“Mala leche”, el libro que desmitifica las bondades de los lácteos

Es de la periodista Soledad Barruti, autora de “Malcomidos”

En su libro “Mala leche”, la periodista Soledad Barruti advierte sobre las falsas bondades de los lácteos como leches y yogures, y revela que en los países donde más leche se consume más osteoporosis tiene su población.

En diálogo con Télam sobre su libro, editado por Planeta, consideró “fundamental el rol de la sociedad civil” para lograr una alimentación saludable.

-En el libro decís que los países más consumidores de leche más osteoporosis tienen, ¿cómo se explica esa contradicción?

– Soledad Barruti: Nos vendieron la idea de que la leche y los lácteos son los únicos alimentos de donde se puede extraer calcio y eso es una falacia, y si bien es perfecto para la industria, no lo es para dirigir la alimentación de miles de millones de personas. Que los lácteos puedan ser buenos en algunos pueblos con sistemas productivos respetables es una cosa, pero lo que se desarrolló alrededor de esas recomendaciones sobre lácteos son sistemas sustentables crueles, poco saludables y productos que hacen que esos lácteos vengan llenos de azúcar, repletos de aditivos y de cosas que no querríamos consumir. Por eso en otros países se recomienda no consumir más de dos porciones de lácteos por día y se impulsan formas de reemplazar el calcio. En las evaluaciones científicas se ve que donde más se consume calcio en forma de leche es donde más problemas óseos aparecen.

-¿Qué sucede en otros países más desarrollados como los Estados Unidos?

-Donde se consumen lácteos industriales en exceso como los Estados Unidos hay aumento de cáncer de ovario y próstata y eso ocurre porque para garantizar ciclos de producciones excesivas las vacas reciben hormonas, entonces las personas al consumir lácteos reciben una cantidad de hormonas que no les hace bien en ninguna etapa de la vida, pero en la adultez además tiene otros perjuicios. Son debates que en la Argentina no se quieren dar porque hay una industria muy importante.

Barruti devela las trampas que encierran los alimentos ultraprocesados ofrecidos a diario en las góndolas y realiza un fuerte cuestionamiento a la industria alimentaria que, amparada en la publicidad, logra el consumo de alimentos que pueden provocar desde diabetes e hiperactividad en los niños hasta cáncer en los adultos.

La periodista autora de “Mal comidos” parte en esta oportunidad de su experiencia como madre primeriza que la llevó a investigar sobre las falsas bondades de los lácteos y el lobby de las grandes marcas para liderar el tope de ventas.

¿Por qué la alimentación de tus hijos fue el motor del libro?

– Soledad Barruti: Cuando fui madre descubrí que a través de mi hijo, como si fuera un caballito de Troya, se metieron en mi casa un montón de productos con ingredientes excesivos como el azúcar, sin la posibilidad de tener un alerta encendida. Los niños están siendo utilizados por la industria para ingresar a las familias los peores productos y en algunos casos lo primero que un chico come es un producto industrial. Eso es maravilloso para el negocio porque en la góndola está todo articulado para llamar la atención de los padres y eso hace que el negocio funcione de maravillas. El punto es cómo nuestra alimentación queda distorsionada.

-Si hicieras un ranking de los alimentos más nocivos ¿cual estaría al tope de la lista?

– Un grupo de especialistas brasileños clasificó los alimentos no por sus nutrientes, sino por su procesamiento y dicen que los alimentos que más necesitamos son los naturales o mínimamente procesados; los que menos necesitamos son los procesados y los que no necesitamos para nada son los ultraprocesados. Dentro de los ultraprocesados entran las galletitas, los jugos, los yogures, las comidas congeladas, los postrecitos, y lo peor son las bebidas azucaradas porque hace que las personas coman caramelos líquidos sin darse cuenta, con un montón de ingredientes extra que hacen daño. Está comprobado, por ejemplo, que los colorantes generan problemas de hiperactividad.

-¿Qué otros ingredientes tienen los ultraprocesados que los hacen tan nocivos?

– Estos alimentos están hechos con productos que no tenemos en la alacena como aditivos, colorantes, saborizantes, espesantes, emulsionantes, y están fortificados con vitaminas, porque sus ingredientes son refinados y no tienen propiedad alimenticia como harina blanca, azúcar, aceite refinados, sal, y derivados de la industria láctea o cárnica.

– Creo que la gente compra con la idea de que lo que se vende en los supermercados no puede hacer daño porque son productos habilitados para el consumo.

– El tema es que no estás comiendo una salchicha con triquinosis, sino que lo que hace daño es la dieta que te propone el sistema industrial. Hay casas donde los chicos desayunan chocolatada con galletitas, almuerzan patitas con papas de paquete o fideos, toman té o jugo con galletitas y cenan pastas rellenas; esa es una casa donde la alimentación es industrial y es lo que enferma a las personas gravemente. En ese contexto alimentario crecen en base a una dieta que no tiene alimentos y a los ocho años terminan con diabetes tipo dos, hígado graso, problemas de aprendizaje o con menos capacidades que las personas alimentadas. El 75 por ciento de azúcar y sal agregada que se consume no están adicionadas por una persona sino por una empresa que se mete en tu dieta a través de un producto, no de un alimento y eso es incontrolable a no ser que no comas esas cosas.

“En Argentina el problema es que el poder real lo tienen las marcas”

Países como Chile y Brasil lideran las políticas sobre calidad alimentaria en las Américas por la presencia del Estado en la definición de políticas públicas, sostuvo Soledad Barruti, autora del libro “Mala leche”.

La periodista y escritora se refirió además a los intereses que se juegan e impiden definir políticas para una alimentación saludable.

¿Qué países de la región son los más avanzados en cuanto a políticas alimentarias?

-Brasil es el país que tiene integralmente la cuestión mejor organizada. Las mejores recomendaciones nutricionales y la ciencia de avanzada salen de la Universidad de San Pablo, con programas patrocinados enteramente por el Estado y donde los científicos investigan sin intermediación de empresas porque la investigación es parte de las políticas públicas. Pero el país que llegó más lejos con leyes de protección a los consumidores es Chile que tiene un etiquetado que te avisa con sellos negros los productos con alto agregado de azúcar, sal, aceite, calorías: cuando aparecen rotulados con un octógono negro enseguida deben ser retirados de escuelas y de entornos escolares y no pueden ser publicitados. Si llegan a los medios masivos son cargados con impuestos de un 18 por ciento que se trasladan al consumidor. Ese es un modelo maravilloso que está siendo copiado por Uruguay, Perú y que la Secretaría de Salud argentina apoyaría.

– T: ¿Cuál es la situación en la Argentina?

– S.B.: El peor país por el vacío de políticas públicas de las Américas es la Argentina, porque la agroindustria está en oposición a lo que piensa la Secretaría de Salud: hay una guerra política enorme que está resuelta por nadie. Copal (Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios) privilegia el negocio y no la salud de los argentinos. El poder real lo tienen las marcas. En todos los partidos políticos hay personas con información interesada en estos temas pero hay leyes de todo tipo guardadas en la Legislatura. Hay científicos de Conicet con trabajos maravillosos pero el poder real no está en ellos. La última ley que vimos cerca fue la de aumentar impuestos a los productos azucarados que se dio en trueque por el no aumento a los jubilados.


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