Natalia Kiako te va a gustar: es la reina del “sentirse bien comiendo bien”
De chica light pasó a ser una de las mejores representantes de la cocina saludable. Relajada, criteriosa y nada fundamentalista. En esta entrevista no cuenta calorías sino su particular mirada de la vida. #tevaagustar
Natalia Kiako te va a gustar: es la reina del “sentirse bien comiendo bien”
De chica light pasó a ser una de las mejores representantes de la cocina saludable. Relajada, criteriosa y nada fundamentalista. En esta entrevista no cuenta calorías sino su particular mirada de la vida. #tevaagustar
Primero conocimos a Natalia Kiako a través de su libro “Cómo como”. Después por su blog Kiako, the cook. Y ahora por esta entrevista con “Yo Como”. Es licenciada en Letras, periodista y editora; pero esencialmente una practicante de la comida saludable sin fundamentalismo. Ese es su imán, actractivo y encanto. Alguna fue una chica light. “Compraba postrecitos a la salida del trabajo, contaba calorías y cenaba ensaladas con mucha lechuga y poco aceite y nada de gracia. Nunca tuve más rollos que en esa época: especialmente rollos en la cabeza”, confiesa siempre. Si bien es súper joven, con los años aprendió que dejar de obsesionarse por sus kilitos la llevó a alimentarme mejor. “Lo lindo es sentirse bien, comiendo bien”, es su eslogan. Por eso quisimos conocerla aún más en profundidad.
Natalia te va a caer bien. Y lo mejor es que vas a terminar siguiéndola.
– ¿Cómo definirías tu cocina? Porque en vos fluye y converge lo vegano, vegetariano, crudo y sin gluten.
– Mi cocina busca ser saludable sin sacrificios, reencontrándose con los sabores que pueda tener una preparación lo más natural y simple posible. Busca también adaptarse a los criterios alimentarios de diversas personas: siempre que puedo, las recetas indican cómo versionarse para lograr opciones sin gluten, raw, veganas, etc, aunque yo no siga ninguna de esas dietas a rajatabla.
Convergen en mi cocina aún así porque me interesan, me nutro lo más equilibradamente posible y creo que los que no necesitemos ninguna restricción alimentaria explícita podemos beneficiarnos de comer un poco menos de gluten, un poco más crudo, un poco menos de proteína animal.
Entonces, cuando puedo, varío esos factores sin anularlos ni prohibirlos. Y siempre privilegiando que los resultados sean tentadores y nos apetezcan, porque en caso contrario no sirven de nada.
– Hay una cosa interesante en vos que no sos fundamentalista…. no sos de los NO….esto, me parece, te hace más amigable con lo saludable, ¿verdad?
– Me parece que sí, que hay algo de lo restrictivo y de las prohibiciones que sólo generan culpa, malestar, frustración en alguien que simplemente quiere encontrar hábitos y herramientas para comer mejor sin obsesionarse. Entonces se agradece una cocina que abre puertas (a ingredientes nuevos, a formas nuevas de cocinarlo, a versiones de platos riquísimos que ya nos gustan con más fruta y verdura incorporada).
Creo que además yo no puedo decirle al otro qué es saludable como para volverme fundamentalista: cada cual necesita seguir un tipo de alimentación y debe descubrirlo con su propio cuerpo, formando criterio con sus propias manos, aprendiendo. Paso herramientas y cuento mi experiencia. Eso también me parece que es clave para la linda relación que se armó con los lectores: yo soy una más, soy una chica cualquiera que tiene la particularidad de sentir mucho entusiasmo por la cocina y mucha curiosidad por probar cosas nuevas. Y que también se equivoca en el camino. Casi como cuando tenemos una amiga que sabe más de algo que nosotros y la llamamos para hacerle consultas. Eso permite una cercanía que quizás no es posible con un chef en la tele por ejemplo.
– ¿Qué no debe faltar nunca en la heladera? ¿Y en la alacena?
– Creo que lo que no debe faltar depende en gran medida de qué necesita cada persona, y qué le gusta más dentro de lo que le hace bien. No es igual para todos. En la mía no pueden faltar los cereales integrales, especialmente el arroz yamaní y el mijo; el zapallo cabotiá, las zanahorias, la fruta de estación; la palta, el aceite de oliva. En la alacena tengo siempre legumbres (garbanzos, porotos, lentejas) y harinas para cocinar: harina integral de trigo, la más común, pero también la harina de arroz integral que es dulce y sabrosa, harina de garbanzos para fainá y otras preparaciones, uso mucha avena remojada. También nos encantan los lácteos entonces suelo tener (trato de que sean biodinámicos, no ultraprocesados, y también usamos mucho de cabra ).
