Análisis: El bloque en el poder que sostiene a Maduro está en apuros, pero sin fisuras visibles

El dilema que enfrentan la líder opositora Corina Machado y el “legítimo presidente” Edmundo González Urrutia es que una “normalización” del régimen haga decaer el fervor opositor. ¿Hacia dónde va Venezuela?

La imagen que más cuidó Maduro ayer no fue la pequeña multitud, dos presidentes y diplomáticos que asistieron a su ceremonia de asunción en la Asamblea. Ocurrió poco después, en la Academia Militar de Venezuela, donde recibió un juramento de lealtad de 3.200 militares, policías y seguidores del chavismo.

La mayoría de los observadores coincide en que, más allá del rechazo de la mayoría de los países de Occidente, Maduro sigue contando con el firme respaldo de aliados como China, Rusia, Cuba, Irán. Y sobre todo de los principales factores de poder en el país, pese a los intentos de la principal opositora, Corina Machado, de generar grietas en el bloque de poder mediante agitación y movilizaciones.

El dilema que enfrentan Machado y el “legítimo presidente” Edmundo González Urrutia (que ayer también le habló a los militares pidiéndoles «desconocer las órdenes ilegales que le sean dadas por quienes confiscan el poder») es que la “normalización” del régimen haga decaer el fervor opositor.

Una radicalización de las protestas en forma insurreccional tendría graves consecuencias, básicamente sangre y más represión en las calles. Maduro ya dio muestras de que está dispuesto a llenar sus temibles cárceles todo lo que sea necesario para sostenerse en el poder.

Todo esto en un país que recuperó cierta normalidad al superar relativamente la aguda escasez de alimentos y la hiperinflación, pero que aún sufre una brutal crisis humanitaria producto del estancamiento económico, un salario mínimo mensual de tres dólares, precios todavía en aumento, racionamiento de combustible y sistemas de educación pública y salud colapsados.

También hubo un aumento de la desigualdad, ya que el modelo tiene pocos ganadores: funcionarios del régimen y sus familias, altos militares y los afortunados con vínculos políticos que se benefician de trabajos y contratos para importar y vender artículos, vehículos, abrir restaurantes y otros negocios ligados al turismo internacional.

Otro problema para la oposición, y para los países vecinos de Venezuela, es que más jóvenes y familias, desalentados por el fracaso de un cambio mediante las urnas, “voten con los pies” y engrosen la masa de más de 7,7 millones de venezolanos que ya abandonaron el país en busca de mejores condiciones de vida y más libertad.


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