MICHEL FOUCAULT: La palabra que transforma
Un día como hoy Michel Foucault hubiera cumplido 80 años. El pensamiento del filósofo todavía genera controversia. Mientras algunos vieron en él un genio, otros simplemente lo definieron un encantador de serpientes.
El pensamiento de Michel Foucault era multifacético y alejado de todos los dogmas. Cuando el filósofo francés escribió sobre medicina, sexualidad y las cárceles, o cuando comparó las escuelas con los hospitales y los métodos médicos con los jurídicos, no se trataba para él de analizar formas de comportamiento e ideologías sociales, sino las regularidades de la subordinación y su problematización.
Foucault es considerado como uno de los grandes pensadores del siglo XX y el principal representante del estructuralismo.
Sin embargo, este filósofo que hubiese cumplido 80 años hoy rechazó durante toda su vida esta etiqueta.
Sobre las teorías de Foucault, que murió de sida el 25 de junio de 1984 en París, se debaten hasta hoy los científicos sociales y de la cultura.
Porque en su trabajo de investigación siempre se caracterizó por poner todo en cuestión, darle la vuelta o cambiar el ángulo de análisis.
«Nunca pienso exactamente lo mismo, porque mis libros son para mí experiencias, experiencias en el sentido más pleno en que esta expresión se puede usar. Una experiencia es algo de lo que se sale transformado. […] Yo sólo escribo porque no sé exactamente lo que debo pensar de lo que me ocupa», escribió Foucault cierta vez.
Por eso, la pregunta de lo que es realmente el estructuralismo francés se hace por lo general en vano. Muchos de sus principales representantes siempre han evitado una clasificación; también Foucault, quien se hizo conocido ya en los años 60 por sus trabajos «El nacimiento de la clínica» y «Las palabras y las cosas».
Su forma tan personal de presentar la conciencia, las instituciones y actitudes sociales como sistemas similares a los del lenguaje generaron muchas críticas, pero también muchos elogios al filósofo. «Foucault es el perfecto historiador», se entusiasmaba hace veinte años el historiador Paul Veyne.
En cambio, su colega Jacques Leonard creía que el pensador, hijo de un médico, era un «cosaco de la historia» que se encargaba de saquear los siglos.
Foucault, que se convirtió en 1970 en miembro del College de France, la institución de investigaciones más prestigiosa de Francia, no era amigo de los conceptos precisos y los análisis claros.
Le gustaban más las afirmaciones provocadoras que las explicaciones convincentes. Esta particularidad lo convierte, en opinión del sociólogo Hans- Ulrico Wehler, en un «encantador de serpientes de la posmodernidad intelectualmente desleal y empíricamente dudoso».
Aunque los estudios de Foucault brillantemente escritos sobre cultura, progreso, Ilustración y sexualidad fueron muy polémicos, han tenido una influencia duradera sobre muchas disciplinas.
Cuando murió en 1984, el mundo científico volvió a interesarse por la obra del intelectual, sobre todo por su libro de seis volúmenes comenzado en 1976 «Historia de la sexualidad» y que no llegó a terminar.
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