Los monstruos se integran y fascinan en la televisión
Nacieron en las leyendas, crecieron con los temores, las dudas y la necesidad de los hombres de explicarse y comprender el mundo que los rodea. Se transformaron en mitos modernos y mutaron su esencia, en muchos casos, gracias a la literatura. Son los monstruos, esos que la Real Academia define como “seres fantásticos que causan espanto” y que desde un principio subyugaron a la industria audiovisual. El cine muy cerca de su nacimiento, en 1910, dio a luz a su primer “monstruo” en el cortometraje “Frankenstein” que dirigió J. Searle Dawley, adaptando al nuboso blanco y negro de la época la novela de Mary Shelley sobre ese ser creado con retazos de cadáveres que en un punto es más ‘humano’ que la turba que pretendía destruirlo. Décadas atrás asustaban. Los padres prohibían ciertas películas por temor a las pesadillas. Cuando llegaban a la televisión muchas veces los veíamos a escondidas. Eran tiempos de monstruos y seres fantásticos feos, feroces y malvados, de Guerra Fría y rusos malos malos. Fueron entrando a la pantalla chica de a poco, en un principio en especiales que inspiraban miedo o unitarios como la célebre “Dimensión desconocida”, entre muchos. También provocaban risas en algún capítulo de “Abbot y Costello” o en la extraña familia “Monster” integrada por un abuelo vampiro, su hija vampira casada con Frankenstein y un nieto hombre lobo. Recién en 1967, y casi por casualidad, nació el primer vampiro ‘serial’ netamente televisivo en “Dark Shadow” (1966-1971). A la producción que había comenzado como una telenovela primero se le agregaron fantasmas y luego el fascinante Barnabás Collins. Desde ese momento se convirtió en una serie de culto, tan es así que en estos días se anunció la posibilidad de que tándem Tim Burton-Johnny Depp la lleve al cine. Mientras Drácula y sus hijos cinematográficos, con su faceta romántica, sólo buscaban satisfacer sus instintos sangrientos y sensuales y perpetuar su especie “Dark Shadow” presentó otra cara del chupasangre, una que se multiplicó en la tevé: la del vampiro que busca redimirse y quiere encontrar una cura que le permita ser humano otra vez. Barnabás no fue el único, le siguieron desde el detective Nick Knight de “Forever Knight” a “Ángel”. Los monstruos estaban ahí, pero no eran muchos hasta que apareció “Buffy, la cazavampiros”. Mucha acción, un poco de humor y una carismática Sarah Michelle Guellar llevaron al éxito a la producción de Joss Wedon que había tenido su nacimiento en el cine. Desde 1997 y hasta 2003 Buffy y sus amigos despedazaron todo lo raro que tenían enfrente. Los monstruos siempre reflejaron lo diferente, lo otro, lo que sale de la norma, lo que no es semejante. En ellos se depositan todos los temores (a la muerte, la sexualidad, los instintos). También el miedo al cambio. Por eso Buffy se convirtió en la favorita de los adolescentes que fueron convirtiéndose en adultos como sus protagonistas. En esa misma época tanto “Los expedientes X” como “Millenium” también se rodeaban de lo sobrenatural, pero con las conspiraciones como eje principal. Sin dudas la repercusión de estas series hicieron que las cadenas no pusieran tantos reparos y aceptaran más producciones basadas en lo sobrenatural en el siglo XXI, hasta llegar al día de hoy, donde se multiplican en los canales de cable en la Argentina. Entre los que están en pantalla, aferrados a los esquemas más clásicos los hermanos Winchester, casi como cowboys solitarios, persiguen demonios, fantasmas, sirenas, súcubos y todo lo extraño. Ellos van y vienen, en “Supernatural” (Warner Channel), entre el cielo y el infierno y hasta aplazaron un inminente Apocalipsis. Con un tono más ‘ecológico’ en “Sanctuary” (SyFy) la doctora Helen Magnus protege a criaturas, como Pie Grande, insectos gigantes, seres invisibles y más. Es una propuesta de aventura y acción, con estética y guiones muchas veces pueriles. La necesidad de protección e invisibilidad se adueña de “Haven” (SyFy), inspirada en la novela de Stephen King “The Colorado Kids”, en la que la agente del FBI Audrey Parker llega a un pueblo en el que se experimentan eventos sobrenaturales y en el que encuentra pistas de su madre biológica entre bellos paisajes y situaciones demasiado repetitivas. La búsqueda de integración marca “Being Human” (Cityvibe) la serie británica en la que conviven, cual estudiantes despreocupados, una fantasma, un vampiro y un hombre lobo. Compañeros de casa y de infortunio los tres en un principio que desean mantener su humanidad enfocándose en acciones cotidianas. Para los adolescentes “The Vampire Diaries” (HBO) sigue la senda romántica de “Crepúsculo”, de amores contrariados que se extienden en el tiempo, con un enfrentamiento entre hermanos y un pueblo lleno de secretos y una trama fácil de seguir y muchos clichés. Más cruda y sexual “True Blood” (HBO) se instaló como la favorita de los jóvenes adultos. Alan Ball (Six Feet Under) es el productor de esta propuesta basada en la novela “The Southern Vampire Mysteries” de Charlaine Harris que nunca deja de sorprender y va sumando seres a su universo. En ella los cambia formas tratan de adaptarse, los vampiros se dividen entre los que buscan ser aceptados por la sociedad humana y los que siguen destripando gente, también hay hombres lobo y pantera y pronto será el turno de las brujas y las hadas.
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