Llevaban 133 tazas de autos y quedaron presos

Dos hombres fueron detenidos por la policía de Bariloche cuando trasladaban en un Volkswagen Senda 133 tazas utilizadas para recubrir las llantas de los vehículos. Los interceptaron porque les pareció raro ver que dos personas viajaran en el asiento trasero. Uno de los ocupantes se bajó antes y no pudo ser apresado. Si bien no lograron comprobar que los elementos fueron robados por ellos, se les imputaría encubrimiento o tenencia sospechosa de los accesorios.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Los hechos policiales en Argentina no dejan de sorprender. Ayer a la mañana, dos hombres fueron detenidos en Bariloche cuando llevaban en un Volkswagen Senda 133 tazas que correspondían a distintos vehículos.

La maniobra pudo ser advertida luego de que a los integrantes de una patrulla policial les resultara sospechosa la carga que transportaban tres individuos en el asiento trasero del auto en el que viajaban tres personas. Tras una breve persecución comprobaron que las dudas no eran infundadas.

El hecho tuvo lugar minutos antes de las 8, cuando un patrullero de la Comisaría Segunda se cruzó con el auto de los sospechosos en la calle Don Segundo Sombra, en el barrio Ñireco. Los uniformados decidieron retomar la calle y seguirlo para comprobar el origen de la carga que obligaba al trío a viajar en el asiento delantero del rodado. Lo alcanzaron en Albarracín y Los Ñires, cerca del barrio 84 Viviendas, pero uno de los tripulantes del Senda se había bajado en el trayecto sin que los policías lo advirtieran.

Las explicaciones que brindaron los detenidos, Basilio Javier Illief y Jorge Arturo Cerda, de 21 y 43 años, no convencieron a los policías, pese a que uno de ellos habría tratado de justificar la tenencia de las tazas por su condición de mecánico.

El patio de la Comisaría Segunda mostraba ayer un paisaje conformado por 32 tazas cubrerruedas de distintos modelos de Volkswagen, 26 de de Ford, 12 de Renault, 4 de Peugeot, 4 de Opel, 4 de Alfa Romeo, 2 de Subaru, 1 de Toyota y 48 de aplicación universal. En algunos casos, los delincuentes debieron remover el bulón de seguridad para retirarlas, y algunas resultaron dañadas por la presión ejercida por la barreta o el destornillador que utilizaron.

La madrugada de ayer en Bariloche, ventosa y desapacible, invitaba al descanso y había muy poca gente en las calle. Sin embargo, estas tres personas demostraron que no durmieron para reunir la numerosa colección de tazas.

Hasta ayer al mediodía un sólo vecino había denunciado la sustracción de las cuatro tazas que cubrían las llantas de su automóvil, y la policía presume que muchos turistas emprendieron el regreso a su lugar de origen con la bronca de haber perdido esos accesorios.

El precio de las tazas varía entre 10 y 50 pesos, según la marca y el material, pero algunas son de vehículos importados y se dificulta la reposición.

Son raras las denuncias por robos de tazas, porque a veces su valor no justifica la molestia y es remota la posibilidad de recuperarlas. Sin embargo, su ausencia es una de las cosas que más molesta a los automovilistas. «Cuando me roban las tazas es como que pierdo el interés en el auto», declaró un vecino al que le faltan 2 de su Peugeot.

«Por ahí, cuando lo lavo me doy cuenta cómo se desvaloriza con una o dos tazas de menos y las repongo, pero al poco tiempo me vuelven a robar alguna», agregó disgustado.

El robo de tazas suele ser un entretenimiento de chicos de la calle que quizá todavía no alcancen a interpretar que se trata de un delito. Sin embargo, la policía sospecha que las roban para entregarlas a un reducidor que les dará algunas monedas por cada una.

El precio en el mercado de los accesorios secuestrados es de unos 2 mil pesos, pero al estar usados y en algún caso con deterioros, se calcula que baja a la mitad.

En el caso que investigan, las autoridades todavía ignoran cómo llegaron a poder de Illief y Cerda las 133 tazas secuestradas, y por ahora les pueden imputar encubrimiento o la tenencia sospechosa de los elementos porque no fueron sorprendidos durante el robo.

La tenencia u ocultamiento de cosas robadas tiene una pena de seis meses a tres años de prisión, pero si el autor hiciera de ello una actividad habitual los montos se elevan al doble.


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