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Acercamiento de Milei a China: ¿hacia un nuevo “realismo periférico”?

Carlos Escudé señalaba que los países con poco poder relativo, pobres, en situación de vulnerabilidad y alta dependencia de factores externos, deben intentar “no poner todos los huevos en la misma canasta” en sus vínculos estratégicos.

China, el enemigo declarado en campaña electoral e inicios del gobierno, ya no parece ser tan peligroso para la Argentina. El discurso (y la actitud) del gobierno del país del tango se ha adaptado ante un país que -más allá de ser una economía crecientemente orientada hacia el mercado pero con un régimen alejado de los ideales republicanos- es el segundo socio comercial de la Argentina (tanto en materia de exportaciones como de importaciones). Asimismo, China es el “prestamista” del “swap”, que permite que las cuentas del Estado argentino se alejen del colapso.

Conocemos sobre la creciente influencia e interés de China en diversos países del mundo, entre ellos los de América Latina. Debemos destacar que en el ámbito del Mercosur, para su mayor socio -Brasil- China es el primer socio comercial. Los Estados Unidos son el segundo. Y Argentina, el tercero (ya no somos tan importantes para Brasil). Recordemos que el presidente de centro-derecha Jair Bolsonaro, más allá de sus ideas, mantuvo y construyó un férreo vínculo con la China comunista.

En el caso argentino, Brasil es el socio más importante por volumen de comercio (expo más impo). Pero China es el segundo. Podríamos seguir con este detalle y veríamos que en la mayor parte de los países de América Latina encontraríamos situaciones similares.

Escudé y el arte de lo posible en política exterior


El intelectual Carlos Escudé, mentor en Política Internacional del gobierno de Carlos Menem, desarrolló el concepto teórico de “realismo periférico”. La sugerencia de Escudé es tan sabia como simple: los países con poco poder relativo, pobres, en situación de vulnerabilidad y alta dependencia de factores externos, deben intentar “no poner todos los huevos en la misma canasta” en términos de sus vínculos estratégicos. No depender ni alinearse con su solo país poderoso. Si dependo sólo de un país, voy a estar en sus manos. Si logro articular discursos y acciones compatibles con varios de estos países, tendré más diversificado mi riesgo (tal como hacemos al extrapolar el criterio al mundo de las inversiones).

Hoy vemos que -más allá de las “relaciones carnales” (más metáforas noventistas) con Estados Unidos e Israel- el Presidente viajaría en enero a Beijing, China, en el marco de reuniones preparatorias para la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), transmitiendo un claro mensaje.

Por otro lado, la “monogamia abierta” con los Estados Unidos continúa y se comunica con fuerza a través de los explícitos cambios en Cancillería en el marco de la polémica votación argentina en favor de Cuba en la Asamblea de Naciones Unidas. Tengamos en cuenta que el gobierno implementa estos cambios en un momento de fortaleza del oficialismo consecuencia de los buenos indicadores económicos. Un buen momento para implementar pequeños volantazos simbólicos, sin mayores consecuencias.

“La política es el arte de lo posible”, es una frase muy trillada gastada pero no por eso deja de ser interesante. También la reflexión popular “nadie corta la rama sobre la que está parado” refleja el espíritu de la real politik en movimiento, de la que somos testigos en estos días.

La adaptabilidad del gobierno a lo posible es un buen indicador de su flexibilidad en términos de política de poder. Después de todo, China hasta hace unos años era considerado por el mundo un “milagro económico”, que sorprendía a Occidente por su apertura a la economía de mercado y crecimiento. Un país autodenominado comunista pero con una pujante economía capitalista, para muchos. Por tal razón fue admitido a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001.

Finalmente, el sabio teorema de Baglini (los candidatos van adaptando sus discursos y sus acciones a medida que se acercan al gobierno. El criterio para conseguir votos es diferente al criterio necesario para gobernar) se manifiesta una vez más en una saludable adaptación a la supervivencia. Lo más riesgoso es una rigidez suicida que no contemple nuestro grado de poder relativo.

* Director Ejecutivo, Fundación Atlas. Profesor universitario


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