Más de 5.000 chicos sufren la parálisis del fútbol infantil en Bariloche
Las actividades están suspendidas desde marzo pasado, a raíz de la pandemia, causada por el nuevo coronavirus. En Lifuba creen que los torneos se retomarán cuando haya una vacuna.
Los deportes que se practican en la ciudad y que ofrecen alternativas par los chicos se despliegan en un abanico variado, pero ninguno logra un atractivo parecido al que genera el fútbol.
La parálisis impuesta hace ya cuatro meses por la pandemia de coronavirus afecta a miles de pequeños futbolistas, que como todos debieron suspender los entrenamientos y competencias.
El presidente de la Liga de Fútbol de Bariloche, Horacio Fuentes, dijo que la actividad en las categorías inferiores tiene una gran extensión en Bariloche y las localidades vecinas, al punto de que no menos de 5.000 chicos, a partir de los seis años participan en los distintos torneos de esa entidad.
Además están las ligas Asocluba y Asociación de Fútbol Libre con sus propios torneos y el municipio, que trabaja con fútbol infantil masculino y femenino, más una sección de fútbol juvenil, organizada a nivel barrial.
Si bien el cálculo no es fácil porque hay muchos jugadores que participan de dos torneos al mismo tiempo (por ejemplo la Liga o Adeful por un lado y las convocatorias municipales por otro) los “profes” consultados señalaron que entre 5.000 y 6.000 chicos y chicas practican fútbol en forma regular en Bariloche.
Tal como ocurre con el vóley, el básquet, el handbol y otras disciplinas, los chicos que eligieron el fútbol tuvieron que frenar abruptamente toda la actividad en marzo pasado. Pero a diferencia de los equipos de primera, la mayoría no cuenta con un plan de entrenamiento metódico que puedan seguir en su casa para mantenerse activos.
El presidente de Adeful, Nelson Leiva, dijo que hasta el comienzo de la cuarentena contaban con unos 150 chicos en las categorías infantiles y un trabajo específico con el “sub-15”. Desde entonces, el fútbol quedó a un lado y desde la entidad se volcaron a trabajar con las familias en campañas solidarias y el reparto de alimentos.
“Cuesta mantener al piberío, muchos van perdiendo el vínculo –admitió–. Pero cuando empiece a rodar la bocha van a aparecer. Habrá que ver los protocolos, va a ser todo muy difícil, porque tendrá que concentrarse en el gimnasio. Afuera, por ahora, no se puede”.
Fuentes dijo que en Lifuba trabajan con 38 clubes (23 afiliados en forma directa y 15 adherentes). Solo en Bariloche hay unos 3.500 chicos, porque también hay clubes de El Bolsón, Villa La Angostura, San Martín y Pilcaniyeu.
Contó que al principio del aislamiento obligatorio, en marzo y abril, muchos entrenadores establecieron contacto con los jugadores infantiles y juveniles mediante “trabajitos en video” para que se mantengan activos en sus hogares. Pero admitió que esa rutina se perdió en la mayoría de los casos, por falta de estímulo y también porque los clubes ya no pueden pagar sueldos. “La ayuda de la provincia sirvió algo, pero es insuficiente”, explicó Fuentes.
Los clubes recibieron subsidios que van de los 25.000 a los 85.000 pesos, en tres cuotas, de la que hasta ahora solo cobraron la primera. Y algunos no pudieron ingresar “por problemas de papeles”.
Dijo que una buena parte de los chicos hoy “están desconectados” y la prolongación de la cuarentena “bajoneó bastante”.
Según Fuentes, la actividad competitiva en el fútbol infantil, que genera una enorme movilización, “no se va a normalizar hasta que haya una vacuna”.
“Hay muchas ganas de volver”
El municipio lleva adelante también un amplio programa de fútbol infantil, que por una cuestión cultural es el deporte “estrella” entre los chicos y también entre los padres, que buscan una actividad de inserción recreativa para sus hijos.
El jefe de profesores, Juan Carlos Garrido, dijo que muchos niños “se cruzan” entre Adeful, Lifuba, Asocluba y el Municipio, de modo que es difícil estimar cantidades. Señaló que en los torneos municipales y los encuentros de fútbol recreativo, que se intensifican en verano, participan entre 1.800 y 2.000 pequeños jugadores, con edades que arrancan desde los 6 años y llegan a los 16 y 17.
En infantiles los encuentros son no competitivos y se organizan forma barrial, con premiación de cierre. A partir de los 13 años hay torneos, con campeones por categoría.
Garrido dijo que los profes “a través de las redes mantuvieron contacto con los chicos, difundieron actividades”, pero todo depende de las condiciones de cada vivienda.
“Los que pueden realizan algún ejercicio de dominio y traslado de balón si tienen patio –señaló–. Hay muchas ganas de volver, los chicos preguntan todo el tiempo. Cuando se habiliten los gimnasios habrá que organizar muy bien porque hay ansias acumuladas en todas las actividades”.
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