Los Fundamentalistas en Epecuén: así se gestó el show de la banda del Indio Solari
La banda brindó un recital inolvidable. La decisión de liberarlo en YouTube quintuplicó la cantidad de espectadores previstos.
La imposibilidad de cobijar en un reducto a los fans de manera presencial por la crisis sanitaria, la decisión de hacer algo completamente distinto a lo ofrecido en el exitoso concierto virtual de septiembre pasado y el recuerdo de una vieja y emblemática sesión de fotos de Carlos «El Indio» Solari en Villa Epecuén fueron algunos de los factores clave en el armado de «A los pájaros», el recital de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado emitido el sábado pasado vía streaming.
La banda que acompaña en vivo al legendario artista marcó un hito al brindar un show que quedará en la memoria colectiva por el imponente marco, la belleza de su registro visual, la contundencia de su música, la estelar aparición del líder espiritual del grupo a través de una pantalla con dos comentados estrenos y la decisión de liberarlo en YouTube al haber problemas con la plataforma Ticketek, lo que quintuplicó la cantidad de espectadores previstos en simultáneo.
Sin embargo, apenas el último punto fue producto del azar –aunque también hubo mucho de «mística ricotera» en ese gesto de emitir el show de manera gratuita-, debido a que se trató de una producción que comenzó a pensarse y a tomar forma casi cuatro meses antes.
«Lo empezamos a pensar a fines de diciembre, vinimos por primera vez a Villa Epecuén a fines de enero y el concierto se grabó el 29 de marzo», detalló Matías Mera, responsable de la productora Cráneo, que trabajó en la filmación del concierto, pero es además mánager de Los Fundamentalistas.
La celebración de los 15 años de la banda, llevada a cabo el 26 de septiembre de 2020 con el concierto «Desde los satélites», registrado en el porteño estadio Malvinas Argentinas, con alrededor de 20.000 tickets virtuales vendidos y actualmente disponible en el canal oficial de YouTube de Los Fundamentalistas, dejó la sensación en sus miembros de que había que repetir la experiencia de tocar en vivo.
Al momento del inicio de la pandemia en marzo del año pasado, la banda venía manteniendo una intensa actividad escénica, cada vez con mayor convocatoria, desde 2019 cuando realizó un primer concierto sin su líder espiritual, a beneficio del baterista Martín Carrizo.
«Habíamos hecho el streaming de septiembre con entradas agotadas y quedamos con la idea de volver a dar un show en vivo con público en marzo o abril, pero las condiciones no están para eso. Iba a ser un problema juntar a toda la gente y preferimos no hacerlo así, no cargar en nuestra conciencia con un montón de contagios«, explicó Mera.
La elección del lugar del nuevo show surgió por la necesidad de presentar una producción visual muy distinta a la de septiembre, el deseo de hacer alguna especie de «homenaje velado» a su líder y la feliz coincidencia con el propio Indio cuando les sugirió tocar en ese pueblo.
«El primer streaming dejó la vara muy alta, con mucha pantalla. Entonces había que buscar otra cosa. Pensamos en un lugar al aire libre y surgió la idea de Epecuén por una famosa sesión de fotos que había hecho allí el Indio hace algunos años. Cuando le comentamos que queríamos hacer un show en un escenario natural, el Indio nos dijo: `¿Por qué no lo hacen en Epecuén?´. Ahí cerró todo. Nos dimos cuenta que era el lugar», reveló el realizador.
«Villa Epecuén es un lugar abstracto porque es una ciudad abandonada y nos parecía un buen símbolo en este contexto, además que acompañaba muy bien las canciones», acotó al referirse a la localidad del sur bonaerense, sepultada bajo el agua a mediados de los `80, lo que la convirtió en un «pueblo fantasma».
El desolador marco cortado por el estruendo musical de la banda fue resaltado a nivel visual con tomas que presentaban al inicio una luz natural crepuscular que, a medida que avanzaba el show, mutó en cerrada noche de luna llena que dotó a la filmación de una fantasmal fisonomía.
Esa estética fue consensuada entre la productora y los directores musicales del proyecto, Gaspar Benegas y Pablo Sbaraglia, para lo cual hizo falta una cuidada ingeniería que incluyó un cronometraje muy preciso de los tiempos y el uso de 16 cámaras, dos drones y una grúa de 14 metros.
«Cronometramos todo para empezar al atardecer y terminar de noche. Había mucha atención en eso porque una vez que largabas no había marcha atrás. La luz del atardecer nos parecía que era la mejor para mostrar el lugar. Todo se terminó de ajustar en la prueba de sonido del día anterior en donde determinamos bien a qué hora empezar y hasta qué canción se grababa con luz del atardecer y desde cuando de noche», contó Mera.
Más allá del gran nivel musical y visual del espectáculo presentado, fue la presencia a través de una pantalla del Indio y el incidente con Ticketek que derivó en la liberación del material lo que dotó de ribetes épicos al concierto.
Se estima que alrededor de 22.000 personas pagaron su derecho a ver el show; sin embargo, dos horas después de la programación de su emisión, la plataforma digital continuaba colapsada y provocaba las aireadas quejas en redes del público.
Ante esto, el grupo emitió el espectáculo de manera gratuita cerca de la medianoche, y disparó a más de 90.000 el número de espectadores simultáneos, más de medio millón acumulados hacia el mediodía del domingo, cuando el concierto fue levantado y ofrecido hasta el 2 de mayo en la plataforma paga para quienes obtuvieron tickets.
Sin embargo, tal como indica la «tradición ricotera», quienes abonaron no presentaron mayores quejas por el hecho de que una gran cantidad de gente que no pagó haya visto el espectáculo igual que ello. Un parangón de aquellas jornadas en las que se agolpaban fans en la puerta de los estadios y presionaban para ingresar sin tickets, hasta que finalmente se liberaban molinetes.
«Es la solidaridad propia del movimiento que sigue al Indio Solari. El que quiere entrar, termina entrando y, sin embargo, cada vez más gente saca su entrada porque entiende que así apoya al proyecto», graficó Mera.
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