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Alberdi y la pendiente «independencia interior»

La independencia interior, es un llamado a un cambio cultural que permita liberar las potencialidades de los individuos como creadores de riqueza, en vísperas del Día de la Independencia.

En el pensamiento de Juan Bautista Alberdi encontramos reflexiones en torno a la independencia argentina que a la luz de este tiempo gozan de enorme vigencia. Para Alberdi es necesario hacer una diferenciación entre libertad externa e interna. Habíamos logrado la independencia del dominio español, pero la libertad absoluta, la cual aún queda por conquistar dependía de la conquista de la libertad interior, la cual implica el aprender a ser libres. “Son dos libertades diferentes que a menudo están reñidas y en divorcio. La libertad de la Patria es la independencia respecto de todo país extranjero. La libertad del hombre es la independencia del individuo respecto del gobierno de su país propio’’.

Veía peligroso buscar en nuestros nuevos gobernantes, remplazos “paternalistas” del régimen colonial anterior, observando que los “hombres de estado” eran presentados en los monumentos públicos y en los libros de historia como ‘’semi dioses’’, rindiéndosele un culto providencial. El énfasis desmesurado en la épica de las batallas implicó minimizar la importancia de las instituciones y los individuos como motor del progreso. En Bases (1852) sostiene que: “la nueva política debe tender a glorificar los triunfos industriales, a rodear de honor las empresas de colonización, de navegación y de industria, a reemplazar en las costumbres del pueblo, como estímulo moral, la vanagloria militar por el honor del trabajo”.

La clase dirigencial de la post independencia, militares devenidos en políticos, adolecían del conocimiento de los elementos que posibilitaban y fortalecían las libertades interiores, “La riqueza, el progreso material, el comercio, la población, la industria, para este derecho en el que habían sido educados nuestros libertadores, eran cosas secundarias mal conocidos y mal estudiados”. Veía que las costumbres heredadas eran un obstáculo para la libertad interior: “El despotismo, como la libertad, reside en las costumbres de los pueblos, y no en los códigos escritos. Una carta constitucional que declarase hoy esclava a la Inglaterra sería tan nula como otra que declarase libre a la España; porque la libertad de la Inglaterra vive en sus costumbres”. Es un proceso de paciencia y aprendizaje “No se aniquila un régimen por un decreto, aunque sea constitucional, sino por la acción lenta de otro nuevo, cuya creación cuesta el tiempo mismo que costó la formación del malo”.

Para Alberdi, la civilización no residía en la fastuosidad ornamental de algún edificio o la posesión de ciertos elementos de modernidad: ‘’Se le puede tomar a la civilización su nombre y sus signos externos, para encubrir con todo ello un estado de atraso primitivo. Tal estado de cosas no es de civilización sino exteriormente. Ésa es la civilización del Japón, de Constantinopla, de El Cairo, donde no falta el ferrocarril, el vapor naval, el encorazado, el cañón Krupp, el gas, el telégrafo, la prensa, los bancos, los grandes hoteles, los clubs; todo lo cual existe, menos estas cuatro cosas vitales, aunque invisibles: libertad, justicia, seguridad, verdad’’. (Estudios económicos post.1895)

Alberdi admira a Inglaterra y a los Estados Unidos de Norteamérica por el florecimiento de sus libertades internas: “La libertad del individuo en tales casos es la madre y nodriza de todos los adelantos del país, porque su pueblo abunda en extranjeros inmigrados que han traído al país la inteligencia y la buena voluntad de mejorar su condición individual mediante la libertad individual que sus leyes le prometen y aseguran”.

Viendo esa realidad buscaba poblar a la Argentina con este tipo de inmigración, portadora de los hábitos laboriosos e iniciativa emprendedora que tanta falta hacen. Nuestro sistema educativo estaba incapacitado de fortalecer ese punto, para Alberdi ha sido “una fábrica charlatanismo, de ociosidad, de demagogia y de presunción titulada”. De no cambiar esta situación nuestra juventud solo podría aspirar a conductas “parasitarias”: “La industria facilitando los medios de vivir, previene el delito, hijo las más veces de la miseria y del ocio”. A la juventud: “si la dejáis ociosa y pobre, a menos que no la entreguéis a la mendicidad monacal, será arrastrada a la corrupción por el gusto de las comodidades que no puede obtener por falta de medios”. (Bases)

En su libro “Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho” expresaba: “La espada, pues, en esta parte cumplió su misión. Nuestros padres llenaron la misión más gloriosa que un pueblo tiene que llenar en los días de su vida. Una sien de la patria lleva ya los laureles de la guerra; la otra sien pide ahora los laureles del genio. La inteligencia americana quiere también su Bolívar, su San Martín. La filosofía americana, la política americana, el arte americano, la sociabilidad americana son otros tantos mundos que tenemos por conquistar”. La independencia interior, es un llamado a un cambio cultural que permita liberar las potencialidades de los individuos como creadores de riqueza, en vísperas del día de la independencia y luego de un empobrecimiento general producto de décadas populistas, estas máximas ‘’alberdianas’’ gozan de plan vigencia.

Mg. Economía política.


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