Las tarjetas alimentarias
Bahía Blanca
Hoy basta con vociferar emergencia por hambre y presentar como generalizados algunos casos particulares graves, para que los políticos reclamen la urgente asistencia masiva del Estado. Se alegó que el precio de la leche motivaba su decreciente consumo. En ese caso el gobierno debería haber solucionado este problema porque curiosamente los tambos que sobreviven se quejan de su bajísima rentabilidad. ¿No se animaron a tocar intereses de amigos? La insinuación de que la desnutrición y baja estatura de niños del conurbano fueron el resultado de los cuatro años de Macri es una falsedad porque aumentó la asistencia social heredada de Cristina. Hubo décadas de gobiernos peronistas que no supieron crear trabajo excepto en la burocracia estatal, y disimularon esta incapacidad con asistencialismo fácil, convirtiendo al trabajo en una opción.
Se habla de 500.000 tarjetas alimentarias en el conurbano y otras tantas para el interior del país. Los beneficiarios directos de esta dádiva le aseguran al Partido Justicialista de tres a cuatro millones de votos cautivos. Si quiere aventar la sospecha de que este plan es solo una movida electoralista, el PJ debería probar que la pobreza es un tema que lo desvela, pero con una dirigencia nacional millonaria que vive en Puerto Madero o Palermo, y con gobernadores con mansiones en sus provincias es difícil de creer.
¿Cuándo el PJ se quejó de la pobreza extrema en Formosa, Santiago del Estero, Chaco, Tucumán? Respecto a las tarjetas, ¿por qué el gobierno no aprovechó la estructura de la AUH para evitar crear otra? Además, ¿no hubiera sido mejor que las escuelas, hospitales y salas médicas fueran los responsables de los casos concretos de hambre en los que el Estado debería intervenir? Nunca es honesto clientelizar políticamente al pueblo con dinero del contribuyente, y menos cuando el motivo es tan cuestionable.
Humberto Guglielmin
DNI 10.401.180
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