La amiga de Delia, que cuida a sus hijos: “no lloré, junté fuerzas para acompañarlos”

Le contó al jurado desde el día en que la conoció hasta la última vez que la vio con vida, el 29 de noviembre de 2018, previo al femicidio. “Hago lo que sea para verlos sonreír de nuevo”, agregó.

Tolaba era gendarme. Al momento del hecho estaba desocupado. Foto Florencia Salto.

A Delia Aguado la sostuvieron sus amigas. Contaba con su familia, por supuesto, que vivía en Salta y La Pampa. Pero estaba lejos. Con ellas compartió su cotidianidad y les confió las situaciones de maltrato y acoso que ejerció Diego Tolaba, su esposo. Sus relatos la salvaron. Fueron los que permitieron, durante todo el juicio, conocer la profundidad de la violencia machista en la que estaba sumergida y la que no alcanzó, pudo o quiso denunciar.

El 30 de noviembre de 2018 el cuerpo de Delia fue encontrado en el balneario Sandra Canale. Ese mismo día la policía detuvo a Tolaba y posteriormente la fiscalía lo acusó de femicidio. Desde entonces los tres hijos del matrimonio están con la familia de una de sus amigas más queridas. La justicia de Familia le otorgó la guarda de los niños.

“Para mi es durísimo estar acá arriba”, declaró la testigo ante el jurado que esta semana emitirá su veredicto. Describió desde el día en que la conoció hasta el último que la vio con vida. “Las dos estábamos sin familiares directos acá en la ciudad de Neuquén. Delia era una mujer con mucha sonrisa. Lo único que ella deseaba era poder terminar la carrera que estaba haciendo. En ese momento ya había empezado Seguridad e Higiene, técnica. Le costaba mucho, por cierto, siempre tenía que estudiar y estudiar. Y nuestro vínculo se generó enseguida”, afirmó.

Tolaba trabajaba en Gendarmería, en Rosario. “No solía estar mucho tiempo en la casa, entonces ella estaba sola. Luchaba por esa familia, que permaneciera siempre unida”, señaló. Cuando él dejó la actividad, y volvió a Neuquén, ella logró conseguir un buen trabajo. Todo cambió: “según él, ella no podía tener un mejor sueldo” (ver aparte).

A Delia la pasaban a buscar con la camioneta de la empresa a las 6 y volvía alrededor de las 19. Antes de ver a los chicos iba a lo de su amiga. “No doy más, no doy más, extraño a mis hijos, pero no quiero llegar a mi casa. Llegar allá es un infierno. Son peleas y discusiones todo el tiempo. Él me vuelve loca por teléfono”, le decía.

Indicó que había mucha “brutalidad en las palabras, ya no importaba que estuvieran los chicos cerca.” Le costó tomar la decisión de buscar un alquiler. El 29 de noviembre estuvo con Delia después de las 17. Tomaron tereré en la plaza con los niños. Tolaba arribó, declaró su amiga, y “sacó muchas fotos.” A la 1.38 fue hasta su casa preguntando si allí estaba su esposa porque había desaparecido. “Delia jamás saldría a hacer algo sin sus hijos. Jamás salió en el auto sola”, remarcó. Al día siguiente le avisaron del hallazgo.

“No lloré a mi amiga, no lloré a mi hermana. Junté fuerzas para acompañarlos. Empezó una nueva vida en mi casa”, manifestó sobre la crianza de los chicos. Enfatizó en que nunca quiso trasmitirles ningún sentimiento de odio. Sostuvo: “Yo sentí el dolor en el alma por esas criaturas, y lo siento cada vez que lloran, cada vez que extrañan. Ellos me tienen siempre parada porque hago lo que sea, lo que sea para verlos sonreír de nuevo y que nunca más sufran un dolor, porque no hay comparación”.

Hay un punto de inflexión en la historia de Delia y es cuando comienza a trabajar en una empresa, como técnica en Seguridad e Higiene. “Ahí su vida se volvió un infierno”, declaró su amiga.

Afirmó: “Al poco tiempo que él ve que ella empieza a progresar, que tiene la capacidad de sacar adelante esa familia en mejores condiciones, él empieza a celarla, a volverla loca, a querer que cambie de trabajo, porque según él, ella no podía tener un mejor sueldo.” De hecho, señaló la testigo, “para que él no se sintiera tan mal” ella prefería que Tolaba cobrara los cheques.

Agregó que “le costó tomar la decisión” de separarse. Delia decía: “que voy a hacer con tres niños sola, trabajo afuera, si trabajo acá no voy a ganar tanto y tengo que pagar niñera, y pagar un alquiler.”

El dato

25
de octubre está previsto que sean los alegatos de clausura. Luego el jurado emitirá su veredicto.
“Delia era una mujer con mucha sonrisa, con mucho brillo, una luchadora”, afirmó sobre su amiga. Foto Oscar Livera.

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