– ¿Te gustan las conservas? ¿Sos de hacer o de comprarlas?
– Me parece que las conservas son un gran aliado para el que no tiene tiempo de cocinar a menudo, y además son una forma de conservación que con sabiduría encontraron los pueblos para preservar y potenciar los nutrientes de los alimentos. Por eso cuanto más artesanales, mejor. No profundicé demasiado en ellas (apenas hice limones en conserva, salsa de tomates casera y algunos dulces) pero es una asignatura pendiente. El motivo es que como cocino tanto, no tengo tremenda necesidad de conservas, pero lo súper recomiendo! Los vegetales en conserva son una excelente fuente de alimentación.
– Para cocinar saludable siempre, que no sea algo espasmódico, ¿hay que programar la alimentación de la semana? ¿qué día y para qué días? ¿cómo lo hacés vos?
– No me organizo planificando la cocina semanal, primero porque tengo una forma de ser bastante caótica, lo confieso, y segundo porque como cocino tanto y no trabajo en una oficina con horario fijo puedo ceder a ese caos interior. Lo mismo que dije para la elección del tipo de alimentación se aplica a la forma de ordenarse: debe ser elegida para cada familia, según sus hábitos, sus necesidades y sus preferencias. Sí me parece que hay algunos aliados para todos, que estaría bueno que apliquemos. Una cosa es pre-producir. No podemos empezar cada comida de cero porque sería agotador.
Tenemos que tener en la heladera algún cereal cocinado previamente, algunas verduras listas para usar, incluso cocidas al vapor o al horno, las zanahorias ralladas o la espinaca lavada. Tener en remojo las legumbres del día anterior, en fin. Es una buena clave dejar listos en la heladera comodines para armar un plato con pocos minutos cuando lo necesitemos.
Lo otro que ordena mucho es aprender a hacer las compras. Elegir en la verdulería lo que está fresco y barato poruqe es de estación, aprender a tener frascos grandes con las cosas de almacén que veamos que más nos gustan (cereales, legumbres, harinas, frutos secos, cacao para dulces, azúcar mascabo o miel…), y con eso organizarnos. Si se cocina los domingos para freezar y para comer en la semana, bien, es un buen camino. Dejando en la heladera arroz y garbanzos ya tenemos la base para hacer al día siguiente una ensalada, croquetas o hamburguesas.
Podemos “reciclar” el mijo de ayer en forma de bollitos o aprovechar las sobras de verduras horneadas en una tarta o en tortilla. Estas cosas llevan poco tiempo si ya teníamos algo hecho.
– Vegetales… ¿cómo “vendérselo” a los chicos? Ya sé, lo primero es que nos vean a nosotros, los padres, consumirla y con gusto…
– Está muy bien lo que decís, no podemos esperar que la hipocresía de comer panchos nosotros y darles brócoli a ellos funcione. Pero pienso que lo peor es prohibirles o forzarlos a comer de una forma que no quieran. Es traumático, sólo genera una reacción adversa, y una relación horrible con los alimentos. Lo mejor que podemos hacer es tratar de brindarles consciencia alimentaria, y por supuesto es lo más difícil! como todo en la crianza, que siempre el mejor camino es un poco más esforzado pero vale la pena. Entiendo que quienes no acostumbren desde muy pequeños a comer vegetales y frutas tengan que desandar un camino y eso es más difícil.
Creo que además de charlar con los chicos y no solo convencerlos porque hacen bien, hay que compartir con ellos la cocina, dejarlos experimentar, probar, ensuciarse, jugar. Elegir con ellos la verdura, que participen de todo el proceso que lleva la comida a la mesa. Que cocinen les abre la cabeza. Después podemos usar parvas de zanahoria para hacer un budín o carrot cake que les va a encantar, por ejemplo. Podemos compartir cómo una remolacha tiñe todo de fucsia lo cual es mágico. Podemos agregar verduras a la pizza, a quién no le gusta una verdura gratinada? O incluir espinacas en cosas que ya coman, como fideos, arroz, salsas… cada casa es un mundo, pero me parece más importante sumar y participar juntos que prohibir o insistir.
