Los 1.000 panes dulces de Madame Papín
Un personaje querible en todos los ámbitos. Madre, cocinera y buena amiga, esta mujer no para de aprender de cocina y colaborar con quienes más lo necesitan. ¿La conocías?
Por Victoria Rodriguez Rey
@victoriarodriguezrey
A veces cuesta comunicarse con Madame Papín porque en Papinlandia, las antenas con papa y agujas de tejer se las vuela el viento. En uno de sus viajes al planeta tierra a Madame Papín la encontró una pandemia que no la dejó regresar. En verdad, eso poco le importa. Ella va recreando el mundo, en el lugar que esté y con los recursos que disponga. Además, en la primera escuela de oficios por la que pasó (“criar cinco hijos” dice que se llama la institución) descubrió y aprendió la tarea más increíble, jamás antes experimentada: Cocinar.
Con más de 60 años, aunque su energía materializa una piba de veinte, Mandame Papín se pone al servicio, ella y su oficio. Viene trabajando, desde hace más de veinte años, con quienes producen una riqueza alimentaria y cultural en el norte del país, productores y productoras de papa andina. Es la cocinera de bandas de rock nacionales e internacionales. Camina todo el día y tiene la temperatura de lo que sucede en los barrios a la sombra de las gigantes pantallas led que promocionan la comida a quienes jamás van a alcanzar. Una vez al mes cocina para la gente de la calle. Y va a aprender a cocinar a los comedores populares.
“Este año me invitaron a dar unas capacitaciones, en educación técnica. Y me proponían dar demostraciones a personas que cocinan para comedores o para ollas populares. Y la verdad que cuando voy a esos lugares lo primero que digo es que no puedo enseñarles nada. La cosa es al revés, soy yo la que va a aprender. Un cocinero de una olla popular o comedor que todos los días cocina para 300 personas con pocos ingredientes y pocas cosas, es el que sabe. Siempre tengo la sensación que es más lo que me dan, de lo que yo puedo dar”.
Para la punk de Madame Papín la idea de cambiar el mundo quedó atrás. Hoy se preocupa por ir cambiando todos los días “la baldosa que se pisa”. De esa manera encuentra una cantidad de coloridos sabores en este recorrido de vida. Su inquietud y creatividad constante parecen ser la fórmula para semejante vitalidad, además de cocinar rico y para todos. “Me encanta cocinar. Amo dar de comer. Creo que tengo el mejor trabajo del mundo. Y un punto importante es que para mí es exactamente igual cocinarle al mega artista internacional que al pibe que está viviendo en la calle”.
Llegó diciembre y Madame Papín sabe que no a todos les llega el aroma del agua de azahar, propio de los panes dulces. Fue así que de tejer frazadas en forma colectiva se propuso cocinar 1000 panes dulces. “En pandemia todo el mundo se puso a hacer masa madre. Yo dije, – ‘Yo voy a dar un curso de tejido para hacer un posa plato’. Y la gente se copó, no sé por qué. Porque parecía que se terminaba el mundo. Y comenzaron a tejer cuadrados. Y dije – ‘¿Y ahora qué hago?’ Bueno, hagamos mantas para regalarle a los amigos de la calle. Y Así fue.”
“El año pasado hicimos en el Hospital Moyano una movida de 222 panes dulces y este año mi idea era hacer 1000 panes dulces. Me puse a pensar y dije es un buen año para agradecer al personal de salud, que estuvo en primera fila de este show interminable y que nadie quiere volver a sacar una entrada. Y después dije, puedo sumar locos, viejos y niños. Porque todos somos niños, en un momento vamos a ser viejos y también, en algún momento, podemos enloquecer. Así que estos panes dulces se van a hacer gracias a las donaciones. Si bien a mí me toca comandar esta masa leudante, hay un montón de gente, de amigos de Papinlandia, amigos cocineros y amigos que no tienen nada que ver con la cocina. Es una movida de muchas personas que nos ordenamos y que vamos a cocinar. Al enterarse la gente de esto, increíblemente en menos de tres días, tenemos casi todos los ingredientes de donaciones. Son 1000 pan dulces para el Hospital Militar, para el Hospital Moyano, para el Hospital Casa Cuna, para “Amigos en la calle”, para Cilsa que es una ONG para la inclusión y para un comedor que está en Flores. Nosotros vamos a hacer lo que creemos que es lo mejor que hacemos y amamos, que es cocinar, dar de comer”.
Madame Papin repasa el inventario de los ingredientes para los panes dulces. Sabe que ya tienen casi todo. No se molesta en pedir donaciones a las familias productoras de la región, porque entiende que fue un año muy difícil para toda la sociedad. Sólo deja la inquietud y contagia las ganas, para quienes entendieron que cocinar es amar.
Para conocerla:
@madamepapin
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