Lenguaje inclusivo: elogio de la U

“Muchaches, vamos todes juntes”, escuché decir en una marcha haciendo gala del lenguaje inclusivo que pretende ser un lenguaje incluyente, igualitario o no sexista y si se quiere contrahegemónico. Siempre me he preguntado a quién se le ocurrió poner a la vocal “E” como marca de inclusividad; ¿por qué la E y no la I, o la U? ¿Quién se arrogó el derecho o el capricho de utilizar la E sin consultarnos? 

Resulta contradictorio que como marca de inclusividad se use la letra más hegemónica del español, aproximadamente el 14 % de las palabras la llevan; pertenece además a la categoría selecta de las vocales abiertas, prestigiosas, expansivas, la interjección “eh” la usamos para llamar la atención, y generalmente multiplicamos su sonido, “eeeeeeeh”, además se asocia a festejo, alegría. La E toda la vida tuvo fama de arribista, fagocitadora(tiene forma de pac-man); esto es fácil de demostrar si vamos a la historia de las palabras. En latín la palabra “lactis” fue cambiando con el tiempo en nuestra lengua, primero dio “laictis”, luego “laictE” y finalmente “LECHE”, es decir, aprovechó las disputas y la indecisión del diptongo AI para quedarse con la palabra, así hay numerosas como “lactuca” que termina derivando en “lechuga”. No solo eso, se entromete también como conjunción cuando la palabra siguiente comienza con “I”, Juan E Ignacio. Además la E tiene clara influencia francesa, ¿hay cultura más elitista que la gala? No. Sin hablar de su uso como “e paragógica” en la poesía, en otra muestra de imperialismo vocálico.  

Por eso yo propongo que si de veras el lenguaje quiere ser inclusivo reivindiquemos el uso de la “U”. Vocal marginada, si las hay, apenas un 4,8% de las palabras la lleva, y en el orden de las vocales está última, la pobre; bien mirada notarán que su grafía se asemeja a dos brazos levantados, como queriendo llamar la atención. Vocal cerrada, introspectiva, vaya a saber qué traumas acarrea; si prestamos atención la interjección “uh” siempre se dice en sordina, denota desilusión, sorpresa, dolor. Por lo tanto, si realmente queremos incluir, incluyamos la U por contrahegemónica y si decimos “Muchachus, vamos todus juntus”, la frase suena mejor y seremos más inclusivus. 


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