Conocé la historia del venezolano que pasó de cirujano a playero

Las personas de esta nacionalidad son mayoría entre los inmigrantes que eligen Neuquén. Tres de cada cuatro tienen estudios universitarios o superiores acreditados.

– Papá, ¿dónde vas así vestido?

-“A trabajar”, respondió.

-¿A la clínica?

-“No hija, a la bomba”.

Así llaman los venezolanos a las estaciones de servicio. El que responde es Henry Castro un venezolano que hasta su partida ejercía como médico cirujano y profesor especializado en anestesiología. Recién ahí su hija, de 9 años, entendió cual era el nuevo trabajo de su papá.

Castro es uno de los más de 700 venezolanos que realizaron trámites migratorios en Neuquén para lograr la radicación. El delegado de la oficina nacional de Migraciones, Ricardo Leszczyki, detalló que el 28% de los 2.523 trámites migratorios realizados en su delegación durante 2018 correspondió a ciudadanos de Venezuela.

El listado se completa con un 24% de bolivianos, un 15% de paraguayos, un 11% de colombianos y un 10% de chilenos.

Además de encabezar por primera vez el ranking de inmigrantes en Neuquén, Leszczyki señaló que el 75% de los venezolanos que llegan a la región cuenta con educación universitaria o superior.

Castro trabajo en una estación del Parque Industrial. Cuenta que salió de su país escapando de la violencia y en busca de un mejor horizonte que el de la hiperinflación. Escogió Neuquén porque su hija mayor logró, el año pasado, que la aceptaran en la Universidad Nacional del Comahue (UNC).

“Al principio me resistía. No fue nada fácil porque mi esposa y yo teníamos trabajo en Venezuela. Ella es ingeniero civil y tenía su trabajo yo además de mi cargo también daba clases de posgrado en la Universidad de Carabobo”, describió.

“No sólo la parte económica se puso muy difícil en Venezuela. Mi hija debió dejar la licenciatura en Enfermería por problemas de inseguridad, porque hasta adentro de las aulas de la universidad nos asaltaban. Yo estaba reacio por la edad (52), no soy joven como la mayoría de los que vinieron para acá y además porque tenía mi trabajo. Pero con la dolarización fue imposible seguir con los estudios de mis hijos en escuelas particulares”, planteó.

El punto de inflexión -contó a “Río Negro”- fue un asalto a mano armada que sufrió en una toma cuando fue a comprar víveres para su familia, debido a que en San Diego ya no podía comprar provisiones en los supermercados porque la compra demandaba un tiempo de espera que superaba la jornada laboral.

“Los productos de primera necesidad los comprábamos, los de clase media, en una reventa a más de diez veces su valor. Se nos hacía muy cuesta arriba y con estos riesgos (de ser asaltados) fue que vendimos nuestros autos y lo que pudimos reunir y nos vinimos para Neuquén. Acá ya estaba un sobrino que es Ingeniero Industrial y consiguió trabajo”, dijo.

La validación de los títulos

Castro indicó que buscó trabajo en Salud pero aún no encontró porque sus títulos están en trámite de reválida en el ministerio de Educación.

“Quise postularme hasta en el área de Enfermería, pero aquí también están matriculados así es que me quité el chip de anestesiólogo y de cirujano. Lo que conseguí es lo que usted ve en este momento”, como playero en una estación de servicio. “Es un trabajo honrado y me permite solventar los gastos de mi familia”, finalizó.


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