¿Los burros contagian?

Zapala

Quizás sería bueno que los burros contagiaran. Son nobles animales, diz que porfiados, aunque no tanto como las mulas, pero sumamente trabajadores y útiles. Sin embargo, el uso popular coloquial los trata también de ignorantes, al calificar como burros a los humanos que no tienen ninguna de las virtudes del cuadrúpedo pero muestran su ignorancia sin “disi-mulos” y hasta con arrogancia.

Y éstos sí que contagian. Con la adhesión generalmente cholula de muchos lectores, oyentes y televidentes, aparecen personajes famosos que preguntan por los dinosaurios vivos, recomiendan criar gallinas “en los gallineros”, desconocen las provincias, y otros que creen que el paso de una marcha por la ubicación del monumento a Blas Pascal en París se relaciona con un personaje de Disney inventor de cosas extraordinarias.

También los hay que confunden las organizaciones de narcotraficantes con anuncios publicitarios callejeros, los que preguntan a una mujer maltratada qué hizo para que le pegaran; pies de fotos, bajadas, títulos y encabezamientos de medios gráficos plagados de horrores ortográficos y de redacción hasta chocante (recuerdo siempre con horror que en el país “se celebró” (sic) un nuevo aniversario de la muerte del Gral. San Martín).

Mi conclusión es que estos burros efectivamente contagian, porque exhiben obscenamente su ignorancia y de algún modo son modelos o ejemplos que la sociedad, consciente o por inercia, termina por reproducir. Es casi imposible evitarlos pero al menos hay que tener cierta mirada crítica. Como recuerda un epigrama según el cual un burro y un hombre acordaron enseñarse recíprocamente su “idioma”, el hombre aprendió a rebuznar enseguida, pero el animalito nunca pudo decir palabra. Así que “no te juntes con el bruto/ ni un minuto/ pues no conseguirás la alta corona/ de hacerle tu persona/ y puede suceder que él te haga un bruto”.

Julián Álvarez, DNI 7.574.027