Neuquén: el desafío de vivir en la ciudad como joven mapuche
Quienes deciden mantener la memoria y derribar prejuicios inscriben logros como la escritura, los rituales y hasta los grafemas para anotar su nombre en el Registro Civil.
Mewlenko vivió doce años sin documento de identidad. El Registro Civil se negaba a inscribirla con el nombre que su familia había elegido y cuya traducción es “remolino de agua”. “Mi mamá, fiel a ella, no quiso dar el brazo a torcer porque sabía que lo que estaba haciendo estaba bien”, explica la joven de 24 años. No lo aceptaban, cuenta, “porque decían que era nombre de varón y porque no estaba castellanizado. Fue uno de los primeros que se escribió con el grafemario raguileo.”
Gracias a la perseverancia de su mamá, Mewlenko dejó de ser para el Estado la niña sin nombre, obtuvo su DNI con la denominación escogida y escrito de la forma correcta, y tuvo allanado el camino para que pudiese anotar, hace poco más de un año, a su hijo como Pewma, que significa sueño. Esta no es la historia de una ocurrencia pasajera, sino de la lucha colectiva (y cotidiana) de un pueblo con una memoria viva.
“Ser mapuche es muy importante, tener clara tu identidad, sentirte bien con eso. Tengo amigas y conocí un montón de gente que es mapuche, pero no lo reconoce o no se toma el tiempo de decir: “bueno mi familia es mapuche, yo soy mapuche”, asegura Mewlenko. Lleva puesto el kupan, que es el vestido que usan tradicionalmente las mujeres. “No me lo pongo siempre, a veces por una cuestión de comodidad, pero es lo que nos identifica y estamos orgullosos de eso, lo reivindicamos y es lo que nos hace distintos”, agrega.
En el país hay 1600 comunidades indígenas identificadas, sin embargo hasta el año pasado sólo 479 contaban con el relevamiento territorial finalizado, según la cifra publicada por la jefatura de Gabinete de la Nación en su último informe enviado al Senado. Apenas llega al 29,9%.
“Hasta ahora hemos conquistado muchas cosas. No nos han dado nada, los derechos que tienen los pueblos indígenas o pueblos originarios están escritos en numerosos documentos, tratados internacionales, pero ha sido un logro ponerlos en práctica, que se ejecuten, no todos, pero la mayoría vamos sacándolos por la fuerza, por la fuerza de la prepotencia para ponerlos en práctica. Uno de ellos ha sido el derecho al territorio”, afirma Umawtufe, de 33 años. Junto a Mewlenko forman parte del lof Newen Mapu.
Los jóvenes mapuches no son meros herederos, sino que construyen su vida en un ámbito distinto al de sus antecesores. “Nosotros vivimos en la interculturalidad, nacimos en la interculturalidad, nos criamos así y vamos desarrollándonos de esa forma. Vivimos en el medio de la ciudad y en un mundo globalizado. Vivimos como cualquier persona de una sociedad occidental con la excepción de que pertenecemos a un pueblo originario preexistente al Estado. Llevamos adelante una vida lo más mapuche posible en este contexto y creo que ahí está el desafío. Nosotros desde chicos ya sabíamos de dónde veníamos, después arranca todo un proceso de investigar cuáles son tus raíces, de salir a la ceremonia y es una militancia política”, señala Umawtufe.
La Constitución de Neuquén reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas y garantiza el derecho a una educación bilingüe e intercultural. “El idioma oficial de la provincia debería ser el mapuzungun porque es el primer idioma de nuestro territorio, porque los parajes y las localidades tienen nombres en mapuzungun, pero la gente no sabe que ese es el idioma mapuche”, apunta Umawtufe.
“Se tiene al idioma como algo folclórico”, suma Mewlenko. Indica que en muchas escuelas “ya está la wenufoye (bandera mapuche) y la levantan al igual que la bandera nacional y la provincial, yo creo que por movidas de maestras, maestros y directores que un poco se cansan de esperar que el Estado promueva estas cosas”.
Para la joven vivir lo más mapuche posible es vivir en comunidad, algo que en la capital, con su geografía, se vuelve más difícil. La oportunidad de esa experiencia es el espacio que se construye en la zona de la meseta (ver aparte). “Eso nos va a permitir desarrollar nuestra cultura libremente y no determinados días, como el 24 de junio (cuando se celebra el año nuevo mapuche)”, manifiesta.
En cuanto a la crianza de su hijo, Mewlenko plantea: “es totalmente distinta a la que tuvo mi abuela, mi abuela fue la última de mi familia que fue criada en el campo como mapuche. Lo que va a tener él de distinto a otros niños es que va a conocer su identidad y va, como yo, desde chiquito a ser consciente de que él es mapuche. A reconocerlo con orgullo y no escondiéndose, que es algo que pasaba mucho antes. Uno va tratando de inculcarle lo que es la cultura mapuche de a poco, por ejemplo poniéndole el xarilogko (vincha), buscándole un instrumento para que toque. No es algo que vos vas a imponer a la fuerza, sino que son cosas tan simples pero lindas a la vez. El resto es como cualquier otra madre que veas, es re difícil.”
El municipio de la ciudad de Neuquén, bajo la intendencia de Martín Farizano, firmó un convenio en 2011 con representantes del pueblo mapuche en el que cedió 50 hectáreas para el establecimiento de un espacio comunitario en la zona de la meseta.
El proyecto incluye al lof Newen Mapu y al lof Puel Pvjv.
El acuerdo fue histórico ya que significó la entrega formal de tierras al pueblo mapuche dentro del ejido de Neuquén capital y, por ende, su reconocimiento político.
En 2018 se celebró el Wiñoy Xipantv por primera vez en el sitio. Hasta el momento se instaló allí una huerta y el rewe (lugar sagrado).
“Es una oportunidad para concretar y llevar adelante todo lo que venimos pregonando hace años, esto de vivir en comunidad, de una soberanía alimentaria, de realizar todas nuestras ceremonias”, asegura Umawtufe.
Y agrega: “no se trata de un barrio privado, no es que vamos a cerrar con paredes, la idea es respetar la identidad del lugar.”
Para Mewlenko la posibilidad de tener un espacio propio en la ciudad es muy valioso. Señala: “es nuestra primera oportunidad de vivir en comunidad en nuestro territorio. Estamos bastante entusiasmados, y por ejemplo, ahora ya estamos en proceso de construir lo que va a ser una ruca comunitaria, entre todos la estamos haciendo allá arriba. Es una buena manera de demostrar lo que es un lof, una comunidad, porque es un trabajo en el cual todos participan. Le pusimos mucho empeño y está quedando muy lindo.”
Sería genial que en todos los jardines y escuelas se levante la wenufoye, sería un buen principio, que en la educación se reconozca nuestra identidad
asegura Mewlenko, cuyo nombre significa remolino de agua
Yo no estoy de acuerdo con esta clasificación de “comunidad urbana”, para mí Neuquén capital sigue siendo territorio mapuche
sostiene Umawtufe, que toca el bajo en la banda Puel Kona
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