Nuevo sismo en Vaca Muerta: se sintió en Sauzal Bonito
Sucedió esta mañana. El último se había registrado el 9 de abril aunque los temblores se habían concentrado al norte de Añelo.
Esta mañana se registró un nuevo sismo en Sauzal Bonito, que fue percibido por los vecinos de la localidad. El último temblor que se había enlistado había ocurrido el 9 de abril, aunque desde fines del año pasado la actividad se había concentrado al norte de Añelo. Este dato respaldaba, para algunos especialistas, la vinculación que realizan los vecinos con la hidrofractura (fracking), sin embargo, faltan sismógrafos para obtener datos que permitan comprobar o refutar esta teoría.
De acuerdo al Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres), el sismo ocurrió a las 11.12, a 4 kilómetros de profundidad y tuvo una magnitud de 3.1°. En la escala de Mercalli, que mide la percepción humana del temblor, tuvo un grado de intensidad III, o sea que lo percibieron algunas personas en reposo.
El del 9 de abril tuvo una magnitud de 2,1° y sucedió a 10 kilómetros de Sauzal. Este fue uno de los tres que se registraron durante la cuarentena, según un grupo de científicos conformado por Daniel Zuñiga, Javier Grosso y Gustavo Gimenez, de la Universidad del Comahue; Guillermo Tamburini de la Universidad de la Patagonia Austral – Conicet y Joaquín Vázquez Marín, de la Red Geocientífica Chile.
Lo otros temblores que informaron fueron al norte de Añelo, uno el del 4 de abril, a 9,5 kilómetros de profundidad, con una magnitud de 3,1; el otro fue el 13 de mayo, con 2,8° de magnitud y se dio a 5 kilómetros de profundidad.
Para ellos, la vinculación entre la hidrofractura y los sismos se muestra con lo sucedido en el último tiempo. Sin embargo, hasta que no se complete la red de sismógrafos, de los cuales hay dos instalados, no se podrán tener certeros sobre los movimientos. Además, los detalles de los «microsismos» (menores a 2.5°) no son públicos por un pacto de confidencialidad entre el Inpres y Provincia. Estos son los que permiten estudiar la evolución de una zona, porque se puede «dibujar» el camino de los temblores y notar si hay modificaciones que se vinculen a la actividad humana.
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