Lejos de Corrientes, cerca del Gauchito Gil
En la región también veneran a Antonio Gil los 8 de enero. Los devotos del correntino se reunirán en Cipolletti. Estarán vestidos de rojo.
CIPOLLETTI (AC).- Van vestidos con alguna prenda roja, llevan velas del mismo color, cantan y bailan chamamé y comparten un almuerzo a la canasta. Lejos están de Corrientes, la cuna del Gauchito Gil, pero lo veneran de la misma forma cada 8 de enero.
En la zona funciona una agrupación criolla que se llama «Gauchos de Antonio Gil» que mañana reunirá a todos los seguidores en el Centro de Folkloristas de Cipolletti. «El lugar estará abierto desde las 11 y por la noche a las 21», dijo el presidente de la entidad, Claudio Romero. La entrada es libre.
¿Quién fue el Gauchito Gil?
«Antonio Gil nació en la ciudad de Mercedes, Corrientes, en 1847 cuando nuestro país se debatía por la organización nacional con la intervención de los caudillos federales y unitarios», dicen los devotos en la zona.
Pocos datos precisos se conocen sobre este correntino. Su historia -que según algunos es una mezcla de tradición oral, leyenda y un poco de realidad- aparece narrada de distintas maneras, pero con una coincidencia: los milagros.
En la región la rescatan así:
«Cuando tenía 20 años Antonio Gil participó en la guerra del Paraguay, donde por primera vez hizo una curación milagrosa a un combatiente amigo. Al terminar, vuelve a su ciudad natal, donde se encuentra que gobernaban la mismas fuerzas liberales (versión correntina de los Unitarios) conocidas por el uso del pañuelo azul en el cuello. Trata de enrolarse en sus filas para tener trabajo, pero el Gauchito Gil era autonomista (versión correntina de los Federales) y por eso usaba un pañuelo rojo en el cuello».
«Los liberales -agregan- pretendieron 'usarlo' para que delatara a sus amigos autonomistas que estaban en la clandestinidad, pero no se prestó al juego y debió desertar. Vivió cerca de tres años convertido en matrero. Conoció a la viuda de un estanciero de quien se enamoró, razón que le hizo pensar en entregarse ya que además no había cometido ningún delito».
Dicen que se entregó, pero igual fue detenido y se ordenó su traslado a la ciudad de Goya.
«Era sabido en esa época que el traslado significaba la muerte en el camino. Por ello conversó con el sargento qu dirigía la comitiva y éste le hizo saber que de todas maneras se iba a llevar a cabo el 'ajusticiamiento'», relatan los devotos en la región.
«Ante estas manifestaciones el Gauchito Gil le predijo al sargento que después de su muerte y cuando estuviera llegando a su casa iba a encontrar a su hijo enfermo de muerte. Así fue. El Gauchito fue colgado de un árbol de los pies y degollado, y el hijo del sargento yacía en su lecho de muerte».
Cuentan que el sargento le imploró al Gauchito Gil que no le dejara morir a su hijo, y le prometió que inmediatamente se dirigiría al lugar de su muerte para darle cristiana sepultura. «Lo enterró en el lugar de los hechos y le puso una cruz con su nombre a la cual vistió con el pañuelo rojo que tenía puesto en su cuello. Ese fue el primer favor que se le reconoce».
El segundo hecho milagroso aseguran que se produjo cuando el dueño del campo donde estaba sepultado el Gauchito Gil lo sacó de ese lugar para llevarlo al cementerio de Mercedes, donde le construyó un caro panteón. Pero el lugar «no fue del gusto» del Gauchito.
«Las cosas dejaron de andar bien para el propietario, a quien se le secó el campo y se le morían continuamente los animales. Gente del pueblo y linderos de su estancia le aconsejaron traerlo de vuelta al lugar del entierro. Cuando lo hizo empezó a mejorar rápidamente su situación».
Ahora, todos sus «seguidores, devotos, fieles y promeseros» lo veneran allí los 8 de enero. Se reúne una multitud.
De la misma manera, pero en la zona, la Agrupación Criolla Gauchos de Antonio Gil se concentrará en el Centro de Folcloristas, en Fernández Oro y Belgrano de Cipolletti.
Allí venerarán al Gauchito (el diminutivo es porque murió cuando tenía 27 años) como en Corrientes, comiendo a la canasta entre todos y disfrutando de la música que tanto le gustaba: el chamamé.
CIPOLLETTI (AC).- Van vestidos con alguna prenda roja, llevan velas del mismo color, cantan y bailan chamamé y comparten un almuerzo a la canasta. Lejos están de Corrientes, la cuna del Gauchito Gil, pero lo veneran de la misma forma cada 8 de enero.
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