– ¿Qué te atrae más de la cocina? ¿El compartir, el reutilizar todo, los condimentos, los aromas y sabores, los recuerdos?
– Creo que todo junto. Me gusta mucho la puerta que me abre la cocina para salir a jugar. Es algo muy lúdico, combina todos los sentidos, es bien experimental y me hace “apagar” la cabeza. También me parece que es un gran regalo que me hago y le hago a mi familia la comida hecha en casa, que tiene un valor afectivo y nutritivo incomparable con la comida hecha. Pero disfruto de la experiencia, no lo hago sólo por el resultado. Creo que es bueno tratar de hacer el esfuerzo todos de reconectar con el placer de cocinar. No dejarnos llevar tanto por el cliché de que es una obligación, un deber, un peso. Si lo encaramos de otra forma puede ser un momento hermoso.
– ¿De dónde viene tu gusto por cocinar?
– Mi familia es muy cocinera, mi mamá y mi abuela siempre cocinaron muchísimo, muy bien y con gran placer. Disfrutaban de brindarnos la comida también. Pero después otro componente fundamental fue conectar con todo el poder de decisión y de acción que me daba cocinar sobre mi propia vida. Cambiar algunos hábitos y la forma de elegir qué comprar, qué cocinar, qué comer, son decisiones incluso políticas. Tienen mucho que ver con tomar conciencia y decidir mejor para uno mismo.
– ¿Está de moda cocinar o lo ves como una recuperación de una costumbre que se había ido perdiendo?
– Me parece que pasan las dos cosas. La cocina es algo tan primario, tan básico en nuestras vidas, que las elecciones que tomamos al respecto van a ser muy importantes para definir quiénes somos, qué compramos, qué estilo de vida llevamos y para dónde va el camino de todos, juntos, como grupo humano. Entonces es natural que sea un foco de atención y de interés de los medios, que quieran de algún modo dictarnos qué elegir. Pero también es una excelente oportunidad para todo lo contrario: reapropiarnos de la cocina y de nuestras decisiones alimentarias, reconectar con los 5 sentidos, volver a comer alimento y no sólo sabores sobre sustancias artificiales. No es una mala moda, si lo pensamos bien…
– Tips para madres jóvenes.
– Me parece bueno pensar como mamás en criar a los chicos dándoles la mayor autonomía y consciencia que se pueda, para cuando crezcan y aún hoy. Que participen en las compras, en la cocina y en la elección de los alimentos (por supuesto eso no significa comer chocolate de la mañana a la noche, como tampoco cederíamos a ese impulso para nosotros) pero tratar de hacerlos partícipes y compartir esos momentos con ellos como cualquier momento compartido de juego en casa. Darles a elegir entre cosas buenas. A medida que aprendan ellos mismos van a saber elegir. Por supuesto eso no quiere decir que no vayan a disfrutar de una medialuna o un helado, pero van a saber que a diario en casa la comida es otra cosa y que no se puede vivir a base de azúcar, no por prohibición sino porque también podrán apreciar los demás sabores.
Los chicos tienen el paladar más virgen y están más abiertos a disfrutar de lo ácido, lo amargo, cosas diferentes, si no les cerramos nosotros el camino hacia sólo lo dulce. También me parece que hay que dejarlos ensuciarse. Que mientras tomen teta la teta es el alimento y lo demás es juego y exploración. Y después, más adelante, que en casa haya opciones saludables siempre que se adapten a los gustos y necesidades de la casa. Si pasan por una “racha” de gusto por la batata, bueno, que haya batatas, ya se van a entusiasmar con otro ingrediente que también esté en casa sin que se los enchufemos a la fuerza.
– Tips para jóvenes que recién se van a vivir solos.
– Que traten de revisar lo que “heredaron” y quedarse con lo que les guste pero se animen a cambiar lo que no. Que no se compren todo lo que tiene etiqueta verde o dice “light” pensando que eso es saludable, porque no es cierto. Que traten de dejar en la góndola las comidas ultraprocesadas, llenas de ingredientes misteriosos, conservantes y colorantes y apelen mejor a las comidas simples que no vengan pre-fabricadas.
¿Qué te pareció Natalia, su modo de ver las cosa, su pasión por la cocina?
Para comunicarte con Natalia
https://www.facebook.com/natikiako
https://www.facebook.com/kiakocooks
Horacio Lara
WhatsApp: 298-154-551-551
hlara@rionegro.com.ar
Comentarios