Lecturas recomendadas: Cuentos de Julio Cortázar
En esta oportunidad, la profesora Cecilia Boggio nos trae una recomendación más abarcativa que en ediciones anteriores. La consigna es simple: disfrutar y aprovechar el tiempo para perderse entre los numerosos cuentos de un emblema de la literatura latinoamericana.
Este título ya lo dice todo, no es necesaria ninguna recomendación en particular. En estos tiempos de tantas novedades editoriales, de tantas buenas novelas y cuentos que hemos leído, y ya acostumbrados al ritmo más acelerado del siglo XXI, me pareció bueno volver a los maestros y releí algunos de los cuentos de este clásico contemporáneo, no solo argentino, sino de toda la literatura en lengua española.
Los lectores ya conocemos bastante sobre la vida de Cortázar (1914-1984). Yo solo quiero recordar que se recibió maestro normal, luego de profesor normal en Letras, que ejerció en colegios secundario de pueblos de la provincia de Buenos Aires, fue profesor de Literatura en la Universidad del Cuyo, y volvió a Buenos Aires.
Estuvo diez años escribiendo y solo había logrado publicar un pequeño tomo de sonetos.
Leí hace muy poco en un artículo de la redacción digital de Aires de Santa Fe que en 1946 le llevó a Borges su cuento Casa Tomada y éste inmediatamente decidió publicarlo en la revista Anales de Buenos Aires con ilustraciones de su hermana Norah. Así se hizo conocido.
Traductor público Nacional, con una beca partió a París en 1951, y una vez allí consiguió trabajo como traductor de la Unesco. Vivió allí hasta su muerte, salvo sus viajes por el mundo, especialmente a Latinoamérica y dos veces a Argentina.
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También el artículo sostenía que “Casa Tomada” admite miles de análisis posibles: sociales, psicológicos o filosóficos, pero lo importante hay que leerlo al menos una vez en la vida, porque desafía a sus lectores a encontrarse con una verdad absoluta: no todo tiene explicación, su lectura es un viaje a un mundo donde todo es posible.
“Casa Tomada”, la historia de esos dos hermanos ya mayores que viven encerrados en la casa de sus antepasados, aparecerá luego, en 1951, en el primer libro de cuentos Bestiario publicado en Buenos Aires por Sudamericana. De esta obra les propongo leer también dos cuentos más: “Carta a una señorita en Paris”, el del hombre que vomita conejitos; y “Cefalea”, los criadores de mancuspias. No son los más analizados por los críticos, pero valen.
A Cortázar le gustaba mucho el boxeo. No se pierdan “Torito” en el libro “Final del juego” sobre Justo Suarez o “La noche de Mantequilla” una pelea de Monzón con Mantequilla Nápoles en París; que está en el libro “Alguien que anda por ahí”. Este cuento es un ejemplo de las teorías contemporáneas sobre el género: la de la punta del iceberg de Hemingway y la teoría del propio Cortázar acerca de la tensa unidad de su narración.
También era muy entendido en jazz y para muestra basta leer en Las armas secretas (Sudamericana 1959) “El perseguidor”, basado en tortuosa la vida de Charly Parker.
No podemos dejar de lado su compromiso político con América Latina, como aparece en “Apocalisis en Solentiname”, la isla nicaragüense, en el libro “Alguien que anda por ahí” y también su buenísimo “Reunión” en “Todos los fuegos el fuego” . Aquí, una recomendación: para más deleite cuando lo lean escuchen el cuarteto La caza de Mozart.
Cortázar tenía un gran sentido del humor y lo usaba para desalmidonar nuestra literatura y descolocar a sus lectores. Para una muestra basta con leer algunas de las aventuras de la familia de la calle Humboldt, en el apartado Ocupaciones raras del libro “Historias de Cronopios y Famas”. De esos relatos, sugieron prestar especial atención a “Correo y Telecomunicaciones” y “Conducta en los velorios”
¿Qué cuentos yo vuelvo siempre a leer? Sin dudas “La noche boca arriba”, “Axolot”, “No se culpe a nadie” (todos ellos en “Final del juego”), y “La autopista del sur” en “Todos los fuegos el fuego”.
Otra buena manera de acercarse a Cortázar es hojeando “Cortázar de la A a la Z”, un álbum biográfico (publicado por Alfaguara en 2014) recopilado por Aurora Bernárdez, su viuda y albacea; y Carlos Alvarez.
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Como señala la reseña del periódico El País es un libro emocionante para la legión de devotos cronopios, es incalificable por todo lo incluido desde un poema escrito por Cortázar con motivo de la muerte de su abuela a episodios humorísticos y los testimonios de los numeroso viajes de ese trotamundos al que la vida le parecía un “salir a jugar”.
Para despedirnos con una sonrisa recuerden mi teoría: tanto los cuentos como las poesías son como los bombones, hay que comerlos uno o dos por vez, para poder saborearlos a gusto. Si nos comemos la caja entera tendremos una indigestión. Dos cuentos por día serán suficientes.
Cecilia Boggio.-
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