Los vagones neuquinos donde habita el abandono

En los 90 fueron declarados de interés público y monumento histórico municipal. En 2000 un grupo de artistas los convirtió en un paseo cultural. Hoy están abandonados y deteriorados.

Fueron protagonistas y testigos fundamentales de la primera historia de la ciudad de Neuquén. En ellos se transportaron los primeros materiales y alimentos para una población escasa que gracias al tren pudo conectarse con los grandes centros urbanos de abastecimiento. También trajeron a la Confluencia a familias de pioneros que forjaron futuro. Vinieron con sus muebles y animales para quedarse a hacer patria.

Los carromatos que al dejar de correr el tren quedaron al costado de la vieja estación de trenes, en Vuelta de Obligado, fueron declarados de interés público y monumento histórico municipal en la década del 90.

Muchos proyectos se diseñaron para darles vida. Se pensó en un museo ferroviario, salas de arte y dependencias de la secretaría de Cultura de la provincia, cuando Ferrocarriles se los dio en concesión.

Pero nunca se pudo construir algo permanente. Cuando comenzó a asomar el presente siglo, un grupo de “locos lindos”, artistas neuquinos de piel y corazón convirtieron a la fila de vagones en un paseo de artesanos y de arte. Los carromatos de madera rodearon un pequeño anfiteatro. En cada uno de ellos se soñó con todo tipo de expresiones culturales, fotografía, poesía, literatura, teatro, música.

En 2000 artistas reconocidos como Lilí Muñoz, Liliana Montes Lefort, Estela Provecho, Jorge Michelotti, Elisa Algranatti, Clara Vera, Guillermo Inda y Mari Burckman le dieron vida. Los vagones fueron remodelados, las tareas de mantenimiento fueron muchas hasta que finalmente se puedo colgar sobre la tranquera de madera un cartel que decía. “Paseo de los Artesanos. Complejo Cultural de Ferrocarril.

Había un objetivo mancomunado: crear productos culturales para la ciudad y en un futuro, para todo el país”. Funcionó un tiempo y durante los fines de semana se lleva de arte, cultura y talento.

Pero en el ambiente flotaba un temor no explícito, o tal vez sin quererlo algunos artistas lo venía venir. Su funcionamiento tuvo algunos altibajos.

“El lugar donde funcionamos es el ferrocarril, un vagón que es patrimonio de ferrocarriles y fue cedido temporariamente a la dirección de Cultura, pero es muy precaria nuestra estada allí porque es un comodato que se firma con una tenencia muy precaria que tiene plazo de finalización”, contó en una entrevista la escritoria Lili Muñoz.

La profecía se cumplió. Años después las luces se apagaron, los artistas se fueron, el lugar se cerró y quedó a merced del tiempo. Los vagones fueron víctimas del vandalismo, algunos fueron quemodos en su interior, otros rotos y perdieron varias de sus maderas. El predio se cerró con candado y desde entonces solo habita el abandono y algún que otro que cada tanto lo limpia. Pero nada más.

“Que es fundamental detener la destrucción de nuestro pasado histórico”, es uno de los argumentos de la ordenanza 7101.

Lugar de encuentro: Neuquén

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“Que es fundamental detener la destrucción de nuestro pasado histórico”, es uno de los argumentos de la ordenanza 7101.

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