Noctua, la primera micro destilería urbana de Cipolletti
Una pareja de cipoleños decidió dejar de lado la vida frenética en Buenos Aires para criar a sus hijos en la ciudad donde ellos crecieron y donde elaboran un vodka de altísima calidad.
Noctua, la primera micro destilería urbana de Cipolletti
Una pareja de cipoleños decidió dejar de lado la vida frenética en Buenos Aires para criar a sus hijos en la ciudad donde ellos crecieron y donde elaboran un vodka de altísima calidad.
Noctua, la primera micro destilería urbana de Cipolletti
Una pareja de cipoleños decidió dejar de lado la vida frenética en Buenos Aires para criar a sus hijos en la ciudad donde ellos crecieron y donde elaboran un vodka de altísima calidad.
Una gota cae destilada del alambique y el mundo parece derrumbarse.
Luego en la gota que sigue el mundo se incorpora y así.
Sístole y diástole de la vida misma.
Un mail en bandeja de entrada y otro en la de salida.
Puertas que abren y cierran.
Nacimientos y muertes.
Ir y venir.
Entre gota y gota de vodka pasan mil cosas.
Así es la vida en Noctua, la primera micro destilería urbana de Cipolletti, donde Taté Moretti y Hernán López Sosa han logrado una bebida que no sólo jerarquiza a una ciudad donde se elaboran buenas cervezas y sidras, sino que rompe el prejuicio que muchas personas tienen del vodka y abre la puerta para una nueva vieja forma de producir un líquido antológico.
Taté y Hernán vivían en Buenos Aires, con muy buenos laburos y criando hijos en un ritmo frenético que ofrece sin otras opciones muchas veces la capital de Argentina.
Hubo un quiebre en ambos, una forma de ver las cosas más allá de la cotidianeidad. Uno de los dos frenó, el otro lo acompañó y juntos se dieron cuenta que no querían seguir corriendo. La vida no es eso. La vida es otra cosa.
“Quisimos criar a nuestros hijos como nos criaron a nosotros, en el barrio, jugando, en la vereda, tirando piedras al río. Yo pedí un traslado del laburo en el banco y Hernán dejó el suyo en marketing y se dedicó full time a esto”, relata Taté mientras lo mira a Hernán con los ojitos felices.
Se conocieron hace más de 20 años. En ese Cipolletti que cierra la persiana a la hora de la siesta y que llena los bares en el verano. Cancha y plazas, escuela secundaria y salidas adolescentes. El cipo de los 90, creo, fue una carta de dos caras para quienes vivieron ese agite. Por un lado el pulso de respiración de un pueblo monocorde en su rutina, por el otro una taquicardia rockera incontrolable. Así se vivía y transcurría el tiempo. Así de punkis éramos.
Noctua es una nave con rumbo fijo. Ha sorteado miles de obstáculos en un país que rankea con alfombra roja en consumo de gaseosas y bebidas saborizadas y a su vez carece de razón en miles de huecos de su obsoleto y conservador código alimentario. Taté y Hernán tuvieron que pelear mucho para lograr todas las habilitaciones. Cuando querés hacer bien las cosas generalmente la cuesta se hace cada vez más arriba.
Taté es hermana de Bruno y Franco, protagonistas estrellas del Gin de 2017. Destilería Moretti fue la punta de lanza de Noctua. Los hermanos Moretti a fuerza de laburo se encontraron escribiendo un capítulo groso en la historia de los destilados en Argentina y Noctua nació de esa semilla plantada tiempo atrás.
“Arrancamos destilando vodka cuando mis cuñados de la destilería Moretti nos sugirieron a Taté y a mi que nos embarquemos en generar un producto de calidad, mientras pensábamos en cambiar de ciudad y de ritmo. Si bien ya conocíamos el proceso y teníamos ganas de mudarnos a Cipolletti y que nuestros hijos se críen acá, comenzamos a estudiar el asunto. Nos gustan mucho las bebidas y nos pareció una buena forma de apostar a la producción de la ciudad pero sobre todas las cosas a jerarquizar una bebida que está, por lo menos acá, repleta de prejuicios”, cuenta Hernán.
Noctua funciona frente a la plazoleta del Tango, donde en los noventas existía un bar- tanguería y donde hemos dejado nuestro espíritu más de una vez en algún rincón, o mesa, o escenario (recuerdo haber tocado una noche la batería y creo haberme tomado mi primer y casi único fernet en esta vida). Sitio que despachaba cerveza Andes y que en lugar de maníes o papas fritas te servían albóndigas con salsa, salchichas con algún aderezo y otras cositas solo por el precio de la birra. Con el tiempo lo entendí, si bien perdían algo de dinero con ese extra que acompañaba la cerveza, uno volvía todo el tiempo. Después se avivaron y pijotearon el abreboca. Así que cuando fui a visitarlos a Noctua y entré a ese sitio de la calle Urquiza donde antes había un piano, una batería y un pool, me dio mucha y hermosa nostalgia.
El sitio lo montaron de cero, estaba detonado. Cuando ves las fotos tranquilamente podrían ser de Kosovo o de Haiti. Si me decían que un misil había caído ahí, no me hubiese extrañado.
Contactaron a un fabricante de alambiques, que vivía en una granjita en un pueblito de Estados unidos, el mismo que fabricó algún fierro para el gin de los hermanos Moretti.
Buscaron el sitio por Google Street View para tener aunque sea una dimensión visual del sitio donde fabricaba y se enamoraron, era una chacrita. Acto seguido le encargaron uno. Obviamente cuando el alambique ingreso al país saltaron las alarmas del desconocimiento y la burocracia. Se pensaron que era un arma de destrucción masiva, una fábrica de metanfetaminas o algo por el estilo. El alambique rebotó y fue a parar de nuevo a la casa del viejito fabricante.
Más de 8 meses tardó en llegar, sumado a tramites en el INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura) y salud pública que no se destacan por ser demasiado expeditivos y se mueven en legislaciones contradictorias impidiendo prácticamente todo y matándote el deseo de a poco.. Así de enroscado. La trampa burocrática en nuestro país y el enorme vacío legal sino tenés paciencia, recursos y espíritu te puede truncar el sueño emprendedor en el punto de partida de un proyecto y quitarte las ganas para siempre de arrancar algo.
Para hacer un lote de Vodka se está aproximadamente diez horas. La destilación va dejando cabeza, corazón y cola.
La cabeza y la cola se descartan hasta encontrar el corazón que se desea. Mientras más neutro sea, mejor.
Noctua significa lechuza en latín y la historia se remite a que la casa que construyeron con mucho esfuerzo Taté y Hernán fue copada por lechuzas mientras se levantaba, de hecho estaban ahí, en el terreno desde antes que ellos. Ahora conviven en perfecta armonía y como homenaje bautizaron su vodka.
Un vodka realmente bueno, que combinado con pepino y anís estrellado puede tranquilamente ser el trago del verano.
Admiración a esta gente que tiene que remontar un nicho no tan masivo como el vino o la cerveza. Y con calidad.
Como no dejan de pensar, investigan en nuevos néctares, destilados y macerados.
Hay que conocerlos para entenderlo todo y darle una chance desde otro lado a una bebida increíble.
Comentarios