Los “número 1” también lloran


Vilas no pretende una indemnización -ya que ha renunciado voluntariamente aeso-, sino del reconocimiento de una condición, a la que entiende accedió con su propio esfuerzo.


Vilas, junto al periodista Eduardo Puppo, al conocer que se revisaría su reclamo

El 4 de diciembre de 2014 a las 14.56 hs, con 1.232 archivos y 1.119 páginas de investigación adjuntos, se elevó ante la Asociación de Tenis Profesional el reclamo formal que propugna que Guillermo Vilas fue el Nro. 1 del ranking Mundial por cinco semanas desde el 22-9-75 y luego por dos semanas más desde el 12-1-76.

A ello se suma que en 1977 Vilas fue el tenista más ganador del circuito con 14 torneos en su haber (dos de Grand Slam) contra los 9 de Jimmy Connors y los 7 de Bjon Borg.

Sin embargo, la entidad rectora del tenis, a pesar de haber dejado en ese período 39 rankings en blanco, siempre relegó a Vilas. Por el contrario, la prestigiosa revista World Tenis dedicó su tapa al marplatense como el mejor jugador de ese año.

La pretensión es fruto de un paciente estudio por el que se recurrió a 100 fuentes confiables, entre bibliotecas, editoriales, federaciones, periodistas y hemerotecas.

En su desarrollo, se puso bajo la lupa el período de 280 semanas habido entre agosto de 1973 y diciembre de 1978 cuando se dieron los mejores resultados del argentino.

Así nació el Proyecto V, una obsesiva búsqueda de doce años del periodista Eduardo Puppo reflejado en el documental: “Vilas, serás lo que debas ser o no serás nada”.

La ATP, dos meses después, dio respuesta negativa al pedido invocando que no tenían todos los datos del 70, sin saber los motivos de dicha carencia y que “reescribir la historia es imposible”. Postura denegatoria que reiteró por última vez en mayo de 2018, sin aportar evidencia alguna contra la investigación.

Con ello, la entidad de Ponte Vedra Beach desconoce su propia jurisprudencia, por la cual repuso a la australiana Evonne Goolagong como la mejor del mundo- por dos semanas en 1976, luego de 31 años.

La lucha por el reconocimiento que devela la película, difícilmente deje a algún espectador indiferente. Más aun, luego de observar una toma casual donde se observa el llanto desconsolado de un Vilas mayor, al recibir la noticia -luego desestimada- de que finalmente sería aceptada su queja.

Sin embargo, no es intención de la presente avanzar en el territorio sensible de la cuestión, sino el evaluar lo más objetivamente posible por qué esta historia deja varios puntos suspensivos.

Es allí donde prefiero tallar en cuatro elementos, que seguidamente desarrollaré:

1.- El bien jurídico protegido: Si bien en un principio pareciera que la cuestión pasara por la honra o el honor, lo que está en juego en primer término es el reconocimiento de algo que hizo un deportista y considera propio. Por ello el derecho en juego, a no dudarlo, es el de propiedad.

No de una indemnización -ya que Vilas ha renunciado voluntariamente a pretensiones de ese tipo-, sino del reconocimiento de una condición, a la que entiende ha accedido con su propio esfuerzo.

Como quien demuestra que ha aprobado todas las materias, falta que quien debe expedir el título cumpla con su parte.

No es una cuestión de merecimientos, sino de algo que ya está hecho y del cual una persona no puede ser desposeída, mucho menos con argumentos basados en la propia torpeza.

2.- La necesidad de una resolución fundada: Toda decisión, para no ser considerada arbitraria, debe ser sólidamente fundada, mucho más frente a un planteo meticuloso y con tanta prueba anexada. Es una falta de respeto a la investigación realizada y al propio deportista no dar una argumentación acabada, aun cuando la misma suponga un apartamiento de la postura demandante.

El hecho de que la justicia deportiva intente preservarse del ámbito propio de los tribunales de Justicia, no inhibe su deber de dar a las resoluciones un marco respaldatorio consistente.

3.- La prescripción del reclamo: Si bien es cierto que la prescripción ha sido creada para generar seguridad jurídica, no menos real es que Vilas reclamó innumerables veces poder acceder a los registros de la ATP sin que le sea permitido y luego replicó su planteo -antes que ahora- en 1975, 1977 y 1982, lo que demuestra su intención de nunca abandonar la causa.

Como bien señala Puppo en uno de sus comentarios: “Cuando un deportista produce un resultado le pertenece. Es para siempre. Ni la ATP, ni nadie se lo pueden sacar. Es un derecho imprescriptible e irrenunciable”.

4.- El deber del deporte: Las cuestiones reseñadas exigen un pronunciamiento a conciencia donde la búsqueda de la verdad, la justicia y cierta cuota de humanismo resalten los valores del deporte.

Puede ser a favor o en contra, pero si entre un puñado de personas pudieron durante años dedicar parte de su vida a esta causa, corresponde hoy a la Asociación de Tenis con su estructura, expedirse sobre dicha presentación.

Solo de ese modo la ATP honrará su deber con el deporte y dejará de ser, por un momento, una triste gerenciadora de un descomunal negocio.

* Abogado. Profesor Nacional de Educación Física. Docente Universitario. angrimanmarcelo@gmail.com


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