Louise Glück ganó el Nobel de Literatura: leé tres poemas
La poeta neoyorquina obtuvo el galardón por sus textos de "austera belleza", según la Academia Sueca que este año ya distinguió a cuatro mujeres
La poeta estadounidense Louise Glück, autora de libros de poesía que se sumergen en cuestiones como la decepción, el rechazo, muerte, amor y la traición, resultó ganadora del Premio Nobel de Literatura 2020, «por su inconfundible voz poética que con austera belleza hace universal la existencia individual», según el fallo de la Academia Sueca anunciado hoy desde Estocolmo.
Nacida en Nueva York 1943, Glück es autora de más de una decena de libros de poesía, entre los que se destacan «Vita Nova», «Seven Ages» y «Averno», además de una colección de ensayos, «Proofs and Theories», que obtuvo el Premio PEN/Martha Albrand. Su primera obra publicada fue «Firstborn»
«Miramos el mundo una sola vez, en la infancia. El resto es memoria», escribe la poeta, de 77 años, en uno de sus textos más bellos, que lleva el título de «Nostos», una expresión de origen griego que se puede traducir como «regreso al hogar».
Miramos el mundo una sola vez, en la infancia. El resto es memoria»
Louise Glück
Según señala en su fallo la Academia Sueca, no solo es una poeta preocupada por “errores y las condiciones cambiantes de la vida, sino que también lo es del cambio radical y el renacimiento”.
En «Vita Nova», que fue traducido al español por el sello Pretextos, el mismo que en la Argentina permitió conocer otro de sus libros («Praderas»), Glück escribe: «Me he convertido en una anciana. / He acogido con agrado la oscuridad / que tanto temía».
La poeta fue distinguida también con el Premio Nacional de la Crítica por «The Triumph of Achilles», el Premio Pulitzer por «The Wild Iris», y el primer Premio otorgado por los lectores del New Yorker, además del Premio Bollingen, por «Vita Nova». Glück es miembro de la Academia Americana de las Artes y las Letras y profesora en el Williams College. Vive en Cambridge, Massachusetts.
Con cuatro galardonadas en los rubros científicos y ahora el literario, la cosecha de este año podría batir el récord de mujeres (cinco en 2009) ganadoras, ya que el Nobel de la Paz se anunciará mañana y el de Economía el lunes.
Tres poemas
Aquí tres poemas de Louise Glück, la flamante Nobel.
1. El Jardín
No puedo hacerlo nuevamente,
difícilmente soportaría verlo;
//.
bajo la tenue lluvia del jardín
la joven pareja siembra
un surco de guisantes, como si
nadie lo hubiese hecho nunca:
los grandes problemas todavía
no han sido enfrentados ni resueltos.
//.
Ellos no pueden verse
en el polvo fresco aún, empezar
sin ninguna perspectiva,
con las colinas al fondo, verdes y pálidas, nubladas de flores.
//.
Ella desea detenerse;
él desea llegar hasta el fin,
permanecer en las cosas.
//.
Mírala a ella tocar su mejilla,
pedirle una tregua, los dedos
ateridos por la lluvia primaveral;
en el pasto tierno estrellan rojos azafranes.
//.
Aun aquí, aun en los comienzos del amor,
su mano al abandonar la cara
da una impresión de despedida,
//.
y ellos se creen
capaces de ignorar
esta tristeza.
2. El vestido
Se me secó el alma.
Como un alma arrojada al fuego,
pero no del todo,
no hasta la aniquilación. Sedienta,
siguió adelante. Crispada,
no por la soledad sino por la desconfianza,
el resultado de la violencia.
//.
El espíritu, invitado a abandonar el cuerpo,
a quedar expuesto un momento,
temblando, como antes
de tu entrega a lo divino;
el espíritu fue seducido, debido a su soledad,
por la promesa de la gracia.
¿Cómo vas a volver a confiar
en el amor de otro ser?
//.
Mi alma se marchitó y se encogió.
El cuerpo se convirtió en un vestido demasiado
grande
para ella.
Y cuando recuperé la esperanza,
era una esperanza completamente distinta.
3. Amante de las flores
En nuestra familia, todos aman las flores.
Por eso las tumbas nos parecen tan extrañas:
sin flores, sólo herméticas fincas de hierba
con placas de granito en el centro:
las inscripciones suaves, la leve hondura de las letras
llena de mugre algunas veces…
Para limpiarlas, hay que usar el pañuelo.
//.
Pero en mi hermana, la cosa es distinta:
una obsesión. Los domingos se sienta en el porche de mi madre
a leer catálogos. Cada otoño, siembra bulbos junto a los escalones de ladrillo.
Cada primavera, espera las flores.
Nadie discute por los gastos. Se sobreentiende
que es mi madre quien paga; después de todo,
es su jardín y cada flor
es para mi padre. Ambas ven
la casa como su auténtica tumba.
//.
No todo prospera en Long Island.
El verano es, a veces, muy caluroso,
y a veces, un aguacero echa por tierra las flores.
Así murieron las amapolas, en un día tan sólo,
eran tan frágiles…
Comentarios