Murió Libertad Lamarque, una gloria del tango

La actriz falleció a causa de una pulmonía grave.

La legendaria actriz y cantante argentina Libertad Lamarque murió ayer a la madrugada en la capital de México, a los 91 años, víctima de las secuelas de una pulmonía.

La noticia fue confirmada por Francisco Flores, directivo de la cadena de televisión de ese país, Televisa, donde la actriz trabajaba en una telenovela.

Flores dijo que a la una de la mañana, hora de México (4 de Argentina), Lamarque falleció como secuela de una pulmonía que la había obligado a abandonar su actividad en la telenovela “Carita de Angel”, donde personificaba a una madre superiora. El directivo mexicano señaló a radio Mitre que también para los espectadores de ese país la cantante era “un ícono, significaba mucho, todo”.

Lamarque estaba radicada en México -aunque también residía en Miami- desde hace cerca de medio siglo, pero periódicamente viajaba a la Argentina.

Dueña de una extensa trayectoria, Lamarque, “Libertad de América”, o “La novia de América” como se la conocía había nacido en Rosario. La fecha de nacimiento de la artista varía según las distintas fuentes, aunque la mayoría coinciden en que fue el 24 de noviembre de 1906 (o en 1908, 1909 ó 1912, según otras versiones).

Tenía una única hija llamada Mirtha Romero Lamarque de De Luca, de 73 años y varios nietos, uno de los cuáles canta folclore y vive en Córdoba.

En 1946, tras la llegada al poder del peronismo, decidió exiliarse en México, luego de protagonizar una publicitada controversia con Eva Perón.

Su decisión la hizo sufrir mucho, según señalaban quienes la conocían.

También fue muy difundido su distanciamiento con la peronista Tita Merello, aunque en los últimos años se habían vuelto a ver en estricto secreto.

En 1933 comienza el cine sonoro. Casi al mismo tiempo, nace Argentina Sono Film, que debuta con “Tango”, la película estrenada el 27 de abril de ese año, que la tuvo como protagonista. Después vendrían “Madreselva”; “Huellas del pasado” y “Te sigo esperando”.

En México protagonizó docenas de películas, entre ellas «La loca», «Ansiedad», «Amor de sombra», «Rosas blancas para mi hermana negra», «Yo pecador» y «Bodas de oro». Además, alternó con grandes estrellas nacionales como Pedro Infante, Ricardo Montalbán, Miguel Aceves Mejía, Arturo de Córdova, Jorge Mistral y Pedro Armendáriz.

Más acá en el tiempo, en 1971 el filme de Enrique Carreras “La sonrisa de mamá” la tuvo como coprotagonista junto al entonces joven cantante y hoy senador Ramón “Palito Ortega”. Fue su anteúltima película.

“La muerte es parte de la vida misma, uno tiene que asimilarlo con tristeza, pero es la realidad. A veces, algunas personas mueren sin haber cumplido sus sueños, pero Libertad lo ha transitado plenamente”, declaró Palito por Radio Mitre, al hablar a horas de conocerse el deceso de la actriz. Dijo también que “si bien es dolorosa su muerte, Libertad murió como eligió vivir, trabajando”.

Pese a que de niña la habían retirado de un coro “porque desafinaba”, según consideraba su maestra, resultó exitosa también su trayectoria como cantante, cuyo debut se registra en 1926 grabando los tangos “Intimas” y “Déjalo”, para el sello Odeón.

Hacía poco tiempo había recibido una distinción por su trayectoria, en una ceremonia realizada en el palacio de Bellas Artes de la capital azteca. En oportunidad del festejo que se realizó allí al cumplir nueve décadas, después de soplar nada menos que 90 velitas dijo que aún sentía deseos de continuar su labor televisiva.

Acababa de terminar de grabar “La usurpadora”, de gran éxito también en la Argentina, y se abocó entonces a su nueva novela, “Carita de Angel”, con la participación de la célebre actriz y cantante mexicana Thalía.

