Los tulipanes de Trevelin: el campo está en flor y así enamora
En el campo de Juan Carlos Ledesma en Trevelin (a 26 km de Esquel en Chubut) florecieron los tulipanes que atraen a los viajeros que llegan en busca de una de las postales más lindas de la Patagonia.
Trevelin en galés significa “pueblo del molino”. La familia de Juan Carlos Ledesma tiene allí un campo que en esta época se pinta de colores cuando florecen los tulipanes. Un lugar de cordillera, picos nevados, rojos y amarillos, viento puro, cascadas, turquesas, blancos y belleza. Están allí desde que su bisabuelo llegó de Gales a plantar trigo para alimentar los molinos, esos que nombran a Trevelin y cierran un círculo perfecto que en este mes podés ir a rodar.
Juan Carlos Ledesma es la cuarta generación de una familia vinculada con ese campo. “Mi bisabuelo Iago Hughes, cuando llegó a esas tierras, comenzó a producir el trigo que iba a abastecer el molino harinero Andes, que era el motor de la economía de esta zona. Pero nunca se imaginó que un día iba a estar lleno de espigas de colores”, cuenta Juan Carlos al comenzar.
Sus ancestros por parte de madre, llegaron en el Mimosa, el mítico velero en el que viajaron desde Liverpool, Reino Unido, un grupo de 153 colonos galeses que el 28 de julio de 1865 llegaron a la zona de Gaiman. Algunos se quedaron allá y otros, como su abuelo, se fueron para la cordillera.
El campo de tulipanes se encuentra por la Ruta 259 que une al paso internacional a Chile y a 12 kilómetros de Trevelin. En su entorno está el área natural protegida Cascadas de Nant y Fall con saltos de hasta 46 metros de altura.
Después, Elian Hughes, su abuela, continuó en el campo. “Ella estuvo muy abocada con el trabajo de tambo, saltamos una generación que es la de mi mamá y después llegué yo con mi familia”, destaca.
Nació en Esquel, a 20 kilómetros de Trevelin, pero el campo desde chico era su pasión. Su primer empleo fue en Agua y Energía y cuando salió la posibilidad de trabajar en el campo, a los 24 años, se fue sin pensar.
Precio
- $1.500
- sale el ingreso al predio por persona y los menores de 12 años entran gratis.
Empezaron a explorar distintas alternativas productivas como tambo caprino, vacuno, probaron de todo un poco y en un momento se les ocurrió comenzar con los tulipanes y la actividad los fue atrapando.
En la zona había un cultivador y en Esquel, en el campo de René y Carmen Eggman siempre había visto y admirado esas postales con tulipanes que lo motivaban a hacer lo mismo.
“Tal vez porque los tulipanes son un signo importante para la Patagonia, no es nativa, pero sí a mi entender es la flor patagónica, especialmente para la cordillera”, destaca Juan Carlos.
La visita puede hacerse por cuenta propia (hay un recorrido autoguiado y cartelería con información), o bien contratando una excursión con las agencias locales y de la zona. El lugar abre todos los días de 10 a 19 y no hace falta reservar.
Es posible pasar el día en el campo, porque tiene una confitería que ofrece almuerzos y repostería galesa para tomar el té, y una feria de artesanos con productos locales. Además, existe la posibilidad de hacer visitas nocturnas. El ingreso al predio tiene un valor de 1.500 pesos por persona y los menores de 12 años entran gratis. Para contactarlos, aparecen en las redes como Plantas del Sur.
“Hace años abrimos al turismo. Cada año se duplicó la cantidad de visitas y se transformó rápidamente en algo que se conoció en todo el país. Hasta en el último rincón se habla de los tulipanes de Trevelin. Recibimos gente de toda Argentina”, asegura el productor.
No solo explican sobre los tulipanes, también sobre las montañas que los rodean, como Gorsedd y Cwmwl (Trono de las Nubes), Nahuel Pan, el Cerro de esquí La Hoya, La Torta.
“El Trono de nubes pertenece al Parque Nacional los Alerces, que es área protegida e increíblemente hermoso. Es un lugar lindo, tanto Trevelin como Esquel están creciendo a pasos agigantados para atender al turismo, con muy buena gastronomía y servicios”, asegura Juan Carlos.
Ciclos productivos
La flor se lleva bien con el ambiente porque requiere de inviernos fríos y primaveras templadas. El ciclo de la producción comienza en otoño, cuando se ponen los bulbos en la tierra y comienzan a fortalecer sus raíces.
En agosto, comienzan a brotar. En septiembre el campo está verde y en un mes, durante los primeros días de octubre comienzan a parecer las flores. Primero lo hacen de manera tímida y para estas semanas, explotan y se convierten en un hermoso tapiz de colores al pie de la Cordillera de los Andes.
En este momento, Juan trabaja el campo con Matías, su hijo que es cineasta. Explica que cuando cierra la temporada de turismo, al día siguiente se cortan todas las flores. Luego de cortarlas el cultivo permanecerá verde. Tallos y hojas tendrán los nutrientes que alimentan el bulbo y es este el período que tiene la planta para crecer y multiplicar. Si la flor no se corta, el bulbo desaparece.
En enero se levantan los bulbos, los que llegan a tamaño comercial se van al mercado y los demás, seguirán participando y volverán a la tierra en mayo. “Los que llegan a nivel comercial, se comercializan a todo el país, desde Tierra del Fuego a Jujuy”, concluye Juan Carlos con el orgullo de llevar su color y su perfume, a cada rincón de la Argentina.
Y si vas no te podés perder…
– En el campo hay patio de comidas y la repostería típica que los galeses crearon en la Patagonia desde su llegada en 1865 con los productos que tenían a mano, cuando se reunían en las capillas para compartir un té.
– Pegado al Campo de Tulipanes se encuentra el viñedo y bodega Viñas del Nant y Fall, un establecimiento agroturístico en el que no solo se pueden recorrer la plantación sino también degustar vinos de altísima calidad.
– Recorrer el Molino Nant Fach, junto a Casa Yagüe, que es una réplica de los muchos molinos harineros que poblaron este valle desde que se instalaron los pioneros galeses hasta 1940.
– Hay lodges de pesca por la costa del río Grande o Futaleufú.
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