Los puntos clave no esclarecidos

Versiones encontradas son el eje de la investigación

Un cruce relevante hubo entre el camionero Antonio Suárez e Hinricksen. Los imputados apuntan a los choferes que llevaron la fruta al puerto, especialmente a Suárez, por haber tenido detenido el camión varias horas en la ruta entre Río Negro y Buenos Aires apagando el equipo de enfriamiento y haber entregado su unidad a otro camionero (ya fallecido) para que haga el ingreso en la Terminal 4 de la Aduana. Además, los defensores desconfían sobre qué ocurrió con el camión que estuvo el fin de semana previo a la detección de la droga en la zona secundaria de la aduana. Suárez reconoció que detuvo el motor pero discrepó con Hinricksen sobre dónde cargó la fruta en Allen. Aseguró que es “imposible” que se hayan abierto y vuelto a cerrar los precintos en el trayecto y la defensa pidió su procesamiento por “falso testimonio”. Un técnico de la firma Maersk -de refrigeración- deslizó que sólo si se abre una puerta se puede registrar una importante variación de temperatura dentro de los contenedores. En el camión de Suárez hubo variación -fue en un tramo de alrededor de 4 grados, superando en Bahía Blanca los 6 grados- pero será tarea de los jueces evaluar si fue significativa como para sospechar de los transportistas. El aduanero Alejandro Muñiz declaró que tras la apertura de los contenedores en el puerto se encontró un termógrafo aplastado, mientras el sensor hallado en el puerto de Santos (donde se detectó el otro contrabando) si bien llegó sano habría registrado un cambio de temperatura. Desde la empresa transportista Excer defendieron a los camioneros e indicaron que en todos los casos colocaron “precintos botella” por motivos de seguridad, pues reconocieron que hubo experiencias de apertura de puertas de camiones. Es tan complicada la trama del caso que no está claro si la droga pasó por Villa Regina o se acopió en Allen. De acuerdo a los guías de canes que inspeccionaron los galpones de Hinricksen, cuando los perros tuvieron una reacción abrieron las cajas y “sólo se encontraron peras en estado de putrefacción”. Los técnicos dijeron que los canes detectan el olor a estupefaciente hasta un mes después, y la droga se había encontrado dos semanas antes. Otra incertidumbre es si cuando Hinricksen (como él asegura) llegó a la apertura de los contenedores en Buenos Aires ya había dos pallets de manzana en el piso o si al arribar el operativo aún no había comenzado, como sostuvieron dos estibadores (aunque uno de ellos dudó) y el despachante Diego Lanzilotta. La investigación en España es otro punto clave. En la misma está procesado un primo de Temes Coto, David Temes Arnosi, aunque hay varios desinvolucrados como Flora Durán, la exesposa y socia del empresario detenido. En el juicio el exjefe de operaciones de la Policía Federal Luis Gijena admitió que en la Argentina “casi no había información propia” y que reprodujo investigaciones de un agente español conocido como el Greco (acusado por Temes Coto de “armar la acusación”) y se las trasladó al juez Brugo. La expectativa pasa ahora por el testimonio del entonces encargado logístico de Frutol, Oscar “Cacho” Fresno. Según Gonzalo Iglesias, jefe de despachantes que actuó en la exportación, Fresno dio “todas las indicaciones” para los viajes investigados y “después que apareció la imagen dudosa en el scanner Fresno no me atendió más el teléfono”.

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