River y un triunfo histórico, épico e inolvidable

Contra todas las adversidades, el Millo, con Enzo Pérez al arco y sin relevos, le ganó un partido heroico a Independiente Santa Fe y quedó a un paso de los octavos de final. Ahora es líder del Grupo D de la Copa Libertadores, a falta de una fecha para el cierre de la fase de grupos.

La imagen surrealista de un encuentro por Copa Libertadores, pero con matices de picado de fin de semana. En un estadio vacío, River juntó apenas 11 jugadores con un arquero improvisado, no tuvo suplentes, pero sí mucho orgullo para darle forma de épica al partido más inusual de su rica historia deportiva.

Nadie por fuera de la vida interior de River habló de planteos futbolísticos en la previa del duelo ante Independiente Santa Fe, por la penúltima fecha del Grupo D de la Libertadores.
Los 20 casos de coronarivus que sufrió el plantel millonario, fue un lastre pesado que llevó incluso a que un símbolo de River (desde anoche lo es aún más) disimulara la lesión que le impidió estar en el mediocampo, pero no lo suficiente para no estar bajo los tres palos de arco y dar una mano (o las dos) para meterse para siempre en la idolatría del club.

Por todo esto la victoria por 2-1 que logró el Millo en el Monumental, es tan heroica como histórica aunque también trabajada y racional ante tanta locura pandémica.
Porque mientras para afuera la nota de color era que Enzo Pérez se calzaría los guantes, puertas adentro River, fiel a su estilo, se preparó para ganar con las pocas armas que tenía a mano.

Enzo Pérez embolsa el balón ante la mirada de Angileri y Martínez.

Juego rápido, lo más lejos de su arco en lo posible, movimientos siempre en bloque y resguardo a Enzo en cada avance rival, sin complejos para rechazar para arriba y de punta si la situación así lo requería.

Y por sobre todas las cosas, River fue efectivo y agresivo. A los 5’ había llegado a posición de gol tres veces y dos fueron gol. Fabrizio Angileri corrigió la definición de Fontana tras el rebote ante el arquero Castellanos y dio rienda suelta a un festejo con mezcla de asombro. River ya lo ganaba a los 3’. Increíble.

Lo más parecido a la irrealidad, por el contexto no por lo futbolístico, se dio dos minutos después cuando Julián Álvarez, con un movimiento de crack en el área, de media vuelta la clavó de zurda en el ángulo. River se ponía 2-0 a los 5’, confirmando la capacidad de este equipo por materializar imposibles. Mientras tanto, a Enzo Pérez prácticamente no le llegaron con peligro en toda la etapa.

La parte inicial de la misión estaba cumplida. Faltaba la segunda, tan complicada como la primera. Sin relevos, el temor era que River se quedara sin piernas. Había que defender la ventaja y rodear al arquero debutante. El cansancio comenzó a hacer su parte, Santa Fe llegó al descuento por intermedio de Osorio y había que aguantar. Y el Millo aguantó.
La resistencia supo sacar lustre a una de las páginas más brillantes de la vida copera de River, a la vez que 11 jugadores reservaron para siempre su lugar en la historia.


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