Análisis político: Javier Milei y las agendas de discusión

Alejo Pasetto*    

Probablemente uno de los mayores problemas del gobierno a lo largo de estos años, tuvo que ver con la incapacidad de generar un mito de gobierno, es decir, un proyecto general del gobierno, un elemento unificador que simboliza la dirección, la voluntad y la justificación de las políticas públicas, una narrativa basada en logros y que pueda interpelar al conjunto de la sociedad, básicamente que construya consensos. Eso por ejemplo le podría haber allanado mucho más el camino al candidato que buscara continuar con el proyecto de gobierno, Sergio Massa en este caso.

Teniendo en cuenta además que es el Ejecutivo quien tiene el monopolio legítimo de determinados recursos, la capacidad de marcar la agenda de temas de discusión en la opinión pública es algo que debería darse por descontado. Sin embargo, esto no fue así. Y es uno de los errores que más arrastró este gobierno, casi desde el inicio.

Llama entonces la atención -o no- que, casi inmediatamente posterior a finalizadas las PASO, sea el espacio de Javier Milei desde el que se marque la agenda de temas sobre los cuales giró la discusión en estas semanas: posible plebiscito a la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, cierre de organismos como CONICET o el INCAA, anti-ambientalismo, y por último el afirmacionismo de la dictadura y el ataque a los organismos de Derechos Humanos.

Todas estas provocaciones a sectores, colectivos y valores que se ubican en un esquema de afinidad al gobierno y/o de espacios ideológicamente de izquierda y progresistas, no sólo logró marcar la agenda de discusión sino, especialmente, reafirmar y encolumnar identidades que se sienten representadas en la propuesta de Milei: anti-feminismo (o reivindicaciones de género), libre mercado, falencias del Estado y gasto público, reinstalar la teoría de los dos demonios y reafirmación de la dictadura.

Promediando el año 2020 y en plena pandemia, advertimos sobre el crecimiento de los discursos de odio y cómo podían en el corto plazo, empezar a socavar y cuestionar una serie de consensos no solamente sobre la democracia sino también sobre la importancia del orden institucional y el rol del Estado, además de instalar y normalizar un clima social de violencia que se cultiva en lo simbólico pero no tenemos certeza en qué puede terminar, especialmente si quien está cada vez más cerca de ocupar el principal rol Ejecutivo, es la expresión más acabada de esto. Experiencias cercanas en nuestra región ya tuvimos y sabemos las consecuencias. Nos queda poco tiempo para evitar saber qué puede pasar en nuestro país. Estamos a tiempo de evitarlo.

*Analista político. Consultor asociado en EPyCA Consultores

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