Nueva esperanza contra la artritis reumatoidea

Hacía 10 años que no surgía una nueva medicación.

En los últimos años, el tratamiento de la artritis reumatoidea (AR) ha alcanzado importantes logros: desde un conocimiento más profundo de cómo se desarrolla la enfermedad hasta drogas modificadoras del curso de la artritis reumatoidea (Dmars). Sin embargo, un gran número de pacientes aún no logra una respuesta satisfactoria en las medicaciones disponibles, y sigue sufriendo las consecuencias de esta enfermedad inflamatoria crónica que ataca las articulaciones produciendo daño irreversible, discapacidad y otras severas secuelas cuando no se trata. Ésta es una enfermedad autoinmune inflamatoria crónica que suele afectar las manos y los pies, aunque también puede atacar cualquier articulación revestida por membrana sinovial. Se caracteriza por inflamación en el revestimiento de las articulaciones, causando calor, rigidez, hinchazón y dolor en la articulación. Tiende a persistir durante muchos años afectando diferentes articulaciones del cuerpo, y puede causar daño permanente en cartílagos, huesos, tendones y ligamentos. Por lo general se presenta entre los 25 y los 50 años de edad, en especial en mujeres. Los síntomas son: rigidez matinal, tumefacción, dolor, limitación y aumento de la temperatura local en varias articulaciones y otros. Ante la sospecha, el médico clínico debe derivar el paciente precozmente al reumatólogo. Si bien hay varios tratamientos disponibles, casi un tercio de los pacientes no responden bien, y casi la mitad de los pacientes tratados con Dmars dejan de responder a la terapia a los cinco años de iniciada. Por eso, todavía es necesario que surjan nuevas alternativas terapéuticas. La reciente aprobación en Argentina de tofacitinib, una innovadora droga con un mecanismo de acción diferente y de administración por vía oral, ofrece una importante alternativa para los pacientes adultos que sufren AR moderada a severa y que no responden a metotrexato. En efecto, esta medicación es el primer tratamiento para AR aprobado perteneciente a una nueva clase denominada ‘inhibidores de la Janus Kinasa’ (JAK), el primer DMAR no biológico para la AR en diez años. La artritis reumatoidea afecta aproximadamente a 1,6 millones de personas en los EE. UU. y a 23,7 millones de personas en el mundo. En la Argentina, según el doctor Gustavo Citera, del Instituto de Rehabilitación Psicofísica (IREP), “contamos con dos estudios epidemiológicos, uno del año 2000 en Tucumán y otro de 2011 en Luján, que muestran una prevalencia del 1% sobre la población general, cifra similar a otras poblaciones caucásicas. La proporción es tres o cuatro mujeres por cada hombre con AR”. Citera explicó que “aún existe una necesidad no cubierta en el tratamiento de la artritis reumatoidea, ya que un porcentaje de pacientes tampoco responde a los biológicos o hacen resistencia en el tiempo. Otros inconvenientes de los agentes biológicos son la necesidad de inyectarse, ya sea por vía subcutánea o endovenosa y mantener la cadena de frío. Por eso, el desarrollo de estas nuevas moléculas puede cubrir estas necesidades, ya que han demostrado su eficacia en diversos estudios clínicos, y son cómodas para el paciente, ya que se administran por vía oral y no requieren cadena de frío”. Coincidentemente, el doctor Eduardo Mysler, médico reumatólogo, afirmó que “la artritis reumatoidea reduce no sólo dramáticamente la calidad de vida sino que además reduce la vida de los pacientes. El tofacitinib viene a contribuir en este tipo de tratamientos”, y aclaró: “Permite lo mismo que los biológicos pero ofrece, con la misma efectividad, una mayor comodidad posológica, ya que se administra por vía oral”.


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