Los comedores comunitarios, la red contra el hambre en la pandemia
Vecinos que dejaron de tener su sustento diario por no poder hacer changas deben concurrir a los sitios donde se distribuye comida. ¿Qué dicen las organizaciones sociales en Neuquén, Cipolletti, Viedma y Roca que administran esta red contra el hambre?
(Virgina Trifogli, corresponsalía Neuquén) La cantidad de personas que no tiene para comer en Neuquén se incrementó en cifras alarmantes con la pandemia de coronavirus.
Las organizaciones sociales respondieron lo más rápido que pudieron a esa demanda, autocapacitándose y distribuyendo tareas para que funcionen los comedores en la cuarentena: así ayudan a las familias vulnerables a sobrevivir.
Sin embargo, aseguran que, a pesar de atender diariamente a cientos de personas, Provincia no les dio “ni un litro de lavandina” ni los ayudó a implementar protocolos sanitarios.
El relato común a todas las organizaciones es que, cuando se decretó la cuarentena, se formaron grupos de trabajo para que las demás personas pudieran seguir yendo si alguien se enfermera. Además, modificaron las formas de distribuir la comida para evitar aglomeraciones y confeccionaron barbijos.
“Lo que más se extraña es compartir el mate”, contaron entre risas dos de las cocineras del comedor de la Corriente Clasista Combativa (CCC) del barrio Sapere, de Neuquén. Dicen que fue su referente quien les enseñó las nuevas medidas sanitarias, que hoy figuran en un papel escrito a mano pegado en la pared.
Pero no fue el único cambio que tuvieron que afrontar: de una semana a la otra, la cantidad de viandas que tenían que hacer se duplicó. Hoy, en Neuquén capital, la CCC distribuye 400 almuerzos y 750 meriendas diarias. La referente Sol Quinchagual cuestionó a Provincia: “no aparecieron ni para ver si tenían para comer”.
Explicó que hicieron un relevamiento por las casas para ayudarles a implementar las medidas sanitarias: “muchos no tienen dónde lavarse las manos”.
Barrios de Pie ofreció sus comedores para el plan “Detectar”, que realiza encuestas para hallar casos sospechosos. No tuvieron respuesta. También, de la noche a la mañana, tuvieron que volverse expertas sanitarias. “No podíamos esperar a que el Gobierno nos de protocolos”, resaltó la dirigente Gladis Aballay.
Para manifestar su preocupación, la referente resumió la situación en dos aspectos: se profundizó la pobreza y se deterioró la calidad alimentaria de toda la familia. La organización está repartiendo 3.000 almuerzos diarios en toda la provincia, la mitad en la capital. El 40% de los asistentes se incorporaron con la cuarentena y se distinguen por ser varones que perdieron sus “changas”.
El reclamo por la falta de respuesta del Estado se repite. Desde Desarrollo Social de provincia no se pudo consultar el tema: “estamos complicados para coordinar entrevistas”.
Se informó que se distribuyen 4.700 viandas diarias y se asiste a 2.000 merenderos. Además, Educación anunció la cuarta entrega de 20.000 módulos alimentarios que se implementaron por el cierre de los comedores escolares. Solo Plottier parece querer abordar el trabajo de las organizaciones con la creación de un registro de comedores, aprobado recientemente.
La demanda que creció en Cipolletti
(Fabricio Álvarez, corresponsalía Cipolletti) El crecimiento de comedores y merenderos es el principal indicador de la crisis que genera la pandemia por coronavirus en los barrios populares de Cipolletti. Según datos oficiales aumentó un 24 por ciento la cantidad de lugares que proveen de alimentos a los vecinos y un 50 por ciento la demanda en alimentos que brinda el municipio. Esto sin tener en cuenta el aporte de los propios voluntarios que se encargan de llevar adelante la elaboración de las comidas.
Un informe de la secretaría de Desarrollo Humano y Familia revela que en enero el municipio aportaba 3,4 millones de pesos para este sector. En junio esa cifra se disparó a 5 millones de pesos, un crecimiento del 53 por ciento.
La titular de la cartera, Viviana Pereira, informó que actualmente hay 62 comedores y merenderos en Cipolletti. Algunos tiene la doble función y en ciertos barrios hay más de uno. Agregó que la cifra antes del inicio de la pandemia era de 50.
El año pasado se hizo un registro de todos los barrios para relevar la cantidad de espacios comunitarios. «Cuando asumimos habían una cifra de 70 entre comedores y merenderos. Hicimos un relevamiento del funcionamiento y eran 50 los que estaban trabajando de forma real», indicó la funcionaria.
Pereira destacó la importancia del rol de los comedores en esto escenario de crisis. «La evaluación que hacemos es que sin estos lugares la vulnerabilidad de estos barrios sería mucho mayor. En ese sentido nos organizamos y comenzamos con un trabajo casi diario con ellos».
La funcionaria reconoció el gran crecimiento de la demanda y aseguró que desde el municipio se realizaron una capacitación y se dispuso de un protocolo para funcionamiento de estos lugares.
«Acompañamos con capacitaciones a las voluntarias que en su mayoría son mujeres. También hubo una reducción del voluntariado porque muchas personas ingresaron en grupos de riesgo. Esto llevó que un grupo entrega alimentos sin elaboración», indicó.
