Nebuloso plan B
El gobierno admitió que la demora en la llegada de vacunas frustró buena parte de su estrategia central para enfrentar la pandemia y, si bien mostró conciencia de que una segunda ola de contagios masivos está cercana, no dio señales claras de cuáles serán las alternativas de política sanitaria para enfrentarla.
La sorpresiva cadena nacional del presidente Alberto Fernández fue una muestra de los problemas de comunicación del gobierno en esta pandemia. Generó expectativa, diluida a medida que el mandatario realizaba un análisis general sobre la situación y pocos anuncios concretos, más allá del ambiguo “mayor control de las fronteras y vuelos”, carente de precisiones.
La principal información dada fue la ratificación de que apenas llegó al país un 6% de las vacunas contratadas por Argentina y no hay certezas de cuándo arribarán nuevos cargamentos, lo que frustra la principal apuesta sanitaria: tener inmunizada a buena parte de la población antes del invierno. Lejos de las 15 millones anunciadas en diciembre, al jueves se distribuyeron 3.843.565 de las 4 millones de dosis recibidas, de las cuales se aplicaron 2.939.364. La principal traba para un mayor ritmo de inoculación es la escasez global: para los próximos días el gobierno apenas dispone de las 300.000 de la Sputnik V que llegaron el viernes y espera por las 3 millones de dosis de Sinopharm prometidas, aún sin fecha de envío.
Apenas llegó al país un 6% de las vacunas contratadas y no hay certezas sobre nuevos cargamentos, lo que frustra la principal apuesta sanitaria: inmunizar a buena parte de la población antes del invierno
El resto de los países de América Latina, a excepción de Chile, enfrentan problemas similares de abastecimiento. Fallas de logística, producción, recursos y, sobre todo, desigualdad en la distribución de los fármacos explican la situación: el 10% de los países más ricos del mundo acaparan tres cuartos del total de las vacunas producidas.
Según timetoherd.com, si mantiene el ritmo actual, a nuestro país le tomaría 494 días (más de un año) vacunar al 70% de la población, por debajo de Chile (64 días), EE.UU. (138) o Uruguay (364), pero por encima de Alemania (499), Italia (516), España (649) o Perú (2.130 días). Al mismo tiempo, hay fuertes desigualdades entre provincias: mientras algunas ya aplicaron el 80% de las dosis recibidas, otras no superan la mitad. Algunos distritos vacunan a personas no prioritarias, mientras otras aún no cubrieron a su personal de salud ni mayores de 90. Ni hablar de las denuncias, ya cotidianas, sobre situaciones irregulares de quienes se “saltan la fila”.
Si mantiene el ritmo actual, a nuestro país le tomaría 494 días (más de un año) vacunar al 70% de la población
Ante esta situación, el gobierno no ha sido claro en mostrar cuál será la estrategia alternativa frente a la llegada de la segunda ola, que tanto epidemiólogos como autoridades consideran cuestión de semanas. Por ahora sólo se habla del mayor control de viajeros y la posibilidad de diferir la segunda dosis de algunas vacunas, para tener mayor cantidad de población inmunizada con al menos una de ellas. Una posibilidad que se pensó y se descartó en enero.
La principal preocupación hoy es Brasil, donde regiones enteras están en colapso sanitario y ya circula una variante de coronavirus (llamada popularmente “cepa Manaos”) más contagiosa, con efectos más graves para la salud y que sería más letal. Ya se ha detectado su presencia en viajeros arribados a Buenos Aires y Córdoba, aunque aún no se ha detectado circulación comunitaria de esta mutación.
En el propio gobierno hay quienes plantean restricciones más fuertes que “recomendaciones”: cierre de frontera, testeos y controles a fondo, como lo hacen Australia o Nueva Zelanda. La Pampa estableció cuarentena obligatoria de 14 días a quienes regresan del exterior, pero otras jurisdicciones no. Tampoco se ha definido si habrá más secuenciación genómica en los testeos para rastrear estas nuevas variantes.
Por ahora, los consejos siguen siendo los mismos: distancia social, barbijos, higiene de manos, ventilación. Sin embargo, el gobierno sigue sin explicitar una estrategia clara y un liderazgo real del ministerio de Salud para evitar inequidades en vacunación, y garantizar datos transparentes y medidas sanitarias concretas ante el aumento de contagios, internaciones y muertes.
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