“Lloro cuando se me muere un niño entre los brazos”
AL QUSAYR.- “Si sus heridas son muy graves, poco podemos hacer salvo tratar de mitigar su dolor y hacer que su muerte sea lo menos dolorosa posible”, lamenta el doctor Saleh Mahmut Sadir en un hospital clandestino de la ciudad rebelde siria de Al Qusayr, donde los médicos intentan salvar a las víctimas de los bombardeos. “No tenemos el material necesario para ayudar a los pacientes más graves. Nos falta un neurocirujano y por eso si los heridos presentan heridas en la cabeza la única solución es enviarlos a Líbano para que allí les puedan atender; aquí solo podemos rezar por ellos”, añade impotente. Este hombre, de mediana edad, tuvo que ver como su hijo murió entre sus propios brazos cuando una bomba lo alcanzó de lleno; pero a pesar de eso acude a diario a trabajar. “Mi deber y mi misión es seguir trabajando hasta que el régimen caiga. Yo me hice médico para ayudar a salvar vidas; estamos en el bando correcto, junto a los civiles”, afirma tajante. Fundado hace nueve meses por médicos y enfermeros sirios que lograron escapar del Hospital Nacional de Al Qusayr, controlado por las tropas del régimen, este centro clandestino ubicado en una casa, recibe mensualmente a cientos de víctimas de los bombardeos de las fuerzas gubernamentales. “Recibimos, al mes, 570 pacientes que presentan heridas por culpa de las bombas que caen constantemente en la localidad; y luego unos 100 por culpa de heridas de bala, sobre todo de los francotiradores”, afirma el doctor Kasem Alzein, fundador del hospital. “He llorado muchas veces en los últimos nueve meses; sobre todo cuando no he podido hacer nada por los pacientes; y me he quedado junto a ellos hasta que han muerto”, cuenta. “Lloro, sobre todo, cuando se me muere un niño entre los brazos porque me recuerda a los míos”, comenta este padre de tres niños pequeños.
AP
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