Macri y Fernández: con los ojos en la economía, arranca otra vez la campaña…

Formalmente se inició ayer el camino a las elecciones del 27 de octubre. El objetivo de Macri es mantener la estabilidad del dólar. Fernández, en un difícil equilibrio entre la crítica y la colaboración.

Hacer o no hacer: este fin de semana debería empezar la campaña electoral, según lo establece el cronograma oficial.

El sistema político argentino enfrenta el desafío de tener que llevar adelante una (otra ) campaña con una economía en terapia intensiva, donde un par de palabras incorrectas en la boca incorrecta puede traer consecuencias graves, y frente un resultado muy difícil de revertir para el oficialismo.

En el gobierno nacional, por ahora, no piensan en una campaña, a menos que pueda considerarse trabajar para estabilizar el dólar como campaña, no ya para conseguir votos, sino para conseguir llegar a octubre.

El equilibrio que buscó Alberto Fernández antes de las PASO mutó ligeramente: si antes debió ensayar una moderación frente a miembros de su propio espacio para no perder votos, ahora es él mismo quien busca moderarse para no recibir, si es electo presidente, una economía inmanejable.


“El requisito vital es estabilizar el dólar y calmar a los mercados. Si no, sería imposible pensar no ya en la campaña sino directamente en llegar a elecciones”, ilustran en Presidencia. La palabra que repiten en el oficialismo hace ya varios días es “responsabilidad” y “gestión”, y en esa gestión ganó gran protagonismo -y una valoración interna que no alcanzaron sus antecesores- el flamante ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, que hasta ahora tomó medidas exclusivamente para controlar el dólar.


“Estoy en contacto permanente con los partidos que participan en las elecciones de octubre, en constante contacto… La única forma es buscando la paz, sin exponernos unos a otros, porque nos perjudicamos los argentinos”, dejó planteada así su posición Mauricio Macri, el miércoles en un discurso frente a los principales empresarios del país. En la mesa política tienen mayor peso tras las PASO la gobernadora María Eugenia Vidal, el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta, los radicales Mario Negri y Luis Naidenoff -jefes de los bloques parlamentarios-, Miguel Pichetto y -el antes relegado- Emilio Monzó, para mantener los diálogos con la oposición.


“Paz”, no confrontar, esa fue la orden -el consenso general en gobierno- el día que Alberto Fernández dijo a The Wall Street Journal que Argentina ya estaba en default. Dos días más tarde, llegaron las medidas de control de cambios. Así plantea por ahora su campaña el oficialismo. La estrategia pre-PASO de señalar los peligros del regreso del kirchnerismo no trajo buenos resultados post-PASO. Sin demasiado que mostrar en términos de logros económicos, el oficialismo se defenderá con los “logros institucionales”: transparencia, libertad de prensa, etc.


Macri y Fernández, fuera de los contactos que mantienen según afirman en Nación y en el FdT, tendrán chance de cruzarse cara a cara: en octubre habrá nada menos que dos debates presidenciales.


“Administrar la agresividad”: una piña, y esconder el guante. En el Frente de Todos, la orden de los últimos días fue evitar más gestos que puedan ser interpretados como un intento de “echar nafta al fuego”.

No cayeron nada bien en el PJ, por ejemplo, las declaraciones de Juan Grabois –hombre de los movimientos sociales y cercano al Papa Francisco- sobre la necesidad de una reforma agraria con expropiación de tierras.


En el sector albertista reconocen que el terreno social está “sensible” y excederse puede salir caro. “No hay que dar nada por ganado”, dijo Fernández en España, una semana después de decir que Argentina estaba en virtual default. El kirchnerismo buscará achacar los efectos económicos de las PASO a la debilidad del gobierno macrista, pero necesita que se cuiden las reservas del Banco Central. El correr de los días mostrará que tan sólido es el equilibrio.


La opinión de Sergio Berensztein, analista político: “No hay campaña si el dólar sigue volátil”

P:¿Se puede hacer campañana en un momento así?
R: Es difícil. Para el oficialismo es enormemente complejo porque hay una contradicción entre gobernabilidad y dinámica electoral, y en un contexto donde la gente está tan pendiente del día a día, de la emergencia, el gobierno no puede sacar el foco de estabilizar la economía: No hay campaña si el dólar sigue volátil, es imposible pensar en una campaña ni siquiera irregular.

Y:¿Y para Fernández?
R: Y es más difícil para Alberto Fernández que para otras oposiciones, porque hay una enorme expectativa sobre lo que él diga y haga, un segmento importantísimo del establishment intentando decodificar cómo sería una presidencia de él. Entonces, cuestiones que en otro momento serían cuestiones ridículas, como la reforma agraria, adquieren importancia, porque además permiten anticipar las contradicciones de un gobierno de Fernández.

