Niños de la calle, los más vulnerables

Mohamed, de 14 años, huyó de los abusos de su familia en la ciudad de Minya, en el sur de Egipto, y se mudó a la plaza Tahrir de El Cairo tras la revolución de 2011, esperando hallar allí seguridad y trabajo. “Mi padre y hermanos me pegaban, así que los dejé y me vine a Tahrir”, afirma el joven, que lleva la cabeza vendada para cubrir una herida que le hizo una piedra durante las protestas del mes pasado entre la policía y los manifestantes”. “Me sentía seguro con los manifestantes y la gente me hablaba”, cuenta Mohamed, uno de los miles de niños sin hogar que piden limosna y venden relojes y chicles en las calles de El Cairo. “Cuando me dieron (con una piedra), alguien me llevó al hospital de campo y me pusieron puntos”, cuenta. Los grupos de derechos humanos infantiles aseguran que los niños de la calle de la capital egipcia son por un lado manipulados por los violentos, que los incitan a participar en protestas políticas, a veces con consecuencias mortales, pero por otro se ven criminalizados por las instituciones del gobierno, que no pueden protegerlos y los dejan abandonados a su suerte en las calles. Al menos dos niños murieron, diez resultaron heridos y 73 detenidos en los enfrentamientos en El Cairo durante una semana en diciembre. “En lugar de ser tratados como víctimas que son en ocasiones manipuladas por violentos para que se impliquen en los disturbios, los niños son estigmatizados como criminales, cuenta Samah Hussein, que dirige un refugio para niños en El Cairo. “Sin padres o un lobby fuerte para protegerlos, los niños de la calle son explotados por la sociedad y por instituciones del gobierno”, señala. Hussein esperaba que la revolución que derrocó al ex presidente Hosni Mubarak en enero creara una mayor conciencia sobre la situación de los niños que viven en las calles de la capital, cuya cifra se calcula en unos 5.000, según el estatal Consejo para la Infancia y la Maternidad. Sin embargo, grupos internacionales aseguran que el número real es mucho mayor, con decenas de miles en las calles. “Los niños de la calle son los más débiles de la sociedad”, señala Somaya al Alfy, del NCCM. “Son vulnerables y ello los convierte en chivo expiatorio para todas las partes: el consejo militar, los manifestantes y los miedos”, asegura. El fondo de la ONU para la Infancia, Unicef, asegura que los niños de la calle han estado en primer línea de las protestas desde el levantamiento del año pasado, cuando varios menores murieron. (DPA)

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