Música para sus oídos

Soria admite ser parte de una generación política merecedora de antipatías, pero logró como pocos renovar el crédito de sus vecinos.

Aún admitiendo su pertenencia a esa generación de políticos argentinos merecedores de la antipatía popular en el último trienio, Carlos Soria puede ostentar hoy un capital que parecía extinto para la mayoría de los dirigentes partidarios de esta provincia.

Soria goza por estos días de una imagen positiva entre los roquenses y proyecta esa aceptación hacia varias comunas del Alto Valle, que lo referencian como la figura de mayor peso regional para iniciar el diálogo convocado por el gobierno de Miguel Saiz.

Interesante es, entonces, analizar cómo hizo el intendente de Roca para revertir ese rechazo contundente y construir la cuota de confianza que primero le permitió quedar muy cerca de convertirse en gobernador, luego ganar las elecciones en una ciudad emblema de la UCR y finalmente asumir –hace una semana- con el respaldo de un conjunto que advierte pocas posibilidades de que su gestión resulte globalmente negativa.

En primer lugar, deben nombrarse los aportes indirectos que recibió a partir de la llegada del peronismo a la Presidencia de la Nación y el desgaste del radicalismo en esta ciudad, tras gobernar 18 de los últimos 20 años.

Esa búsqueda de cambio favoreció a los intereses de Soria, que al mismo tiempo supo aprovechar su buena relación con ministros y funcionarios del gabinete nacional para prometer sin temor a fallar las primeras obras de infraestructura en su gestión municipal.

Sin embargo, hay una clave para que en el barajar y dar de nuevo de su carrera política a Soria le tocaran cartas ganadoras: el importante espacio que ocupa en su mente ahora la opinión pública.

Aunque a otra escala, el escenario en el que mejor juega hoy el jefe comunal es similar al que reportó índices récord de popularidad al presidente, Néstor Kirchner, luego de las destituciones en la Corte, el aumento a jubilados y el salario mínimo, etc.

En la campaña hacia el 26 de octubre, Soria caminó barrios, golpeó puertas y escuchó de las penas ajenas como nunca antes. Lo reconoció poco después de ganar las elecciones.

Durante la transición hasta el día de jurar, las acciones de este nuevo gobierno roquense se orientaron a encontrar respuestas a esos reclamos puntuales, como también a los generales que realizan los vecinos en la calle o a través de los medios de comunicación.

Se necesita más seguridad en los accesos, se gestionaron los derivadores para la ruta 22; se necesita más verde, se anunció la construcción del Paseo de las Vías; se necesita más limpieza, un batallón de barrenderos salió a las calles desde el mismo miércoles y se trabaja ya en el proyecto para comprar nuevas maquinarias viales.

El discurso de asunción fue otro signo característico de quien busca congraciarse con la masa.

Ninguna alusión partidaria, reconocimiento a los errores de la política en el pasado, convocatoria a la integración de los diferentes sectores sociales y un cierre épico, asegurando que ser roquense es una vocación porque todos los días convoca a un desafío.

No obstante, el dato más elocuente de esta estrategia es la existencia entre sus colaboradores de un profesional destinado exclusivamente a realizar encuestas en los barrios y el centro de la ciudad.

De esta manera, el intendente apunta a conocer de primera mano cuáles son las dificultades más comunes entre los vecinos y qué evaluación hacen las mismas personas sobre el abanico de soluciones que les ofrece el municipio.

Por todas estas señales, es muy posible que la imagen de Soria se mantenga en alza durante los primeros meses de gobierno.

El desafío se planteará cuando la gestión haya transitado sus primeros kilómetros, la etapa de «ablande» haya sido superada y deban afrontarse conflictos que afecten intereses sectoriales, como el cambio en el cálculo de las tasas que intentará reimpulsar Hacienda.

«No vengo con paños fríos ni manos temblorosas», dijo Soria para asegurar que las primeras obras anunciadas corresponden a una legítima necesidad y no a una postura demagógica.

Hoy, los roquenses le creen.

El gobierno peronista toca música para sus oídos y el director de orquesta vive un idilio con el público. Algo que quizás nunca pensó le llegaría tan rápido luego de varias funciones a sala vacía.

 

Hugo Alonso

halonso@rionegro.com.ar


Aún admitiendo su pertenencia a esa generación de políticos argentinos merecedores de la antipatía popular en el último trienio, Carlos Soria puede ostentar hoy un capital que parecía extinto para la mayoría de los dirigentes partidarios de esta provincia.

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