¿Cómo funciona el Emprotur en Bariloche?

El ente mixto está en el centro de la polémica por el uso de fondos públicos por parte de un funcionario que generaron hoy amplio debate en el Concejo. Sus orígenes, mutaciones y el modelo que hoy ¿está en crisis?

El Ente Mixto de Promoción Turística nació a mediados de los 90 con el propósito de asegurar a Bariloche un instrumento ágil y ejecutivo orientado a captar mayores volúmenes de visitantes.

Su originalidad consistió en generar en el seno mismo del Estado municipal un enclave de injerencia privada en el manejo de fondos públicos, con un gerenciamiento profesional en materia de publicidad y marketing, muy en la línea de la cultura menemista que prevalecía en esos años.

El modelo logró prosperar hasta hoy, fue copiado por otras localidades turísticas y también por la Nación, que a imagen y semejanza del Emprotur barilochense creó varios años después el hoy influyente Improtur.

El formato del ente nacional influyó para modificar en 2012 el reparto de responsabilidades en el Emprotur local, que desde un inicio estuvo acaparado por el sector privado, con la presidencia del directorio reservada a la Cámara de Turismo.

El cambio consistió entonces en reservarle la presidencia al Estado, en cabeza del secretario municipal de Turismo. La vicepresidencia quedó para los privados. Ambos encabezan una mesa chica de conducción con seis miembros, tres por cada lado. A sus espaldas funciona un “consejo asesor” integrado por catorce entidades y cámaras empresarias que representan a las distintas actividades económicas ligadas al turismo de Bariloche y el cerro Catedral.

Detrás de la crisis actual aparece la evidencia de que ese rol preponderante del Estado en la práctica no funcionó como imaginaron los legisladores, ya que el actual secretario de Turismo, Gastón Burlón, también proviene del empresariado turístico y comparte en lo esencial su mirada y prioridades.

Además del gasto en patrocinios de fiestas y competencias deportivas, los costosos viajes de promoción que despliega el Emprotur a ferias en el exterior siempre fueron observados con recelo. Pero si hubo diferencias internas nunca trascendieron, y los reproches públicos no fueron más allá de alguna queja aislada de los contribuyentes.

El cuestionamiento desatado ahora por los gastos personales de Burlón en Europa y la investigación resultante quizá sean el episodio más grave en la historia del Ente y terminen por precipitar un debate sobre su presente y futuro, hasta ahora bloqueado.

El actual concejal Pablo Chamatrópulos (Podemos) defiende desde 2019 su tesis de que el Emprotur debe ser disuelto, porque no tiene sentido mantener esa estructura que maneja “pautas de publicidad obsoleta, en tiempos de comunicación digital”. Considera que esa tarea debería ser absorbida por el propio municipio.

Argumentos parecidos había expuesto ya en 2001 el entonces concejal Claudio Lueiro, del Partido Provincial Rionegrino, cuando impulsó sin eco un proyecto para dar de baja al Emprotur y delegar sus funciones en la secretaría de Turismo. Su argumento: “los resultados son insatisfactorios y no reflejan el esfuerzo que hace el pequeño comerciante”.

Aludió así a la tasa obligatoria que pagan todas las habilitaciones municipales (no solo las turísticas) para sostener las actividades del Ente, cuyo presupuesto para este año es de 1.009 millones de pesos. Ese monto se integra con una previsión de 664,9 millones por recaudación de la tasa y otros 344,6 millones que aporta por ley la provincia de Río Negro.

Una de las banderas de los empresarios que defendieron desde siempre la fórmula Emprotur fue la eficiencia en el manejo de los recursos y la limitación fijada por ordenanza para que los gastos de funcionamiento del organismo no superen el 20% del total. El resto debe destinarse completo a las campañas y acciones que generen “demanda turística”.

Pero parece que los recaudos no alcanzaron para evitar el manejo desprejuiciado de una tarjeta de crédito pagada con fondos públicos. La impronta “técnica” que el Emprotur levanta como bandera puede tener también sus deslices. Siempre se aprende algo.


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