder de fuego y muerte por las calles del Tucumán profundo, pretendieron establecer (no estuvieron lejos de lograrlo) una zona dominada para inmediatamente formalizar descontados reconocimientos de Cuba y Rusia, entre otros. Hablamos de reconocimientos internacionales eventuales a la presunta y delirante soberanía de un supuesto nuevo estado emergente, territorialmente independiente.
Prueba de ello fue cuando el 30 de mayo de 1971 la Compañía «Ramón Rosa Jiménez» hizo su presentación como estructura en Acheral, simbólicamente copando la ciudad. Tomaron la comisaría -en la que solo había tres policías que no opusieron resistencia ninguna- y la estación ferroviaria, bloquearon el acceso de la ruta 38. En un par de horas, realizaron pintadas, arengaron contra la policía en un bar y robaron sus únicos dos viejos vehículos disponibles.
Envalentonados por lo que esta guerrilla rural consideró una primera victoria, desfilaron uniformados y armados, encabezados por un combatiente que llevaba la bandera de la organización, con los colores argentinos y la estrella roja de cinco puntas.
¿Acaso hemos olvidado todo eso descartando toda réplica secesionista, afín o similar?
Fácilmente podemos observar cómo violentas, cobardes e incesantes provocaciones (al margen de la ley o por encima de la misma) en la región de Villa Mascardi, podrían conformar una amenaza muchísimo mayor en términos de envergadura, connotaciones y consecuencias institucionales, que la violenta ocupación de tierras en Vaca Muerta con sus secuelas negativas para la producción petrolera, la actividad turística, etc.
Finalmente, ante semejante anarquía y abandono por complicidad o ausencia estatal de respuestas gubernamentales, oportunas y apropiadas, tanto nacionales como federales, podría acontecer que sobrevengan otros males y angustias peores como aquellos que inicialmente argumentaron, encarnaron e institucionalizaron el Operativo Independencia, actuación ordenada el 5 de febrero de 1975 por el Decreto N.º 261/751011 del entonces gobierno democrático y constitucional de María Estela Martínez de Perón, al Ejército Argentino y la Fuerza Aérea Argentina, para «neutralizar y/o aniquilar» el accionar de lo que se definía como «elementos subversivos» en la Provincia de Tucumán.
Ojalá entonces que, honrando también nuestros deberes humanos, nunca más bastardeemos, repitamos ni mercantilicemos la historia; ¡ojalá!
* Docente e investigador
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