El municipio realiza una desinfección periódica de los lugares donde se cocina y se entregan las viandas .
Por su parte la referente de Barrio Obrero Lila Calderón aseguró que realizaron su propio protocolo para funcionar.
Ya a fines de marzo, con aislamiento obligatorio dando sus primeros pasos, las voces de los referentes barriales comenzaron a solicitar mayor intervención estatal.
En abril, el comedor de la toma 2 de Febrero prácticamente se duplicó la demanda de viandas, pasó de 150 a 270.
A pesar del incremento en el abastecimiento, los referentes aseguran que no es suficiente. » Está muy critica la situación, nosotros hacemos malabares para poder abastecer a los vecinos de los barrios populares.
Desde el municipio aportan pero no es suficiente», indicó Daniela Rojas, referente del barrio Auca Lihuen.
Aportes oficiales, de gremios y de la gente en Viedma
(Enrique Camino, corresponsalía Viedma) La ciudad de Viedma cuenta con el funcionamiento de una veintena de comedores comunitarios, y que habitualmente reciben a diario a razón de unas 40 familias para retirar viandas de almuerzo y merienda. Según sus organizadores, los beneficiarios llegan casi a 4.000 personas.
En algunos casos cuentan con el aporte solidario de personas, ayuda oficial y de entidades como el gremio de la carne con determinadas donaciones.
“Antes recibíamos chicos solamente a comer pero con los inconvenientes sanitarios que provoca la pandemia del coronavirus, no es momento para dejar a nadie afuera, y ahora vienen los padres”, indica Lorena Alan de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (Ctep), una de las organizadoras de estos emprendimientos.
Explica que la pandemia impacta también en las fuentes laborales porque las personas mayores que ahora se acercan a los comedores antes tenían “changas” o limpieza de casas, y en la actualidad ese tipo de salidas laborales ha mermado.
También observa perjuicios con la falta de actividad escolar ya que en tiempos normales muchos chicos almorzaban o merendaban en las escuelas.
Estas organizaciones no sólo se están encargando del suministro de alimentos sino que también armó equipos de trabajo para proveer de leña a familias de humilde condición.
En Roca, se duplicó la atención
(Victoria Martínez Zoni, redacción central) A más de 100 días de que comenzó la cuarentena obligatoria por covid-19 en el país, la crisis social y económica se profundizó en todo el territorio, y General Roca no fue la excepción.
En la ciudad hay una necesidad muy grande de aquellas personas que no cuentan con las condiciones económicas para tener todos los días un plato de comida en la mesa, por lo cual los merenderos y comedores barriales cumplen un rol fundamental en esta pandemia. Más de 300 familias son las que se encuentran en esta situación.
En el merendero “El Chavito” asisten los días martes, jueves y sábados entre 20 y 25 familias que se acercan a retirar la merienda, tanto las madres de los más pequeños como los adultos mayores. “Todos los días se suma alguien nuevo”, indicó Camila Vidal, coordinadora del merendero ubicado en Barrio Nuevo.
Allí, los días sábados y domingos brindan viandas para unas 50 familias, el doble de asistencia que durante la semana. En las últimas semanas se intensificó el flujo de personas que se acercan al lugar para conseguir un plato de comida, explicó Vidal.
Las lluvias, el frío y la nieve agravaron la situación de miles de vecinos en la ciudad que deben hacer lo imposible para acceder a una comida. La imposibilidad de salir a trabajar debido al Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio de aquellos que viven el día a día complica aún más su realidad.
“De 9 paquetes de fideos pasamos a casi 30, es una locura, es muy difícil de sostener”, sostuvo Miriam y aseguró que antes de la pandemia concurrían al comedor 90 personas, entre niños, adultos mayores y embarazadas, pero en los últimos tres meses esa cifra se triplicó. “Ahora abrimos las puertas para todos los que lo necesitan. Estamos estresados, queremos que esta situación termine ya”, agregó Muñoz.
La mujer que está al frente del comedor contó que con la lluvia de días atrás, la gente hizo fila desde las 9 de la mañana para no quedarse sin un plato de comida. “Nosotros entregamos las viandas a las 12, todo ese tiempo hicieron fuego afuera mientras esperaban para no pasar frío”, soltó Miriam.
Además, las encargadas de los comedores comentaron que desde que comenzó la cuarentena obligatoria por covid-19 en la ciudad, vienen realizando trabajo en equipo para cruzar datos sobre las personas que asisten. De esta manera, las mujeres dijeron que pretenden lograr una mejor organización para que se pueda llegar a la mayor cantidad de personas posibles con las comidas y que nadie se quede sin comer.
Estos espacios se sustentan en su mayoría con donaciones de leña, alimentos secos, carne, frutas y verduras que acercan los vecinos roquenses, que no dan vuelta la cara ante la compleja situación que se vive en la actualidad.
Por su parte, el Municipio de Roca brinda asistencia alimentaria a más de 50 comedores y merenderos, así como a los 8 CECIS municipales, en los que se preparan módulos de alimentos secos para las familias más necesitadas.
Además, en la ciudad existen unos 20 comedores y merenderos que no reciben asistencia municipal y que se mantienen en pie gracias a donaciones de alimentos y ropa de abrigo para las familias que están más vulneradas. «Todas las semanas aparece un espacio nuevo, está muy complicado para todos», afirmó la encargada del merendero Nueva Luz.
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