“El trabajo es parte de mi vida. Si dejo de hacerlo, me agoto. Tengo una propuesta de Televisa pero esta vez no voy a trabajar tanto”, dijo en esa oportunidad la actriz. (DyN/EFE).

Luces y sombras

Cuando apenas tenía ocho años, y con el apoyo e incentivo de su padre, Libertad Lamarque comenzó a actuar y a cantar en teatros de Rosario, su ciudad natal, y en 1924 se trasladó a Buenos Aires para dar comienzo a una de las carreras más largas y exitosas de cualquier artista latinoamericana.

Poco tiempo después de llegar a la gran ciudad debutó en un programa de radio cantando “La cumparsita”, haciéndolo en 1926 en teatro como única artista sobre el escenario.

En ese mismo año firmó su primer contrato con la RCA Víctor, sello con el que grabaría a lo largo de toda su vida y al que perteneció hasta su muerte, aunque ahora se llama BMG tras ser adquirido por el conglomerado alemán Berstelmann.

Con la mente puesta más allá de las fronteras de su Argentina natal, Lamarque incluyó en su primer disco el estilo “Caucho sol” y la tonada “La chilenita”. Esta última canción le permitió hacerse popular en el vecino Chile, país que visitó a lo largo de toda su vida y donde pasó momentos felices y otros no tanto.

Una vez trató de quitarse la vida arrojándose del balcón de la pensión donde estaba en Santiago, Chile, con su esposo, Emilio Romero, quien era víctima del alcoholismo y por esto le hacía la vida imposible a su joven esposa, ya que se habían casado cuando la actriz tenía 17 años, que no veía otra salida que la muerte. (Reuters/AR).

La ficción en México, el placer en Miami

Miami (EE. UU.) (EFE).- La actriz grababa telenovelas en ese país, pero regresaba cuando podía a su casa de Miami, donde estaba rodeada de los recuerdos de sus ochenta películas y de sus ocho gatos.

«La Novia de América» tenía una casa en Coral Gables, una ciudad dentro del Gran Miami, que había agrandado y en la que había instalado una piscina cubierta, y donde no faltaban los gatos por todas partes.

A los ocho gatos les puso estos nombres: El Negrito, Pintico, Panchito, Teresita, La Grichi, La Galega, Pintica y Blanca. Ella sabía cuál era cuál y le encantaba demostrarlo a los visitantes. Sus 94 años encima no eran muy evidentes. Se notaba su baja estatura y su caminar lento. Pero siempre era despierta, coqueta, y con salidas humorísticas.

Por ejemplo, cuando se le preguntaba a quién de los galanes con los que trabajó recordaba con más cariño. Ella, diplomáticamente, contestaba: «Todos». Pero Irene, al quite, le rectificaba al oído y le recordaba que en su autobiografía ella menciona con más cariño a los mexicanos Arturo de Córdova y Pedro Infante.

«Pero el más guapo de todos era Pedro Armendáriz», aclaraba ella.

En mayo pasado, el Festival de Cine Hispano de Miami le dió un homenaje con una retrospectiva de sus más importantes películas.

Jaime Angulo, director del Festival, dijo que en los días que estuvo con ella quedó sorprendido por la vitalidad y el entusiasmo que tenía y el afán de agradar a todos.

Entonces decía que no tenía planes para jubilarse y que seguía siendo la «Novia de América».

Con ese nombre fue bautizada en los años cuarenta por el periodista cubano Ciro de la Concepción, cuando llegó por primera vez a La Habana para inaugurar el Teatro América.

Coqueta, dicharachera y encantadora, «Doña Liber», dejó impresionado a un reducido número de periodistas que asistieron a una rueda de prensa antes del homenaje en Miami.

Cuando le preguntaron qué pensaba de una actriz joven que le quería usurpar el título de «Novia de América», Lamarque la calificó de «pobrecita».


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