Manu Ginóbili, el eterno embajador

Es muy difícil de dimensionar en términos deportivos y sociales lo que ocurrirá esta noche con Emanuel Ginóbili en Estados Unidos.

Que un deportista argentino sea reconocido en el mundo es noticia, pero afortunadamente ocurre bastante seguido. Pero que pase con un deporte tan arraigado en los norteamericanos como el básquet y en el máximo nivel mundial, es una excepción que difícilmente se repita.

Pocos jugadores en la historia de la NBA despiertan el respeto que nace del resto con Manu. Si tenemos en cuenta que se trata de un jugador sudamericano y blanco, esto toma aún más relevancia.

El legado que deja el bahiense en San Antonio Spurs es la expresión de los conceptos de Gregg Popovich. Al concepto de juego de equipo, el zurdo le agregó un espíritu competitivo pocas veces  visto en la liga.

Patentó una jugada que hoy muchos copian para tener éxito, como ocurre con el ‘‘eurostep’’ que utiliza James Harden para ser el MVP de la actual temporada.

Ginóbili es referencia tanto en el deporte como en el mensaje que el mismo deja. Al tratarse de una actividad masiva, los valores que Manu desparramó por la cancha son los que quedan, como sucede con sus compañeros de la Generación Dorada. Puedo ser mejor sin pisarle la cabeza al otro. Querer ganarle es una forma de respetarlo, pero no da vía libre a cualquier medio para hacerlo.

Ginóbili fue el mejor basquetbolista argentino de la historia y uno de los mejores deportistas porque sostuvo su actitud tanto adentro como afuera de la cancha.

Más allá de lo extraordinario de los cuatro anillos que ganaron los Spurs con Manu entre sus filas, no es pertinente comenzar hablando del éxito puro y duro al referirnos a semejante personaje. Su influencia en este deporte  fue, es y será mucho más grande que cualquier campeonato.

Muchas franquicias han retirado camisetas, pero pocas veces ha sido tan justo como lo será con Ginóbili en la noche de hoy.