Los mejores

Las finales europeas del Barcelona en seis años. Las dos anteriores las ganó.

El Barcelona jugará nuevamente por el título de la Liga de Campeones al culminar ayer la extenuante tetralogía de clásicos contra el Real Madrid eliminando a su eterno rival en las semifinales. El partido de vuelta disputado en el Camp Nou terminó 1-1, por lo que al Barcelona le basta el 2-0 logrado en la ida para estar el 28 de mayo en Wembley. Su rival saldrá del duelo de esta tarde entre Manchester United y Schalke 04 (2-0). Pedro adelantó a los azulgranas en el minuto ocho del segundo tiempo, mientras que Marcelo empató diez después. La victoria global del Barcelona, sin embargo, nunca peligró. El pase a la final prolonga un año más la hegemonía del Barcelona sobre el Real Madrid, que no consigue alcanzar ni el nivel de fútbol de su rival ni su producción de títulos. La conquista de la Copa del Rey es un premio consuelo para el Madrid, que verá cómo el Barcelona ganará casi con seguridad su tercera Liga española consecutiva y cómo jugará la tercera final de Champions en seis años. Iker Casillas mantuvo al Madrid vivo en la primera mitad. Sus atajadas sostuvieron la esperanza blanca de remontada en unos primeros 45 minutos que fueron color azulgrana. El Madrid que dispuso José Mourinho –ausente del Nou Campo por sanción– hacía intuir un mayor anhelo por tener el balón. No hubo sorpresas en el dibujo, pero sí la hubo en los nombres: Kaká en lugar de Mesut Özil en la mediapunta y Gonzalo Higuaín por Emmanuel Adebayor como nueve. El equipo blanco parecía creer en el milagro en los primeros diez minutos. Su línea de presión recordó a la de la final de la Copa del Rey: metida 25 metros en campo rival y muy encima de Xavi y Busquets. Fue un espejismo. El Barcelona, con Javier Mascherano a la zaga y un Lio Messi moderado a la vez que muy castigado por la marca “blanca”, se hizo pronto con el control del balón y empezó a marear a sus rivales, que empezaban a perseguir sombras bajo la lluvia fina en que se había convertido la gran tormenta que cayó sobre Barcelona. “Que el balón vuele”, había pedido el DT. Y el equipo escuchó el mensaje. En el complemento, Pedro aprovechó una magistral asistencia de Iniesta, quien encuentra huecos dónde otros sólo ven piernas. El Madrid necesitaba tres goles para remontar. Entonces Adebayor y Özil entraron por Higuaín y Kaká. Marcelo logró empatar tras una buena jugada de Di María, pero el Barça nunca vio peligrar su victoria. Los minutos finales sirvieron para que el barcelonismo disfrutara una vez más y para que Guardiola mandara al campo a Eric Abidal, que a mitad de marzo fue operado de un cáncer en el hígado.

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Pep Guardiola abraza a su as de espadas, mientras Eric Abidal celebra su vuelta a las canchas tras superar un cáncer de hígado.


El Barcelona jugará nuevamente por el título de la Liga de Campeones al culminar ayer la extenuante tetralogía de clásicos contra el Real Madrid eliminando a su eterno rival en las semifinales. El partido de vuelta disputado en el Camp Nou terminó 1-1, por lo que al Barcelona le basta el 2-0 logrado en la ida para estar el 28 de mayo en Wembley. Su rival saldrá del duelo de esta tarde entre Manchester United y Schalke 04 (2-0). Pedro adelantó a los azulgranas en el minuto ocho del segundo tiempo, mientras que Marcelo empató diez después. La victoria global del Barcelona, sin embargo, nunca peligró. El pase a la final prolonga un año más la hegemonía del Barcelona sobre el Real Madrid, que no consigue alcanzar ni el nivel de fútbol de su rival ni su producción de títulos. La conquista de la Copa del Rey es un premio consuelo para el Madrid, que verá cómo el Barcelona ganará casi con seguridad su tercera Liga española consecutiva y cómo jugará la tercera final de Champions en seis años. Iker Casillas mantuvo al Madrid vivo en la primera mitad. Sus atajadas sostuvieron la esperanza blanca de remontada en unos primeros 45 minutos que fueron color azulgrana. El Madrid que dispuso José Mourinho –ausente del Nou Campo por sanción– hacía intuir un mayor anhelo por tener el balón. No hubo sorpresas en el dibujo, pero sí la hubo en los nombres: Kaká en lugar de Mesut Özil en la mediapunta y Gonzalo Higuaín por Emmanuel Adebayor como nueve. El equipo blanco parecía creer en el milagro en los primeros diez minutos. Su línea de presión recordó a la de la final de la Copa del Rey: metida 25 metros en campo rival y muy encima de Xavi y Busquets. Fue un espejismo. El Barcelona, con Javier Mascherano a la zaga y un Lio Messi moderado a la vez que muy castigado por la marca “blanca”, se hizo pronto con el control del balón y empezó a marear a sus rivales, que empezaban a perseguir sombras bajo la lluvia fina en que se había convertido la gran tormenta que cayó sobre Barcelona. “Que el balón vuele”, había pedido el DT. Y el equipo escuchó el mensaje. En el complemento, Pedro aprovechó una magistral asistencia de Iniesta, quien encuentra huecos dónde otros sólo ven piernas. El Madrid necesitaba tres goles para remontar. Entonces Adebayor y Özil entraron por Higuaín y Kaká. Marcelo logró empatar tras una buena jugada de Di María, pero el Barça nunca vio peligrar su victoria. Los minutos finales sirvieron para que el barcelonismo disfrutara una vez más y para que Guardiola mandara al campo a Eric Abidal, que a mitad de marzo fue operado de un cáncer en el hígado.

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