Las nevadas ayudan pero no le ponen fin a la profunda sequía

La nieve que cayó sobre Bariloche el jueves se perdió el blanco al mediodía. Habrá más agua en los embalses pero la cuenca sigue en emergencia.

La sequía en el norte de la Patagonia no es la consecuencia de un año con pocas lluvias sino la prueba cabal de un cambio climático severo. De hecho, las grandes nevadas que la semana pasada cubrieron las montañas de norte y el centro de la provincia de Neuquén, y las que estas últimas dos semanas pintaron de blanco los cerros de Bariloche y su entorno serán de enorme ayuda en el diagrama de emergencia que se aplicará este verano, pero lejos están de ser una bisagra en un año muy seco.

La prueba empírica de esta afirmación no hay que buscarla demasiado atrás en el tiempo. En el invierno de 2020, con la actividad reducida por la pandemia, hubo en la cuenca del río Limay nevadas extraordinarias que, una vez fusionadas en agua, no le otorgaron al lago Nahuel Huapi los aportes necesarios para evitar que su nivel bajara hasta dejar al descubierto el basamento del nacimiento del río Limay.

Fernando Frassetto, del centro de pronósticos de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC), dijo que estas precipitaciones son una mejora pero no la solución. Y que los efectos habrá que evaluarlos una vez que este frente frío pase.

¿Por qué la nieve no garantiza por sí sola un quiebre de la sequía? Porque la cuenca del Limay precisa además que el otoño sea muy lluvioso, algo que no ocurrió en este 2021 y tampoco el año pasado.

Desde hace medio siglo los dos ríos que terminan conformando el Negro tiene presas que regulan sus caudales. El Limay es el más intervenido, con cinco grandes obras; en el Neuquén hay un complejo que permite almacenar en dos embalses.

Estas presas permitirán que una parte de esta nieve (la que no es absorbida por los suelos) se guarde en los embalses. Mejorará entonces la capacidad de maniobra para permitir que los valles aguas abajo de las presas tengan la capacidad de diluir la contaminación del vertido crudo de líquidos cloacales de ciudades que no tienen plantas de tratamiento.  En el caso del río Neuquén el agua del deshielo, aunque de niveles modestos, mejorarán el balance entre el uso del agua para consumo humano y el sistema de riego del Alto Valle rionegrino.

Cerros Colorados en el complejo hidroeléctrico construido sobre el río Neuquén. Deriva el agua hacia dos cuencas naturales y luego, turbinas de por medio, restituye el agua al cauce histórico.

Hasta que fue preciso abrir las compuertas del dique Ballester para habilitar el riego del Alto Valle, Cerros Colorados guardó recursos y ese tramo del río Neuquén languideció.

El efecto inmediato de las precipitaciones en el río Neuquén es la duplicación del caudal que ingresa a Cerros Colorados, a través de Portezuelo Grande. De todos modos, esos poco más de 200 metros cúbicos por segundo es menor a los más de 300 de media histórica para esta época del año.

En el Limay el almacenamiento de agua es más eficiente porque tiene dos grandes embalses, Piedra del Águila y El Chocón. Las maniobras correctas ayudarán a que en verano haya en los valles un poco más de agua de lo que se pensaba. Sólo eso.

Perticularidades

Desde el punto de vista hidrológico, la cuenca del río Negro tiene tres grandes ríos que nacen en las montañas: el Neuquén, el Collón Cura y el Limay. Cada uno tiene su particularidad.

•El río Neuquén tiene el 40% de su territorio por encima de los 1.500 metros sobre el nivel del mar (msnm).

•En el Collón Cura esa proporción es del 18%.

•Y en el Limay menos del 10% de la superficie de la subcuenca está en alturas superiores a esa cota.

Por eso, en la zona del Nahuel Huapi las lluvias son de una importancia sustantiva:alimentan sus tupidos bosques y la selva que cruza desde Chile.

“La nieve sola no alcanza -dijo Fernando Frassetto, de la AIC-. Nadie se baña con cubitos de hielo”.

En cambio, el norte de la provincia de Neuquén es más árido, tiene muy pocos lagos y el río corre en una pendiente pronunciada.

Precisa de gran acumulación de nieve para que, en la primavera, el deshielo alimente sus ríos, algo que hace años que ocurre en niveles muy deficitarios.

La otra gran cuenca del norte de la Patagonia, la del río Colorado (unión del Barrancas y el Grande), se comporta de manera similar a la del Neuquén: depende de la nieve más que se las lluvias.

“Hay un poco más de nieve en la cuenca del Colorado”, pero de todos modos es sumamente escasa.


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