P: En momentos de angustia colectiva, un Fernández con declaraciones incendiarias: ¿es peligroso para un eventual gobierno suyo o para el sistema político en general?
R: Las dos cosas. Indudablemente estamos en una situación complejísima desde el punto de vista de la gestión de Macri, pero la dinámica de esta crisis, si no se controla, es compleja para Fernández: él necesita que la situación se estabilice por cuestiones egoístas, no para evitar un sufrimiento mayor o por altruismo. En ese contexto, la poca cooperación que se ha dado ha tenido que ver con eso, si la crisis continúa el próximo gobierno llega sin reservas y sumamente comprometido.

P: Por momentos parece extraña esa cooperación: Fernández mezcla declaraciones de paz con decirle al Wall Street Journal que Argentina está en default.
R:Desdramatizaría: cayeron mal esas declaraciones pero, si se mira bien, él venía diciendo lo mismo antes, no veo cambio en esa declaración, pero el momento en que se dio tan sensible generó un cimbronazo. Dicho esto, me parece que es obvio para ellos que la dinámica de la crisis es tan compleja que si no se controlan va generarle problemas a su propio eventual gobierno. En el Frente de Todos lo saben: la crisis de la hiperinflación tardó un año y ocho meses en ser controlada. Estas cosas sabes cuándo empiezan pero no cuando terminan ni como. Es importante para ellos evitar la situación de descalabro.

P:¿Las tensiones internas durante la campaña, anticipan qué puede pasar en un eventual gobierno de Fernández?
R: Obviamente hay incógnitas de cuál va a ser el equilibrio de poder interno en un eventual gobierno, se generan dudas en ese sentido. Argumentos tan arcaicos como el de la reforma agraria no te permite verlo, porque no parece que vaya a discutirse eso realmente. Pero si hay un test de las contradicciones que pueden empezar a surgir en otros ámbitos como la política tributaria, la reforma previsional, los aumentos de salarios, ahí sí hay dudas de cómo puede llegar a manejar el gobierno Alberto.


La opinión de Marcelo Leiras, director de Ciencias Sociales de UdeSA: “Si dio resultado no hay motivos para hacer otra cosa”

P: ¿Se puede hacer campaña en un momento así?
R: Sí, se puede, en 1989 la crisis era peor y hubo campaña electoral. Yo no sé si el gobierno va a abandonar esa línea discursiva de los peligros de ser Venezuela, en los últimos años no parece haber usado muchos otros argumentos. Si lo hiciera sería saludable. Según sugieren algunas intervenciones del presidente, van a tratar de exhibir propuestas para tratar de resolver algunos problemas. Es curioso que se presente a esta altura como una fuerza política que exhibe propuestas. En cualquier caso, la probabilidad de que el resultado se revierta es realmente muy bajo, así que desde ese punto de vista sí va a ser una campaña atípica.

P: ¿Y del lado de Alberto Fernández? Por momentos se percibe una moderación del discurso, en otros momentos tiene declaraciones fuertes. ¿Cómo puede manejarse considerando que un declaración podría tener efecto fuerte en los mercados?
R: Yo no creo que las palabras de Fernández hagan mover a los mercados. Desde abril del 2018 los inversores extranjeros perciben que nuestra economía no es solvente. Apuntar la evolución financiera de un año y medio a declaraciones que pueda hacer hoy la oposición es un error. En cuanto a lo categóricas o moderaras que son las declaraciones de Fernández, me parece que ha sido claro en su oposición al gobierno y también claro en cómo se imagina una estrategia de salida con respaldo político amplio, y eso demanda moderación. No me parece que haya dicho ni vaya a decir después de las PASO nada distinto a lo que venía diciendo antes.
P: Por qué el salto económico vino después de las PASO?
R:Porque se confirmó la creencia de que la politica de mantener el dólar bajo no podía mantenerse, por dos razones: porque vendría un gobierno que piensa distinto y haría cosas distintas, pero también porque el oficialismo iba a dejar de hacer lo que estaba haciendo por motivos electorales. Los inversores percibieron que el fin de la campaña sinceraba las variables, por eso cayó el valor de los bonos y empresas argentinas.

P: Considerando lo difícil de revertir del resultado, ¿Fernández debería hacer campaña o hacer silencio?
R: Creo que tiene que seguir sumando voluntades para respaldar una estrategia de salida de una crisis muy profunda. Tiene que confirmar lo que venía anunciando antes del 12 de agosto, desde ya, y creo que va a seguir haciendo eso. No va a haber un giro, si antes dio resultado, no hay motivos para hacer otra cosa.

P: Si la situación se agrava, ¿que tan factible ves una crisis política?
R:Creo que algunas variables nominales están temporablemente más estables, pero la situación es muy grave desde el punto de vista de la economía real. En el corto plazo no percibo riesgos de una crisis política. Lo que tiene de bueno la democracia es que permite cambiar un gobierno que no está satisfaciendo los deseos de la mayoría, y esto es lo que se ha manifestado el 11 de agosto. Parece haber alternativa, pero esa alternativa tiene que dar respuesta: si la respuesta del próximo gobierno no es satisfactoria y, sí, se puede poner muy complicado.


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